Capítulo 17
EL REGRESO A LA JOYA
Había pasado una semana desde la cita en el hotel, y aun Vicente no lograba comunicarse con Jade, no le respondía los mensajes ni las llamadas telefónicas. El impetuoso hombre intentaba enfocarse en sus estudios, en el trabajo, en la lectura, pero era en vano, no conseguía sacar a la chica de sus sueños. Para ganar algo de dinero extra, transcribía trabajos universitarios y preparaba tesis, cosa que le resultaba sencilla y relajante, sin embargo no entendía las razones de Jade para evadirlo tan abiertamente, por lo que ese viernes llegó a su habitación, se arregló nuevamente y salió con la moto a mitad de la noche hacia La Joya, el único sitio donde tenía la seguridad de ver a Jade. Esta vez no pretendía quedarse en la puerta, y perfectamente ataviado con una ropa muy formal, se aventuró a entrar de nuevo en aquel antro.
Cuando llegó a La Joya tan presentable y formal, el muy serio Mauro, se impresionó. Se saludaron fugazmente, pero el portero sin hacer objeción alguna lo dejó pasar. La imagen no lo era todo, pero era capaz de abrir puertas que antes se mantenían cerradas. Aparentar poder era casi igual que ser poderoso. Vicente se internó nuevamente en el elegante establecimiento y se ubicó en un discreto rincón de la barra, pidió un Whisky en las rocas, pero sinceramente nunca lo había probado tampoco, lo leyó en una revista y le pareció sofisticado. Había un espectáculo de baile en la tarima, con una encantadora rubia que lucía muy cómoda en una bata transparente y blanca que dejaba al descubierto todas las formas de su cuerpo, se movía con sensualidad acompañada por música de piano. La chica realizó una rutina de baile erótico en torno a un tubo, que terminó al quedar solo con un diminuto bikini y sin sostén. Los hombres de las mesas no hacían ruidos, pero miraban lascivamente a la bailarina. Los presentes ostentaban sus títulos de nobleza con dignidad, bajo un manto de calma aparente. Después de algunos aplausos, un hombre presentó con gran esplendor a la siguiente bailarina: ..."Ella tiene el control de la situación en todo momento, no se asusten porque esta Joya esta vestida de Ley y orden. Con ustedes la despampanante Jade", De pronto las luces se tornaron rojas, se abrió el telón y apareció vestida con un ceñido uniforme de policía, lentes oscuros, un gorro, cabello totalmente recogido, y un rolo en la mano, desmontando su temeraria motocicleta. Era Jade indiscutiblemente, y como en todas las ocasiones con una apariencia distinta y sensual. Su baile fue más intenso y pronto demostró sus destrezas al girar incansablemente en el tubo. Al igual que las otras rutinas, todo consistía en eliminar la ropa con un estilo seductor al compás de una melodía, y fingiendo un personaje determinado. La mujer se transformaba en una fiera sobre el escenario, y los hombres respondían con euforia. La cara de Vicente se descompuso, su ceño se frunció. Jade era totalmente flexible y realizaba pasos arriesgados. La mujer pronto quedó en un conjunto de ropa interior de cuero y cuando procedió a eliminar el sostén, se giró y vio en la esquina al malhumorado Vicente. Sus ojos se encontraron. Repentinamente perdió la concentración, y se sintió inhibida, improvisó un final y dejo su pecho cubierto. Cuando se retiró los hombres abuchearon el espectáculo, por no mostrar tanta piel como esperaban. Vicente se levantó airado del sillón y salió sin despedirse del local, Mauro sintió la ráfaga de aire que produjo el joven al pasar a su lado. Fue hasta su moto, estacionada en la calle ciega donde, por cierto, Jade solía parquear. Cuando se disponía a marcharse, escuchó el grito de una mujer "¡Vicente!", era Jade que se arregló a medias y lo persiguió.
-¿Qué quieres?
-¡Que me escuches!
-¡No te entiendo! ¡Llevas días esquivando mis llamadas! Me preocupé bastante. Pensé lo peor. ¿Le pasó algo a tu teléfono móvil o solo dejas de atender cuando descubres que soy yo?... ¡ya no importa, porque me voy! – El tono de su voz era elevado, la rabia inminente.
-¡Mi vida es un desastre! Y lo que sentí esa noche me asustó. No quería que me vieras haciendo esto... pero esto es lo que soy...
-¡No! Es lo que quieres ser. Tú puedes aspirar a más cosas en la vida. No te das la oportunidad, ni se la das a nadie.
Jade, empezó a llorar como una niña. Le importaba sinceramente lo que pensara Vicente como para perderlo de esa manera tan absurda. El iracundo hombre vio la escena y pese a su disposición a marcharse y no regresar a ese lugar, sus sentimientos eran más fuertes que él. Se bajó abruptamente de la máquina y se acercó a la desvalida chica, la tomó entre sus brazos. Cuando ambos cuerpos se rozaron toda la oscuridad del siniestro callejón desapareció. Vicente la besó con desesperación, se apretaron el uno a los otros como dos animales salvajes. Reconoció entre abrazos que odiaba verla bailar para otros hombres. Ella embriagada de deseo forzó el momento para tener un instante sexual en ese particular paraje. Vicente respondió afirmativamente y se entregaron a la lujuria y el placer.
Después del encuentro romántico fue imposible esconder los sentimientos, ambos se acoplaron perfectamente, sus miradas eran fijas, profundas y totalmente sinceras. En esta oportunidad era Vicente quien escoltaba a Jade hasta la dirección que ella le indicó. El insistió en subir con ella. Las verdades aún estaban dichas a medias y Jade era consciente. Se abrazaron nuevamente, se enlazaron labio a labio. Eran almas gemelas. Pero no era el momento adecuado para afrontar los fantasmas. La compleja vida de la joven celestina era la antítesis del prometedor futuro de Vicente, que era perfilado como una posible eminencia en su campo de estudio. Ella lo sabía perfectamente, y por eso cayó nuevamente en un círculo vicioso.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)
RomanceEn vísperas de sus dieciocho años, Vicente, un joven huérfano, sabe que tiene que abandonar la casa hogar y comenzar su vida como adulto. Una vez afuera de las cuatro paredes que protegieron su infancia, tiene acceso a un nuevo mundo, lleno de opo...