Capítulo 13 - Los diecinueve años de Vicente

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Capítulo 13

LOS DIECINUEVE AÑOS DE VICENTE

Vicente estaba contento, sus diecinueve años marcaban el inicio de una nueva etapa en su vida. Por fin se transformaría en un hombre completo. Estuvo contando los días y hasta las horas. Trabajaba animadamente cuando Doña Amelia llegó al taller, cargada con dos bolsas. Walter dejó lo que estaba haciendo para recibir los paquetes. Y pronto se dio cuenta de algo que nadie había notado. Raúl no había llegado.

Doña Amelia se instaló en su oficina y solicitó a Vicente para que pasara, ella estaba receptiva y le entregó una enorme caja de regalo al joven, que entre asombro y alegría no reaccionaba adecuadamente:

-Abre la caja hijo, es algo que compré para ti.

-Doña Amelia, con felicitarme era suficiente – respondió apenado el muchacho.

-Deja de contrariarme y abre la caja. Te va a gustar lo que hay adentro – La elegante dama esperó con ansiedad. Deseando ver la reacción del joven.

Cuando la abrió, Vicente se encontró con una chaqueta de cuero negro, perfectamente confeccionada, unos guantes negros y un casco precioso. Todo era de alta calidad, pero siguió perplejo, pues él no tenía moto.

-Gracias Doña Amelia, cuando adquiera una moto ya sé que atuendo luciré para estrenarla- el joven seguía apenado.

-Eso no es todo. Por favor revisa el bolsillo de la chaqueta- la mujer muy calmada, aguardaba por Vicente.

Cuando el joven revisó el bolsillo consiguió en su interior una llave – sus hermosos ojos negros se ampliaron, y miro con evidente asombro a Doña Amelia.

-Cuando llegues a la iglesia, el Padre Aurelio te mostrara para que sirve esa llave. Ten presente que todo lo que yo pueda darte es para tu beneficio – La dulzura de esa mujer solo era comparable a la paciencia infinita del Padre Andres. Vicente entendió sus palabras y después de darle un abrazo, continuó con su jornada de trabajo habitual.

En horas de la tarde se aglomeraron alrededor de una exquisita torta todos los trabajadores del taller, incluidos los patrones y algunos clientes de confianza que colaboraron comprando refrescos y cerveza. Un invitado no previsto apareció repentinamente sensibilizando al joven festejado. El Padre Andres apareció entre la multitud y Vicente irradió una emoción indescriptible en su rostro. El pequeño encuentro fue un éxito. De pronto en el teléfono móvil de agasajado apareció un mensaje, era de Raúl, quien no se había reportado en el taller, sin postergar su lectura, inmediatamente revisó su contenido:

"Salí tan agitado esta mañana que dejé el celular en casa.

Estoy en la Maternidad con Vanesa. Ya soy padre. Es varón"

Vicente se acercó hasta Doña Amelia, le mostró el mensaje, quien se impresionó y solicitó la dirección exacta y la habitación de la nueva madre. El joven perdió total interés por su celebración. Buscó su bolso y empezó a despedirse. Estar con su amigo era lo más importante en ese momento. Cuando se marchaba, el Señor José lo detuvo, "Espérame, yo voy contigo..." 

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora