Capítulo 2

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H

-¿Has acabado?- pregunté impacientemente.

-Sí.- suspiró Ian, quitándose los guantes y tirándolos a la basura.

La chica seguía inconsciente sobre la camilla, solo que esta vez tenía un vendaje alrededor de la pierna y no tenía rastro de sangre.

-¿Cuánto tardará en despertarse?- cuestioné. Necesitaba hablar con ella cuanto antes.

-Dale un rato.- se encogió de hombros Ian.

-¿Un rato?- inquirí.- No sé si te has dado cuenta pero esa chica viene desde Westfield con tan solo cinco personas más, ¿no te parece un tanto sospechoso?

-Sí, pero no vas a sacarle nada mientras siga dormida.- razonó él.

Resoplé, sabiendo que no había nada que hacer. Sacudí la cabeza, intentando aclararme las ideas. Era muy raro que seis personas trataran de entrar aquí sin ningún plan aparente. Los otros cinco escaparon, ya que estaban justo al lado de la muralla cuando los descubrimos. Pero, ¿por qué dejarían a la chica sola? Ni siquiera sabía disparar, no podían haberle encargado nada importante. Pero entonces, ¿por qué iba a arriesgarse de tal forma?

Pasaron un par de minutos hasta que la chica abrió los ojos, gruñendo. Instantánemente, me acerqué a la camilla y me coloqué a su lado.

-Vamos, te vienes conmigo.- le ordené.

Ella me miró confundida por un momento, como si no recordara exactamente dónde estaba.

-H, deja que repose un poco.- me dijo Ian, a lo que yo respondí con una mueca de irritación. ¡Estaba aquí como prisionera, no en unas putas vacaciones!

-Déjate de gilipolleces, vamos, levanta.- insistí, agarrando el brazo de la chica y tirando de ella.

-H.- me detuvo Ian, apartando mis manos de ella.- Espera a mañana.

-Es de Westfield.- recalqué, como si ese no fuese suficiente motivo.

-Lo sé.- asintió firmemente.- Pero sabes perfectamente que como te la lleves a una celda ahora mismo, no te va a servir de nada. Déjala aquí, no es una amenaza, ni siquiera sabe disparar.
Contemplé lo que Ian decía, sabiendo que tenía razón, pero aun así, algo no me daba buena espina. Todo volvía a lo mismo, ¿qué pretendía?

-Está bien, pero me quedo para vigilarla.- declaré, sentándome en una silla frente a la cama.

-Deberías dormir, son las dos de la mañana.- me aconsejó Ian.

-No.

Ian rodó los ojos, sabiendo que no podría hacer nada para hacerme cambiar de opinión.

-Como quieras, si necesitas algo, ven a buscarme.- se despidió, saliendo de la habitación.

El cuarto se quedó en silencio tras su salida, dejándome a solas con la chica cuyo nombre todavía no conocía. Tampoco es que me importara.

Ella me miraba expectante, esperando que dijera algo pero no tenía nada que decir.

-¿Vas a quedarte ahí mirando toda la noche?- preguntó. Su voz aun sonaba un tanto adormecida.

-Sí.- asentí.- No pienso quitarte el ojo de encima.

La chica rodó los ojos dramáticamente y se dejó caer sobre la cama.

La observé durante unos segundos, percatándome de su apariencia por primera vez. Su pelo era rubio y largo, esparcido sobre la almohada. Aunque sus ojos ahora no me miraban, había notado el destello de claridad en ellos. Parecía tener más o menos mi edad, puede que un poco más pequeña.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora