Capítulo 71 - Un intruso en casa

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Capítulo 71

UN INTRUSO EN CASA

En cuanto Vicente vio ese rostro, supo quién era. Sus reflejos no superaron en velocidad a los de su contrincante, que detuvo la puerta, aprovechando que la reja ya estaba abierta. Con el dedo en el gatillo y el cañón del arma encajado en la nuca de su adversario, Gerson recuperó el poder que lo incitaba a actuar como un bandolero fugitivo. Vicente se sometió al raptor que ostentaba su parche característico, el símbolo que lo diferenciaba de un transeúnte cualquiera.

-¿Qué quieres? ¿Por qué haces esto?-El Adonis rompió el silencio, evitando ver su rostro.

-¡Porque te metiste con la persona equivocada! ¿Sabes quién soy? –Era hora de desenmascararse.

-¡Eres Gerson!...supongo...

-Entonces ¿Si te habló de mí?... Esto se está poniendo interesante...

-¿Cómo entraste en el edificio? ¿El vigilante no te vio?

-¡El vigilante ya no existe!- Seguidamente y con violencia, Gerson lo golpeó con la cacha del revólver. Vicente perdió el conocimiento. El mundo se llenó de oscuridad.

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Quién sabe cuánto tiempo duro inconsciente Vicente. Cuando despertó sus manos y pies estaban amarrados, mientras yacía sentado en un mueble de la sala. Gerson lo observaba y disfrutaba de un Whisky que el mismo se sirvió. En una mano el vaso y en la otra el revólver que le brindaba una seguridad infinita. Se percató del momento en que su rehén indefenso abría los ojos con cierta dificultad, adolorido por el golpe recibido.

-¡Eres débil grandulón! Pensé que me causarías problemas, pero resultaste ser bastante pacifico, civilizado como quería ella. – Se acercó un poco para intimidarlo y demostrar cómo se había ampliado su territorio, en cuestión de minutos.

-¿Qué te hice? – Indagó Vicente algo confundido.

-¿Tú?... Realmente tú no has hecho nada. Tu único pecado fue haberte fijado en mi mujer.

-¡Ella no es tu mujer!...-Una bofetada certera bastó para interrumpir el final de esa frase.

-¡Ella tiene un hijo mío! ¡Es mi mujer! – Entró en cólera el rubio pirata -¿Verdad señora?

Doña Amelia, también amordazada y debidamente atada, asintió con la cabeza, entre un torrente desenfrenado de lágrimas.

-¡Déjala libre! Ella está enferma y su condición es crítica...

-¿Aun no entiendes nada? ¡Yo no vine para hablar y conocernos mejor! ¡Esta noche vas a morir! ¡Y Celeste lo sabrá, justo antes de morir también!

-¡Por Dios, piensa en tu hijo! –Gritó Vicente bastante desesperado.

-¿Cuál? ¡Ya sé!... el que estas criando como tuyo. Tranquilo, estará mejor sin ustedes – Miró su reloj. Se agitó por la hora - ¡No tengo tiempo de hacer visitas largas!...la noche es corta y debo regresar con Celeste... Solo dime una cosa ¿Sabes dónde está el niño?

-¡No lo sé! ... y aun, si lo supiera no te lo diría...

Gerson entendió esa resolución como el final de la conversación. Ya no lo necesitaba. La adrenalina que experimentaba al ver el miedo de sus víctimas, lo estimulaba. El peligro lo acechaba, tenía que evitar a la policía. Se envalentonó nuevamente y abandonó el vaso en la mesa. Ambas manos sobre el revólver, su cara sombría, con una belleza macabra. Esta vez apuntó a Doña Amelia que se aterrorizó:

-¿Quién será primero? Déjame adivinar... ¿La vieja? ...- y súbitamente cambió de dirección, con la mira hacia la cabeza de Vicente – o... ¿El príncipe azul?...

Un sonido ensordecedor inundó la habitación, cañón humeante, el arma había expulsado una bala. 

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora