Capitulo 57
DOBLES CARAS
Por fin amaneció. La noticia explotó como las bombas del penal. No hay ni un solo periódico que no mencione los hechos. La tragedia ha conmocionado al país. "Centenares de muertos en explosión de la Cárcel de Yare", "Tragedia en Yare", y así otros titulares de la prensa nacional, que relatan en primera plana un suceso que envuelve a la nación en luto. No hay una cifra que indique el número exacto de muertes. Aun los bomberos remueven escombros y disipan focos de fuego, centenares de familias comprueban aterrorizadas si algún pariente está en la lista de las bajas.
No todos estaban atentos a las noticias, algunos descansaban, y se regocijaban en sus blandos sueños de algodón. Vicente no compró periódico y se desligó del móvil para dormir hasta tarde, en compañía de Celeste. Amanecieron juntos, en el apartamento de ella. Diego, como todo niño, se recuperó rápido de la celebración y frente al televisor de su cuarto, comía cereal con leche, mientras veía las caricaturas.
Karla madrugó. Era una mujer de rituales. Acostumbrada a seguir un plan de vida organizado, se levantó con energía, se tomó un batido verde, y recorrió trotando el pequeño parque natural que se encontraba a cortos pasos del edificio. Tal como siempre hacia, se detuvo en el quiosco y adquirió al menos dos ejemplares de periódicos distintos, con el encartado de los domingos, unas revistas coloridas que llamaron su atención, sin reparar en los titulares de las publicaciones a blanco y negro. Su móvil repicó, ella impaciente leyó el mensaje, y comprobó en la distancia, la ubicación del carro donde la esperaba, a manera de sorpresa, su amado amante.
-¡He Víctor! Guárdame los periódicos. Hoy tengo cambio de planes.- Karla deslizó los ejemplares a través del diminuto espacio interno del pequeño establecimiento, y confiadamente el encargado los recibió, con una sonrisa.
La mujer se alejó con prisa, ingresó al vehículo, del lado del copilotó y se marchó.
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Un punto de luz, brisa, una esperanza. Por fin... La libertad.
Los fugitivos caminaban como sombras sucias, entre la densa vegetación montañosa. Guiados por el líder, un Infierno capaz de transformar en cenizas una penitenciaria con tal de alcanzar sus objetivos. Sin remordimientos, sin vergüenza, sin mirar atrás y rezar una plegaria por el alma de las víctimas caídas en combate. Armados, oscuros, y sin rumbo definido. El ruido de un riachuelo fue su brújula. Allí se lavaron, se hidrataron y organizaron mejor sus ideas.
-¿Ahora hacia donde Mi Causa?- preguntó Carlitos.
-Hacia La Peña...- respondió Infierno.
-¿Qué es La Peña?- intervino Gerson.
-Es el punto de encuentro. Allí nos recogerán...
-¿Nos recogerán? ¿Quiénes?- Era Grillo, cauteloso.
-El inversionista de esta operación. El verdadero jefe, o alguno de sus hombres- comentó sin mucho afán Infierno, mientras mágicamente hacia aparecer un móvil de la nada. Lo prendió. Esperó un poco y comprobó la cobertura del área.
-Pensé que tú eras el líder. Nuestro guía.- liberó con cierta molestia Elías, que jugaba con el filo de un cuchillo que rotaba entre sus manos.
-¡Soy el líder de este grupo! ¡Pero el dueño de los reales es otro! ¿Crees que soy millonario? Lo que explotó en esa cárcel no costó tres lochas. Había que comprar conciencias, mojar algunas manos y tener de nuestro lado a un loco. Porque hay que estar bien demente para apoyar lo que hicimos.- Infierno culminó su explicación exhausto. Bebió un poco de agua y se preparó mentalmente para el desfile de preguntas que venían a continuación.
-¿Y quién financió esta fuga? ¿Mercenarios? – Mocho estaba intrigado, sus malas experiencias con trabajos en equipo era extensa. Temía conocer a los promotores del acto.
-No son del país. Digamos que los conocí en uno de mis viajes. Ellos saben que trabajo bien. Y ahora quieren un ejército diabólico. Creo que se preparan para la guerra.- Esbozó una ligera sonrisa irónica y se mojó el cabello para refrescarse un poco más.
-¡Yo no quiero ir a ninguna guerra! – Era Chino. Con las manos cruzadas escuchando todo, sentado en una roca.
-Pero ya estamos en medio de una. En cuanto la policía descubra que ninguno de los cadáveres es nuestro, estaremos fritos.- replicó Elías, sin dejar de jugar con el cuchillo.
-Ok. Ya nos embarcamos en este viaje, nos toca seguir a Infierno, llegamos a La Peña. ¿Y luego? ¿De allí a dónde? Yo tengo planes. Te lo dije Infierno. Primero debo cobrar una cuenta pendiente. – Gerson solo tenía cabeza para pensar en una sola cosa. Celeste.
-Lo primero es escondernos en un lugar seguro. Si andan por las calles, visitando a la familia, cobrando cuentas pendientes...- miró a Gerson con molestia – serán hombres muertos.
Todos se miraron con desconfianza. Nadie habló. En el fondo de cada uno había un sueño distinto, una cuenta pendiente, un reencuentro con el amor o el odio.
-Si nos atrapan, estamos jodidos.- Mocho pensó en voz alta.
-Eso no sucederá, si se apegan al plan. ¿Estamos? – repitió Infierno. Todos asintieron con la cabeza y miraron a Gerson con recelo.
-Gerson, responde o haz alguna mueca. No me convence tu cara – Desafió con ironía Elías, que ahora abandonaba si juego con el arma blanca.
-¿Qué te pasa? ¡Jala bola! Dedícate a tus asuntos, y déjame en paz.- Gerson lo desafió con las palabras, se plantó frente a Elías esperando confrontación.
-¡Tu estas esperando que yo te reviente a palo! ¡Tal vez termine por arrancarte ese ojo que te queda bueno!- lo enfrentó también.
El resto del grupo se levantó, nadie quería conflictos internos. Carlitos sirvió de mediador, se interpuso entre ambos:
-¡Bueno! ¡Bueno!... ¿Ustedes están locos?... aquí nadie va a matar a nadie. Hay que llegar a La Peña ¿Lo olvidaron?
-Es verdad. Hay que llegar a La Peña- Repitió Elías, sin dejar de mirar con rabia a Gerson.
-Entonces, arranquemos de una vez... - Aprobó Gerson devolviéndole la misma expresión de odio.
Eran diferentes, solo los unía su deseo de alcanzar la libertad. Infierno analizaba a sus candidatos y comparaba cualidades. En Gerson veía a un líder, pero también veía confusión, ira, dispersión. En Elías veía ambición, sed de poder, concentración, sin lugar a dudas menos creativo que Gerson, algo mecánico en sus acciones. Carlitos tenía potencial, era natural, sociable, con buena reacción en crisis, pero no parecía estar interesado en ser un líder. Gerson tampoco, y eso no eliminaba su talento para serlo. Los fugitivos continuaron con mejor aspecto su travesía hasta llegar a la famosa Peña, una escala más hacia un destino aún desconocido.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)
Любовные романыEn vísperas de sus dieciocho años, Vicente, un joven huérfano, sabe que tiene que abandonar la casa hogar y comenzar su vida como adulto. Una vez afuera de las cuatro paredes que protegieron su infancia, tiene acceso a un nuevo mundo, lleno de opo...