Capítulo 7 - Un mundo de posibilidades

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Capítulo 7

UN MUNDO DE POSIBILIDADES

Era un lunes diferente en el taller, Doña Amelia llegó temprano y se ubicó en la oficina, los hombres moderaron su comportamiento. Estando una mujer en la instalación todo el ambiente cambiaba, no había gritos, groserías, juegos inadecuados. El respeto hacia la patrona era evidente. Como siempre, Vicente se dispuso a comer en un rincón apartado del resto para disfrutar de su acostumbrado pan relleno. Doña Amelia vio el menú y se horrorizó en silencio. Observó durante todo el día cada movimiento del joven mecánico. Hablaba poco, trabajaba bien. El Señor José le comentó las altas calificaciones del muchacho. Eso le impactó positivamente.

Así transcurrieron algunos días, con la presencia constante de Doña Amelia, controlando cada movimiento desde su posición privilegiada. Raúl que era muy expresivo y no guardaba ningún pensamiento para sí mismo, bromeaba con Walter, y la constante vigilancia de la patrona:

-A la jefa le gustan los carajitos musculosos, veo un cable peladísimo...

-Cállate Raúl. Tienes la lengua larga y el cerebro pequeño. Doña Amelia es una dama. Seguro notó lo que es obvio, ese muchacho no pertenece a este sitio – comentaba Walter, después de escuchar los comentarios de Raúl, mientras se tomaban su cerveza diaria en la esquina.

Vicente que estaba atento a cualquier comentario, interactuaba lo menos posible con los dueños del lugar. Evitando ser el centro de atención. Eso no evitó que una tarde fuera convocado por los jefes para reunirse a puertas cerrada en la oficina:

-Buenas tardes, Vicente, pasa y siéntate. Queremos hablar contigo – Don José, que mantenía una buena relación con el joven inició la conversación – No te sientas asustado. Esta reunión es para tu beneficio.

-Le comenté a José que vi tu expediente. Me sorprendió tu promedio estudiantil, esas no son las notas de un mecánico automotor. Una persona con esa inteligencia debe prepararse y aprovechar las oportunidades que la vida le ofrezca – Doña Amelia, estaba receptiva y animada, tomó aire y siguió hablando –Te he observado, tienes mística de trabajo, llegas temprano, cumples. Queremos ayudarte a continuar con tu preparación profesional universitaria.

-No sé qué decir... - Vicente estaba feliz, pero confundido.

-Veras, Amelia y yo sabemos que no tienes recursos para costear tus estudios. Lo importante es que tienes potencial. ¿Qué te gustaría estudiar? ¿Has pensado en eso? – El señor José deseaba sinceramente ayudar a Vicente, lo animó a expresar su opinión.

-Ingeniería Automotriz por supuesto. Todo lo relacionado al tema me apasiona, pero no sé dónde investigar – El joven estaba nervioso.

-Yo puedo ayudarte a encontrar la universidad. Seguramente presentaras una prueba de admisión. No te preocupes por nada. Hoy mismo empiezo a investigar – Doña Amelia era una mujer muy bondadosa, y se encontraba realmente entusiasmada con ese proyecto.

Los ojos de Vicente se humedecieron, era la primera vez que se sentía amado entre este nuevo grupo de personas. Se pasó la mano por la cara intentando disimular sus emociones a flor de piel. Se levantó de la silla y abrazó a Doña Amelia, este gesto la impresionó. Cuando la reunión terminó Vicente retomó sus actividades habituales sin hacer comentario alguno, pero Raúl tenía curiosidad por enterarse de lo que estaba sucediendo, así que se acercó discretamente a su reservado compañero cuando el horario de trabajo culminó:

-Hermano, cuéntame. ¿Qué pasó? – Raúl buscaba entender muchas cosas - ¿Qué te dijo la vieja?

-No le digas vieja. Es una señora – Vicente respondió sin inmutarse – Vieron mis notas, y me ayudaran con mis estudios.

-¿A cuenta de qué? – Respondió Raúl con cierto celo.

- Si el trabajador está preparado, es mejor para el taller.- Vicente meditó un poco y continuó hablando - ¿Te puedo preguntar algo Raúl?

-¿Qué será?

-¿Terminaste tus estudios secundarios?

-No. Deje de estudiar en noveno grado. Eso no es lo mío mi pana... - Raúl se sintió escrutado. Su actitud se tornó defensiva – No todos nacemos para ser cerebritos.

-¿No quieres terminar lo que empezaste? Tal vez conocer cosas nuevas te de otra perspectiva – Vicente se expresaba con tal naturalidad que era difícil comenzar una discusión. Había madurez en sus palabras.

-Yo soy tapado hermano. Me cuesta aprender, esa vaina es muy difícil – El hombre que ahora hablaba se sentía en muchas formas inferior, pero su amigo tenía la intención de estimular sus ganas de superarse.

-Para mí siempre fue fácil. Te puedo ayudar. Piénsalo.

-¿Vas a pedirle a la viej...perdón, a Doña Amelia que pague los estudios míos también? Si ve mis notas me vota. – Raúl sentía más aprecio que antes por su enigmático compañero de trabajo. En ese instante entendió las palabras de Walter, tal vez el joven no pertenecía a ese sitio.

Se tomaron una cerveza en la esquina, y se despidieron. Esa tarde Vicente caminó la relativa distancia que lo separaba de la iglesia para pensar en su futuro. La vida era buena, ahora tenía una meta. Sus dedos marcaron instintivamente el número telefónico de Jade. No estaba prohibido llamarla:

-Hola Jade...

-Hola Vicente ¿No me digas que ya tienes el dinero?...- la respuesta a esa pregunta fue una carcajada.

-No. Estoy feliz por algo que me está sucediendo. Quiero compartir contigo esta alegría. ¿Quiero pensar que en ti tengo una amiga también? – Había dulzura en la voz del joven.

-Esto es nuevo en mi mundo, no estoy acostumbrada a tener amigos, y menos que quieran ser mis clientes – Jade hacia bromas sarcásticas.

-Yo necesito hacer amistades, y necesito una amiga en ti ahora – con esta afirmación, la irónica Jade dejó caer la máscara y permitió entrar a Vicente en su vida, al menos telefónicamente.

-Ok niño bonito, me ganaste, cuéntame que te tiene tan emocionado.

Así comenzó una relación que iba más allá de una negociación, que contenía emociones escondidas y sinceridad.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora