Capítulo 28 - El rincon de los sueños dulces

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Capitulo 28

EL RINCON DE LOS SUEÑOS DULCES

Bendecida por una serie de eventos maravillosos, la antigua Joya, volvió a creer. Desempolvó su verdadero nombre y encerró en un cofre, bajo siete llaves, aquel seudónimo glamoroso. Era el momento de ser Celeste Bastidas. Recuperar su inocencia era una tarea imposible, encontrar la fe perdida era otra historia. Había pasado el tiempo, y con la compra del departamento y la adquisición de un pequeño negocio propio, comenzó su transformación, para incorporarse a una vida libre de culpa. En realidad el miedo no desapareció, el pasado guardaba tantas historias que no bastaba con ir por la calle con la frente en alto. Para Celeste, no existía posibilidad alguna de coincidir con su némesis, ese horrible fantasma que la atacaba en pesadillas, yacía en los confines remotos de su memoria primitiva, según le dijeron ese hombre estaba en la cárcel y de allí no saldría.

Ahora el trabajo de Celeste era dulce, literalmente hablando, vendía, tortas caseras y ponqués decorados, de diferentes sabores, en un pequeño local del mercado público, por la sección de los alimentos, su amigo Mauro le ayudó a conseguir el puesto. Ya había pasado un año y seis meses desde que se retiró de La Joya, la vida era buena aunque el vacío del amor frustrado la acompañaba día a día. No respondía los mensajes de Vicente, consideraba que así era mejor, no tenía derecho a truncar los sueños juveniles de nadie, menos de la persona que amaba.

Vicente siguió vigilando a la joven, lo hacia los sábados, y así descubrió el pequeño local, bautizado con un nombre nostálgico y positivo "El Rincón de los sueños dulces", siempre en la distancia, le escribía mensajes, la observaba leyéndolos, cerrando los ojos, apretando el pequeño teléfono móvil contra su pecho, evitando dar respuestas, todo frente a él. Su lenguaje corporal, antagónico por demás, le daba una luz de esperanzas,..."me amas, me temes, no puedes olvidarme, pero insistes en no recordarme"... Era necesario hacer más, ser alguien, tener algo, "El amor no es suficiente", pensaba con indignación.

En la Universidad, el nombre de Vicente, resonó con fuerza, el genio de la mecánica automotriz y sus inventos, conocido por su iniciativa en la innovación de motores, en especial de modelos compactos y motocicletas de carrera. Los profesores admiraban su talento, un grupo de alumnos destacados se unió al clan. Las cosas iban bien, pero el corazón latía con dificultad. Había mujeres hermosas, dispuestas, un mundo de libertades ilimitadas, era difícil aceptar que solo una ocupaba un lugar especial.

Doña Amelia, comenzó a viajar con frecuencia, regresó un poco más delgada, se le veía cansada, no mantenía ese aspecto lozano de otros tiempos, Vicente se alteró, algo no estaba bien. Su preocupación era real, las pesadillas regresaron. Habló con su mentora, ella negó el problema alegando que tenía una agenda extenuante; "Con los años, la carga se ha vuelto pesada. Ya no debo manejar tantos negocios a la vez", era una respuesta ambigua a una pregunta concreta. "Mi ahijada, me está ayudando desde Nueva York"... toda esa explicación saturaba a Vicente, que sinceramente desconocía la magnitud de la fortuna de Doña Amelia Angarita, viuda de Jiménez; entre frases huecas que se perdían en el espacio, Vicente desistió:

-No quisiera perderla, como ya he perdido tanto en mi vida. Mi cariño y respeto esta compartido entre el Padre Andres y usted. Lo demás es pasajero.- una declaración de afecto tan franca merecía atención especial.

-Mijo, yo también te quiero mucho, y no sabes cuánto estoy haciendo para proteger tu futuro- una ligera pausa para retomar el aliento – y para resguardar mi patrimonio personal.

-Ya usted me dio más de lo que merezco. Preocúpese por estar sana, para mi graduación. Quiero que me vea alzando el título, porque ese logro se lo debo a usted.

-Si dios me lo permite, estaré a tu lado ese día.- una insipiente lagrima luchaba por mantenerse cautiva en los ojos de la dama. Su entereza perdía fuerza con conforme avanzaba la conversación.

El compromiso verbal de Doña Amelia era como la palabra empeñada, siempre cumplía con los acuerdos, sin embargo Vicente se mantuvo vigilante, sus pesadillas no cesaban, referencia perenne de un siniestro futuro.

___

Era una mañana soleada de un domingo cualquiera, el olor a frutas frescas perfumaba el paisaje coloquial de un típico día de mercado, los negocios atestados de clientes confirmaban un movimiento de ventas generoso, nada parecía estar fuera de lugar. El rincón de los sueños dulces creció, tenía buena fama, degustadores por excelencia de los postres caseros visitaban religiosamente el local. Celeste y Karla atendían con diligencia a cada consumidor, todo como siempre, hasta que llegó un joven con un pequeño arreglo floral, y preguntó por un nombre que se presumía enterrado:

-Buenos días. ¿Se encuentra la Señorita Jade?

La joven impresionada abordó inmediatamente al mensajero que aún sostenía entre sus manos el delicado detalle.

-Yo soy Jade. ¿Quién te envió? –Miró con suspicacia al muchacho.

-Trabajo en la floristería que está en la entrada del mercado. Solo reparto los encargos...-La joven arrebató de las manos el presente y escudriñó hasta dar con un sobre.

Karla firmó la nota de entrega, mientras Celeste leía en silencio el contenido de la carta:

"He continuado mi vida sin ti, pero siento que sin ti en ella estoy muerto en vida.

Te sigo amando

¿Realmente me olvidaste?

Vicente"

Celeste, explotó por dentro, su corazón su aceleró, miró en todas las direcciones, buscando su rostro entre la gente. Si sabía en donde estaba, probablemente la observaba en ese instante. Karla leyó la nota. No hubo tiempo de explorar el sitio, la gente llegaba, hacia sus pedidos, de pronto Celeste se quitó el delantal y abandonó el mostrador. Buscó en el interior de su pantalón el pequeño teléfono móvil, marcó su número, nunca lo borró, Vicente atendió:

-Ala...

-¿Eres tú?-pregunto vacilante una Celeste nerviosa, infantil, enamorada.

-Siempre he sido yo, aunque intentes ignorarme.- Contestó pausado y seguro del objetivo.

-¿Estas cerca? ¿Me estás viendo ahora? – Aunque miraba en todas direcciones, no lo veía.

-Por supuesto que te estoy viendo. Eres más hermosa que antes. ¿Por qué me ocultaste que eras madre? Te sienta bien estar con tu pequeño.

-Es una historia muy larga. Nunca quise herirte, solo intento protegerte de mí. ¿Por qué no puedo verte? – Se desesperó al no hallar su rostro.

-Porque cambié un poco, antes me veía alocado, rebelde y ahora que tengo 20 años luzco distinto.- Vicente estaba sentado a una distancia considerable. Tenía una sudadera con capucha y se la había colocado para ocultar su cara.- Sigo siendo yo, a pesar del tiempo. – Se fue acercando sin cortar la llamada, hasta que estuvieron frente a frente.

Cuando Celeste lo vio a los ojos con el cabello más corto y el cuerpo más formado, no dudó ni un segundo en lanzarse a sus brazos. A pesar del tiempo, el amor seguía intacto. 

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora