Capítulo 65 - Cambios de última hora

10 2 0
                                    

Capítulo 65

CAMBIOS DE ÚLTIMA HORA

El teléfono móvil de Celeste repicó varias veces, vio quien la llamaba y atendió con ansiedad. En un día colmado de malas noticias ¿Qué más podía suceder? Carla la animó con una sonrisa. Ella esperaba el final de la práctica de futbol de Diego, sentada en las gradas.

-Hola amor ¿Cómo sigue Doña Amelia?

Su cara se desvanecía conforme recibía los detalles, un "Hum", otro "aja", y de vez en cuando un "entiendo". Sí, definitivamente malas noticias, para ser sumadas al repertorio del día. Celeste se despidió con dificultad y colgó, para sostenerse de la maya metálica que separaba la cancha del público. Karla se movió como una gacela entre los escalones y la alcanzó en un abrazo.

-¿Qué pasa amiga? ¿Qué te dijo?

-Ya...no hay boda...- era complicado. Las lágrimas se derramaban por sus mejillas.

En la cancha algunos niños vieron el espectáculo y el juego perdió su gracia. El entrenador, tocó el silbato y paró la práctica, con la excusa de hidratarse un poco. Diego algo confundido, corrió para ver que estaba pasando con su madre.

-Celeste, tienes que ser fuerte. Respira y dime qué fue lo que te dijo.

-Doña Amelia está muy... muy mal... se muere....- era un llanto abnegado. En ese momento Diego que había escuchado la declaración de su mama, se sentaba a su lado y la miraba con ternura.

-Es justo que vayas a la clínica y acompañes a Vicente en su dolor. No tenemos por qué atormentarlo con simples suposiciones nuestras. Si quieres, yo te llevó, y para que estés más tranquila Diego se queda en mi casa.

-¡Tengo un mal presentimiento!...Karla... ¡Tengo mucho miedo!....

Diego, entendía el significado de la muerte, la partida de un ser amado. Al menos en teoría. Celeste experimentó gran culpa, al ocultarle a su pequeño quien era su padre y porque era importante evitarlo a toda costa, con nueve años se asimila mejor la verdad ¿O no?

---

Y allí estaba, la hermosa mujer de ojos verdes, arribando a la clínica, en medio de un torbellino logístico. Vicente la saludó con un beso en los labios. Ejecutaba la dirección de una orquesta poco convencional. A Doña Amelia se le dio el alta. Se coordinó su traslado en ambulancia. En casa ya se había organizado una cama clínica con equipos médicos, asistida por una enfermera privada. El dinero lo conseguía todo, menos la felicidad. Entre el vaivén de los tramites, la conversación se postergó. Casi dos horas después, Vicente abordó el BMW, para regresar al departamento de Doña Amelia, con Celeste como copiloto. Cada uno en un mundo distinto, con preocupaciones paralelas, en un viaje sumamente silencioso, por un rato.

-Perdóname... Sé que se alteraron nuestros planes.- Este nuevo Vicente de buena ropa, y una agenda atareada era menos sensible. Celeste lo miró como a un extraño.

-¿Nuestros planes? ¡Hemos acondicionado cada movimiento a los altibajos de Doña Amelia!...Esta boda, ni siquiera era para nosotros, era para ella.

-Celeste... ¡Compréndeme por favor!... es la graduación, abandonar mi antiguo trabajo, casarme, comenzar a proyectarme como el profesional que quiero, perder a un ser querido. ¡Tus preocupaciones son menores que las mías!- El joven se estacionó en una acera. Necesitaba recobrar la calma.

-¡Yo también tengo preocupaciones! No te las cuento para evitarte nuevos disgustos.

-¿Qué puede ser más estresante que la enfermedad de Doña Amelia?- Los pequeños ojos del Adonis se volvieron inquisidores, con una enorme interrogante pintada en el gesto.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora