Capítulo 16 - Sentimientos encontrados

20 3 1
                                    

Capítulo 16

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Vicente despertó en soledad. Ahora era un hombre completo y feliz, con el alma en paz ¿Dónde estaba su piedra preciosa? Recordó las reglas del juego. Él no estaba jugando. Se dirigió al baño para lavarse los dientes y darse una ducha cuando vio el mensaje en el espejo del lavamanos:

"Todo fue hermoso y perfecto, Gracias"

Instintivamente sonrió. Se preocupó un poco por saber que la chica se retiró del hotel con tanto dinero, Eso le recordó que todo era un negocio, de pronto su sonrisa se disipó. Se duchó completamente y cuando procedió a vestirse, y tomó el pantalón del suelo sintió el peso de los billetes en uno de los bolsillos. Su sonrisa regreso más amplia que antes "lo sabía, ella me quiere". Él tenía claro en su mente el momento en el cual hicieron el intercambio, Vicente vio a Jade guardar el dinero en el pequeño bolso de mano, ya no era un negocio, era un sentimiento mutuo. ¿Por qué no se quedó? ¿Qué la motivaba a desaparecer de su vida, sin dejar huellas? ¿Quién la esperaba? ¿Realmente estaba tan sola, como él? Ahora el joven tenía más preguntas que respuestas. Se asomó por la ventana panorámica y vio desde esa altura la enorme piscina. Podía quedarse hasta el mediodía, había pagado la noche completa, pero sin su sexy compañera, solo era cuarto muy lujoso y vacío. No postergó su partida. Se vistió con tranquilidad y se retiró placido.

Al llegar a la iglesia, el Padre Aurelio detectó un cambio. El joven Vicente no era el mismo hombre que se despidió en la noche. En su comportamiento, algo se transformó. Se saludaron sin mucho afán, y por una cuestión de principios Vicente improvisó una historia inventada en una discoteca de la ciudad, habló de unos amigos inexistentes y de una fiesta inolvidable. El padre Aurelio no era ingenuo, el joven llego bañado, y su ropa tenía olor a perfume de mujer, su aliento era fresco, sin rastro alguno de alcohol en su sistema, y lo más evidente de todo, no estaba trasnochado. Fingió creer cada palabra para no entrar en confrontación, El padre Aurelio aprendió a ser tan político como su misterioso huésped. Quería conversar de otros temas que afectaban el futuro de Vicente, sin embargo ante la situación actual, prefirió no abordar ese asunto, y dejó ir sin reproches al muchacho.

Vicente entró en su habitación y se recostó mirando al techo, con los pensamientos en Jade, memorizando cada curva de su cuerpo, cada peca de su piel, repitiendo el sonido de sus gemidos y su respiración entrecortada, el olor embriagador de la mujer que se entregó en la noche. No resistió la tentación de llamarla, para oír de sus labios una explicación razonable del porque no se había llevado el dinero. Un repique, luego dos, y así continuó un rato, volvió a intentarlo, pero no atendía. Desistió por agotamiento, "estará ocupada"...

___

Una mujer muy distinta recorría las calles de Caracas, en compañía de su pequeño hijo, Diego. Portando una gorra sencilla, una sudadera blanca, pantalones de jeans ceñidos y zapatos de goma deportivos, era la típica imagen de una madre joven. Difícilmente un hombre tenía acceso a ese hermoso rostro, oculto y desmaquillado. En compañía de su amiga y vecina, ambas conversaron mientras el pequeño entraba corriendo al parque, en dirección al tobogán. Se sentaron en un banco a disfrutar de un helado cada una. Su vecina Karla, pidió detalles:

-No estoy entendiendo bien lo que me estas contando... ¿Me estás diciendo que no fuiste capaz de cobrarle a un cliente? Corrijo ¿A ese cliente?- Karla, una mujer madura y veterana en el negocio de la prostitución tenía una intuición aguda. - ¿Qué te está pasando Celeste?

-¡No lo sé! Sentí muchas emociones cuando ese hombre me besó. Cada vez que me tocaba, perdía el objetivo del encuentro... ¡sé que ya me lo has dicho varias veces, que él es un niño inexperto, que no tiene nada que ofrecerme, que yo tengo una responsabilidad mayor!... Anoche no era Jade la que estuvo en esa Suite, fue Celeste.

-¿Y él sabe, por casualidad, que tu verdadero nombre es Celeste? – Karla indago aún más.

-No tiene por qué saberlo, así es mejor – La joven sintió una presión en su pecho.

-La mentira es una telaraña que crece, pero no se mantiene eternamente. Aclara tu mente, define tus prioridades. Recuerda tu responsabilidad, mejor aún, ve como corre por el parque – Karla, era la voz de la razón.

La relación de estas mujeres era profundamente cercana. Karla conocía bien a Celeste, la niña que se crio en un hogar disfuncional, con una madre irresponsable, que prefería mantener un hombre en su cama a costa de sus propios hijos. Ella la acogió en su hogar cuando escapó de su peligroso amante, el padre de Diego. En esa época Karla, que no tenía hijos, ni esposo, se compadeció de la necesidad de la adolescente descarriada, que al igual que su madre había escogido mal en el amor. Cuando Celeste huyó, sin dejar rastros, le insistió a su benefactora para introducirse en las fauces del opulento Burdel, conocido como La Joya, donde la dueña encantada la recibió al comprobar su impresionante belleza y fría determinación. Así fue como nació Jade. Para la madama no fue sorpresa alguna el uso de un seudónimo, incluso todas las damas de compañía tenían nombres alegóricos al tema del local. Ese detalle les daba distinción al negocio y privacidad a las trabajadoras, que luchaban por mantener su vida privada separada de su vida profesional.

Ahora Karla, ya no era una prostituta más, era considerada por la dueña como una entrenadora profesional. Era su obligación pulir cada nueva adquisición, y cuidar cada detalle del desempeño de las chicas. No era simplemente ofrecer su cuerpo, todo era parte de un paquete bien organizado, donde el cliente recibía una versión pulida y perfectamente acabada de la Joya que disfrutaba por unas horas. Las jóvenes aprendían a desenvolverse en sociedad, a manejar etiqueta, modales, cultura general, maquillaje, pasarela, baile, entre muchos otros conocimientos, y la mejor alumna de todas fue la novata Jade, que destacó desde el principio, con su elegancia natural y su disciplina extrema.

-Yo sé lo que quiero, tengo claras mis metas- Intentó convencerse a sí misma Celeste.

-¿Y Vicente, no te ha llamado hoy?- preguntó Karla.

-No lo sé. Deje el móvil en casa ¿Crees que me ha llamado? – era inevitable retomar el tema.

-¡Por supuesto que te está llamando! Ese hombre debe estar como loco porque no te ubica. Anoche fue su primer encuentro íntimo. ¡Por supuesto que te está llamando! –Karla leía en los ojos de su amiga la ansiedad que producía su afirmación. No fue una noche de trabajo cualquiera con un cliente irrelevante.

-No te preocupes. Yo le cortare las alas – Celeste prefirió ser Jade y olvidar su extraño idilio, pero ya era tarde, no lograba arrancar el recuerdo de la noche anterior.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora