Capítulo 6 - ¿Estamos negociando?

27 3 0
                                    

Capítulo 6

¿ESTAMOS NEGOCIANDO?

Por primera vez en mucho tiempo Vicente durmió hasta tarde, solo el sonido del teléfono celular repicando insistentemente lo despertó. Cuando lo acerco a su rostro leyó el nombre RAUL, quiso ignorarlo para seguir descansando, sin embargo recordó como se había marchado de la fiesta sin avisar. Probablemente su amigo estaba preocupado. Aún estaba agotado. Atendió entre dormido y despierto:

-¡Mi pana, hasta que contestas!- El hombre al otro lado del teléfono estaba eufórico.

-Hola Raúl. ¿Cómo te fue? – su voz era débil.

-Al principio ni me di cuenta que no estabas. Vanesa me raptó. Pero cuando regresamos y no te vi, me preocupe.

-Me aburrí un poco. Es que no sé bailar.

- Entonces ¿A dónde fuiste?

-Regresé a casa.

-No te creo. Desde temprano te estoy llamando y no contestabas.

-Di una vuelta por la ciudad. Y luego volví a casa – Vicente se incorporó y abandonó su intención de seguir durmiendo.

-Bueno hermano, lo importante es que estas bien – se relajó la voz de Raúl.

-¿Lo tuyo con esa chica es serio? – Vicente cambió de tema.

-Me gusta mucho. ¿Por qué? – respondió con malicia Raúl.

-Porque se nota que ella está loca por ti.

-¡Soy un negro irresistible hermano!

Ambos hombres rieron y se despidieron. Ahora Vicente necesitaba hablar con el padre Aurelio, para aclarar el asunto de sus salidas nocturnas.

Los oficios religiosos mantenían la agenda del Padre Aurelio bastante ocupada, esto no significaba que el sacerdote ignorara los pasos de su huésped. Cuando se encontraron en el pasillo después de la misa del mediodía, el joven Vicente sintió un nudo en su garganta que le impidió emitir sonido alguno. Las buenas costumbres y la moral se perdían si un hombre se dejaba llevar por los instintos de la carne. Su encuentro con la vida mundana lo mantenía deslumbrado y avergonzado. Desear una mujer llena de historias en vez de buscar una agradable muchacha de familia noble y pura de corazón, también lo desconcertó a él. Luchar con los deseos era agotador.

El padre algo molesto lo llevó hasta la sacristía y le recomendó hablar bajo sacramento de confesión, tal vez así lograría que ahondara más en sus sentimientos. Esta idea no le gustó a Vicente quien se negó a conversar con un sacerdote los problemas de un hombre común. Se disculpó con el Padre Aurelio y se fue a visitar a sus amados niños del orfelinato. Extrañaba a su familia. Sus pasos lo guiaron hasta su antiguo hogar, donde Sor Caridad en persona lo recibió con brazos abiertos. Compartió toda la tarde en compañía de sus hermanos de corazón y de vez en cuando se distrajo recordando ese rostro pícaro y sensual, encarnado en una mujer llamada Jade. Revisó la billetera y ahí estaba, el trozo de papel con el número telefónico escrito. Dudó un poco y no consiguió el valor para realizar esa llamada. Necesitaba saber un poco más de ella, así que le escribió un mensaje de texto:

-Hola ¿Cómo estás? Soy yo, el del problema – le dio enviar y siguió jugando pelota con los niños de la Casa Hogar.

Minutos después, el sonido de un mensaje recibido en su teléfono celular lo alertó. Se disculpó con los niños y se alejó de la zona de juegos para leer con calma.

-Hola Niño bonito, estoy bien. Pensé que habías votado el papel – cuando el joven leyó el mensaje se animó a llamar, quería escuchar su voz. Repicó unas tres veces antes de que alguien contestara, pero al fin atendió.

-Hola Jade – Vicente quería demostrar que no había olvidado su nombre tampoco.

Hola Vicente, está claro que no te gusta escribir mucho – la voz de Jade era sensual y relajante.

-Prefiero escucharte, comunicarnos en tiempo real – El joven sintió muchas emociones con solo oírla.

-Así que quieres negociar...

-Me dijiste que en La Joya, eres inalcanzable. ¿Cuánto cuesta llegar a ti en otro lugar? Estamos negociando...

-Solo sería una noche. Y el lugar debe ser elegante y discreto. Te costara caro también – Jade tenía el control de la situación, y lo disfrutaba.

-Dime una cifra...

-Diez mil... -Jade lo dijo sin pensar, de hecho nunca pensó que hablaban en serio.

-Tenemos un trato, el día que tenga esa cifra te llamare, y espero que atiendas – Su tono era serio.

-Recuerda que el hotel debe ser elegante –reiteró la juguetona mujer.

Algo distrajo a la encantadora chica que precipitó el final de la conversación.

-¡Dios santo! ¡Deja eso muchachito!...Debo colgar, hasta los diez mil bolívares, niño bonito – se escuchaba otra voz en la distancia, Vicente se extrañó un poco de lo ocurrido, deseaba preguntar que estaba sucediendo, pero Jade ya había cortado la comunicación.

Se quedó durante un instante pensativo recordando ese bello rostro, cuando unos niños lo llamaron, para continuar el juego de pelota que un rato antes había interrumpido. 

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora