Capítulo 29 - Tanto que contar

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Capitulo 29

TANTO QUE CONTAR

Existen silencios incómodos, silencios necesarios, silencios llenos de paz. Era una pausa antes de comenzar a contar una historia. Entre Vicente y Celeste había paz, los ojos de ambos hablaban por ellos, el mensaje era simple "te extraño", "Nunca te olvidé", la distancia no lesionó el sentimiento. Se miraban fijamente, el mundo circundante se transformó en un paisaje pictórico inamovible, sin ruidos. Sentados en un banco de la plaza donde tantas veces Vicente observó omnisciente el espectáculo maternal de su amada, ahora simplemente recibían el calor del sol, mientras intentaban reconstruir los eventos que causaron el distanciamiento:

-No tenías por qué huir de mí. Yo nunca te haría daño. – Dijo Vicente, esperanzado.

-No huía, te estaba salvando.- Respondió Celeste, antes de continuar su confesión.

-¿Y se puede saber de qué me estabas salvando? – La expresión escrutadora del joven le dio un nuevo matiz a la conversación.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí. Tengo un pasado que me tortura. No soy buena...

-Entonces este es buen momento para hablar, puedes contarme lo que quieras. No pienso juzgarte, no lo hice cuando descubrí que eras madre y no lo hare ahora.

Celeste, organizó sus recuerdos y comenzó su relato:

-Mi infancia fue difícil, al entrar en la adolescencia todo empeoró. Tenía una madre muy joven, criada en un ambiente deplorable, éramos cinco hermanos de padres distintos. En el barrio se distribuía la droga con facilidad, lo malo es que era en mi casa donde organizaban esa mercancía. Ella siempre se fijó en maleantes. Cuando me convertí en adolescente recibí atención extra por parte de los muchachos de la cuadra, adicionalmente el novio de mi madre también se fijó en mí. Por primera vez experimenté terror. Era un hombre desagradable, maleducado, que trataba mal a mi familia, nos gritaba, nos pegaba, y en su asqueroso instinto masculino me...

La voz de la joven se quebró, un nudo en su garganta interrumpió la continuidad de la oración que intentaba culminar entre un desfile de lágrimas apresadas en los verdes ojos de Celeste.

-No tienes que hacer esto si no quieres... - Agregó Vicente.

-¡Si tengo que hacerlo! Déjame terminar, solo entonces conseguiré mirarte a los ojos. –Vicente asintió con la cabeza, y continuó escuchando sin interrumpir.- Ese hombre me atacó, me deseaba. Yo apenas tenía doce años. En su primer intento no lo consiguió, mi hermano menor entró en la habitación y se le guindó por la espalda, yo agarré un zapato y lo golpeé. La vida era un infierno en casa. Me transformé en una rival para mi madre, lo prefirió a él antes que a mí. ¿Ahora entiendes? Eres huérfano, criado entre gente buena. No tienes que enfrentar la realidad de tu sangre.

El padre de mi hijo, también era un delincuente. Me decía cosas dulces, era guapo a pesar de su historial. Ya tenía quince años y estaba decidida a irme de casa con Gerson. Nadie se opuso, creo que esperaban mi partida. Quede embarazada al mes. Vivimos en un pequeño cuarto de una pensión. Resulta que amar duele, comenzó a golpearme, no le importaba mi condición. Tuve a Diego antes de tiempo, no me cuidé mucho. Descubrí que mi gran amor era un sicario, un asesino a sueldo con apenas diez y ocho años. Traté de dejarlo, y me amenazó. Una noche cuando dormía arreglé mis dos mudas de ropa y las pocas cosas de mi bebe. Guardé entre mi falda una hojilla de afeitar, para defenderme. Él se despertó, forcejeamos, saqué el pequeño objeto cortante y lo dirigí a su rostro, justó en el ojo izquierdo, comenzó a sangrar profusamente. Esa noche escapé entre la oscuridad. Una puerta se abrió. Karla me refugió en su hogar por varios días. Yo no era Jade en ese momento, simplemente era Celeste Bastidas, y entenderás que tampoco era una joya, era más bien una piedra en el camino.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora