Capitulo 59
LA PEÑA
Cayó la noche en la densa selva, y el sonido de los animales nocturnos se volvió recurrente. El terreno se inclinó en algún punto del camino, y la elevación aceleró el cansancio. Con el estómago vacío era difícil continuar exigiendo al cuerpo. Infierno no se quejaba. Un hombre a prueba de fuego. Los más agiles eran los más delgados. Grillo señaló una luz, y todos corrieron a esconderse temerosos de una posible emboscada policial. "Mocho, tú eres el más ágil. Acércate y dinos que ves". Quince minutos después regresaba como un zorro. Con el informé hablado de su excursión.
-Unos tipos de negro. Un helicóptero en la punta del morro. No parecen policías. Yo diría que son alimañas, como nosotros, pero con buena ropa. – Grillo era conciso, detallista y veloz en la tarea que le impusieron. Infierno lo escuchó con atención y segundos después con la mini linterna del teléfono móvil, le pide a Grillo que lo llevé a una distancia cercana y prudencial.
Infierno interpretó la intermitencia de unas luces que se prendían y apagaban sin cesar. Y con su linterna proyecto la luz, de manera que los hombres la vieran. El también prendió y apagó la luz varias veces. Era un código de comunicación. Eficaz.
-Busca a los muchachos. Llegaron por nosotros.- Infierno dio la orden y Grillo agotado pero contento por la noticia, se precipitó en busca de sus compañeros.
Los siete hombres abandonaron la sombra, permitiendo que los mercenarios comprobaran su ubicación. Del helicóptero un hombre maduro, con la piel tostada y el cuerpo generoso en grasa, salió para saludar en persona a Infierno. Lo llamó por otro nombre y se palmearon con la confianza de dos antiguos amigos ansiosos por reunirse.
-¡Sabia que lo lograrías! ¡Para Simón, no hay nada imposible!- con una sonora carcajada celebraron en reencuentro.
-¡Aun no pierdo el toque!- Agregó con pretensión Infierno, que ahora era llamado Simón.
Sus hombres menos alegres y con una malicia extraña esperaban la orden.
-Aborden muchachos. Despídanse de la montaña.- Infierno, miró a Gerson.- Tú también te vienes.
Gerson desvió la mirada. Deseaba escapar. Dudó. Sus pies firmes en la grama.
-Te prometo que volverás para saldar tu cuenta. – Infierno estiró la mano, esperando aquella mano aun zigzagueante.
-¿Eres hombre de palabra? –preguntó Gerson.
-He cumplido ¿o no?... – la mano entró en contacto con la otra. El joven pirata de la noche, aceptó navegar por los cielos... por ahora.
El helicóptero se elevó dejando el morro entre un torbellino de viento, que movía el pasto en diferentes direcciones. Escoltado por la oscuridad hacia rumbo desconocido.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)
RomanceEn vísperas de sus dieciocho años, Vicente, un joven huérfano, sabe que tiene que abandonar la casa hogar y comenzar su vida como adulto. Una vez afuera de las cuatro paredes que protegieron su infancia, tiene acceso a un nuevo mundo, lleno de opo...