Capítulo 53 - Un día muy especial

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Capitulo 53

UN DIA MUY ESPECIAL

Una semana después. Una mañana de Sol y cielo azul. En otro auditorio. En Venezuela.

Abandonaba el automóvil, desde el asiento del conductor, con su traje y corbata. Procedió a colocarse la toga, y algo obstinado, se reveló en contra de su apariencia:

-¿Para qué se compran atuendos elegantes los graduandos, si la toga lo cubre todo?- comentó enérgicamente Vicente, con los ojos entreabiertos, encandilado por el sol.

-¡Para las fotos después del acto, por supuesto!- Le respondió Doña Amelia, mientras la ayudaba a bajarse del asiento del copiloto del BMW.

-¡No te quejes tanto! ¡Hay personas que no llegan a usar ese traje nunca en sus vidas!... – agregó el Padre Aurelio. Que salía del auto también, pero del asiento trasero.

-Los puestos están identificados. Los acompaño, para dejarlos instalados. Debo reunirme con mi grupo de estudio.- Coordinaba Vicente, cuando recibió una llamada telefónica, que contestó al primer repique:

- Alo.- Era Celeste, certificando la llegada, desde su puesto de trabajo.

-¿Ya llegaron? – preguntó.

-Si amor. Ya me dirijo a los asientos. – respondió Vicente al tiempo que caminaba con sus dos acompañantes.

-¡Me gustaría estar contigo en este momento!- en la voz melosa de Celeste se podía sentir su tristeza.

-¡Yo también te extraño amor! Lástima que solo me dieron dos pases.- Vicente se ablando también.

-Oye ¿A qué hora pasas por nosotros? Lo digo, para cerrar temprano y arreglarme.

-Al mediodía. Por favor, procura estar lista. Haremos un brindis en el salón de fiesta del edificio donde vive Doña Amelia. Va, Raúl, Vanessa, sus hijos, Don José, Walter, y me tomé el atrevimiento de invitar a Sor Caridad. Dile a Karla, a ver si quiere acompañarnos. Me gustaría que estén todos presentes.

-Debo arreglarme entonces. Te dejo para prepárame. Te amo.

-Yo también te amo.- terminó la comunicación.

Ahora con el cabello corto, perfectamente acicalado con su toga y birrete, Vicente lucía pulcro, guapo. Los veintitrés años eran el principio de una nueva etapa. El cambio estaba en proceso. Listo para abandonar la grasa de los carros, encaminado en su proyecto, enamorado, centrado, con un futuro prometedor. Una tristeza enorme empañaba su absoluta felicidad, pero no se rendiría. Doña Amelia, con un semblante risueño contemplaba el presente. Lo único seguro en sus días de enfermedad, estaba en paz con sus actos, con la gente a su alrededor, con Dios. Ya no había tiempo de hacer más, lo que se pudo se hizo en su justo momento. El orden de las cosas ya estaba establecido.

Fue un acto hermoso. Vicente se graduó Suma Cum Laude, el máximo rango. Subió las gradas, y comenzó su gran discurso. Todos escucharon sin interrumpir, Doña Amelia, orgullosa entre el público grabando la escena.

"...Para algunos el final de una era, para otros, el comienzo de algo maravilloso. No todos tienen la suerte de llegar a estas instancias. Los congregados el día de hoy, estamos tocando el cielo con las manos. Si somos exitosos en la carrera que elegimos, tocaremos las estrellas, los planetas. Es decisión de cada uno, determinar el destino final de este viaje..." Cuando culminó su alocución se quitó el birrete y lo lanzó al aire. El universo de estudiantes imitó sus acciones. Se desplegaron cientos de Birretes suspendidos en breve vuelo.

Horas más tardes, todos juntos brindaban por el éxito. Celeste a su lado. Era hora de tocar las estrellas. 

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora