Capitulo 41
LA REVELACION
Carlos Ignacio navegaba en una elegante barcaza cubierta, por los canales de Venecia. Recogió a Marco Benedetti, y prosiguieron hasta cambiar de embarcación en otro punto. Con rumbo a mar abierto en una imponente nave, continuaron compartiendo, el buen tiempo de la región mediterránea. Abordaron una avioneta anfibia e iniciaron el viaje. Como en otras oportunidades, el investigador llegó a un destino desconocido, lo habitual era despistar a los visitantes, desorientándolos para que no dieran detalles de la posible ubicación del patrón.
Marco Benedetti, descendió a tierra, siendo ya de noche. Caminaron hacia una especie de castillo en medio de una isla. Transitando un camino de piedras iluminado por antorchas, subieron escalones antiguos, en un paisaje épico, digno de una escena medieval. El sequito de guardaespaldas era impresionante. Por fin ingresaron en el cálido interior de la estructura de piedra, y con un rápido vistazo se deleitó con el buen gusto en la decoración acorde al estilo del castillo. La mesa ya estaba servida. Nicole esperaba a Carlos Ignacio para cenar juntos. Durante su estancia en Italia, había asistido a los desfiles de la semana de la moda en Milán. Su ropa era nueva, toda de diseñadores afamados. El vestido verde agua, con pronunciado escote en la espalda, hizo sonreír al patrón, que le picó un ojo antes de estamparle zendo beso en los labios.
La cena fue abundante, exquisita, acompañada de los mejores vinos. Una sobremesa trivial con temas aburridos, acerca de los lugares visitados, monopolizada por la voz de Nicole, que viajaba por primera vez a Europa y consideraba "Fascinante" todo cuanto veía. Los hombres educadamente atendieron a la dama. Algunos tragos después, Carlos le pidió a Nicole espacio para hablar con el invitado asuntos privados en el área de la terraza. La despreocupada rubia algo mareada, entendió perfectamente la solicitud del patrón. Se retiró a su alcoba, dejando a los dos hombres en libertad para conversar del verdadero tema que atormentaba a Carlos.
-Es usted un excelente anfitrión.- Dijo el investigador mientras observaba el paisaje marino, en la oscuridad.
-Estoy ansioso por saber los resultados del examen. Tome asiento y dígame ¿Qué más averiguó?- Carlos Ignacio, confrontó a su invitado, esta vez sin la acostumbrada compañía del potrillo, que se encontraba realizando otros trabajos.
-El resultado es positivo. Vicente, es el niño perdido de la tragedia de Ureña.- Marco, terminó su trago de un sorbo después de realizar la afirmación.
-Lo presentía. No sé cómo, pero lo supe desde un principio.- La expresión de Carlos era la de un guerrero vencido. El investigador, que entre otras virtudes entendía perfectamente el lenguaje del cuerpo, retomó el hilo de su intervención.
-Resulta, que la sangre del pariente que me dio, corresponde a la del hermano que le sobrevive al occiso. Quien por cierto según estas fotos, es sumamente parecido a Vicente. Eso no termina allí. Hay más.- Marco se sirvió otra copa de vino.
-Era el hijo del occiso ¿Qué más puede haber? – Preguntó intrigado Carlos.
-La compatibilidad con la sangre del hermano es del 99,99%, creo que el padre de Vicente no está muerto. Tal vez la esposa lo traicionó y guardó el secreto sabiendo que el niño de igual forma tendría la genética de la misma familia en la sangre. Esto es una suposición. – Marco, disfrutaba con esta investigación. – Por supuesto, tengo todo detallado en este informe, donde anexo las fotos de la familia, para que usted compruebe con sus propios ojos la similitud de ambos individuos.
-El hermano es Fiscal de República de Colombia. Esto no es bueno – Carlos Ignacio, se quedó pensativo, sumergido en sus propios pensamientos.
-¿En qué piensa? Si se puede saber. – destruyó el breve instante de abstracción del patrón.
-En el problema de la incompetencia. Un trabajo a medias siempre nos devuelve al punto de partida... - La respuesta de Carlos Ignacio, confundió a Marco Benedetti, que temió preguntar el significado de este razonamiento. Saber más era igual a ser más vulnerable.
-Espero que no se refiera a mi trabajo. Es una investigación limpia.
-No tengo quejas, usted siempre ha sabido responder a mis demandas con eficiencia... si me disculpa, necesito estar a solas. El guardaespaldas que está en la entrada de las escaleras lo escoltara hasta una de las habitaciones. Mañana a primera hora lo llevamos hasta donde usted indique.
El investigador se retiró dejando solo en la amplia terraza de piedra en medio de la oscuridad ligeramente iluminada por las antorchas antiguas, a Carlos Ignacio, que leía el informe una y otra vez. El todopoderoso Patrón, era diminuto en el universo de posibilidades que lo reencontró con un pasado ya no tan remoto, ni lejano.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)
RomansEn vísperas de sus dieciocho años, Vicente, un joven huérfano, sabe que tiene que abandonar la casa hogar y comenzar su vida como adulto. Una vez afuera de las cuatro paredes que protegieron su infancia, tiene acceso a un nuevo mundo, lleno de opo...