Riley
La mañana siguiente no fue nada fácil. H vino a desayunar con una camiseta negra, con las mangas arrancadas, dejando a plena disposición los perfectos músculos de sus brazos. Me llevé unos segundos admirando los tatuajes que los adornaban, ninguno teniendo aparente sentido con el anterior. Me llamó la atención la rosa que tenía, en mi opinión siendo muy poco él. Y por otro lado, una sirena en su antebrazo me descolocó por completo, haciendo que frunciera el ceño inconscientemente.
-¿Pasa algo?- la voz ronca de H me sobresaltó, causando que casi derramara la taza que tenía entre los dedos a punto de darle un sorbo.
La bajé y la coloqué sobre mi bandeja, siendo consciente de que había estado embobada mirándolo sin darme cuenta. Sus ojos me miraban inquisitivamente, brillando bajo la luz de los focos, al igual que la cadena plateada que rodeaba su cuello. Me había percatado de ella antes, pero hasta ahora no la había visto por fuera de su camiseta, mostrando un crucifijo colgando de ella.
-N-No.- titubeé, clavando la mirada en el material azul de la mesa.
-Pues deja de mirarme, coño.- contestó de malas maneras, incluso causando que Kat se girara hacia él. Lo miré sin entender cuál era su problema.
Pude sentir que seguía mirándome fijamente a pesar de que no dijo nada. Continué tomando mi desayuno mientras pensaba en el grandísimo error que había sido besarlo. ¿Cómo había podido hacer algo así? Era obvio que las cosas entre nosotros no iban a cambiar y solo habíamos conseguido ponerlas más difíciles.
Tras terminar de desayunar, volví con Cassie y Kat a nuestro edificio. Cassie vino con nosotras a nuestra habitación, reclamando que no tenía ganas de irse a su habitación con su odiosa compañera. Así que, terminó tumbada en mi cama, mientras Kat preparaba sus cosas para lo que fuese que tuviese que hacer hoy. Al pensar en aquello, me pregunté qué era lo que hacían exactamente en la base, así que lo dije en voz alta.
-Entreno a novatos y soldados.- contestó Kat, preparando una mochila.- Cassie repara armas y las mejora y cosas así. Y un par de veces al día, nos toca hacer guardia.
-Oh.- asentí, comprendiendo un poco mejor lo que hacían cuando desaparecían durante todo el día.- ¿Y sois como las jefas de esas cosas?
-Algo así.- contestó Cassie esta vez.- Pero nadie busca problemas con nosotras y los chicos si es a lo que te refieres.
-¿Y cómo es que todos estáis al mando y sois amigos?- pregunté extrañada. Me parecía demasiada coincidencia.
-Nos entrenamos juntos.- Kat se encogió de hombros.- Después, cada uno se dedicó a lo que mejor se le daba, pero siempre teníamos cosas en común.
-Ya veo.- comprendí. Tampoco me esforcé mucho en imaginar cómo habría sido porque yo nunca había vivido nada de eso. No había salido de la pequeña villa en la que vivía hasta que los militares llamaron a mi puerta y me tuvieron en la base durante un par de días antes de mandarme aquí.
Tras unos segundos de silencio, mientras me quedaba apoyada contra el armario, Kat terminó de preparar sus cosas y se colgó la mochila a la espalda.
-Me voy.- anunció.- Tengo guardia.
Su voz desprendía aquel tono condescendiente que te hacía pensar que quería pelea contigo, pero tras pasar casi dos semanas con ella, empezaba a darme cuenta que simplemente era su forma de hablar.
-Ah.- dijo antes de salir, girándose hacia mí.- H me ha dicho que te diga que tienes entrenamiento a las tres cuarenta y cinco.
Asentí, intentando que mi rostro no reflejara la incomodidad ante el pensamiento de pasar más tiempo a solas con él. Si Kat se dio cuenta, no le dio importancia y volvió a girarse para salir finalmente. Antes de que pudiese contenerme, le pregunté a Cassie que seguía tumbada sobre mi cama:
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Gunshot [h.s]
FanfictionSobrevivir. Esa es la única preocupación que puedes tener en un mundo como en el que vive Riley. Tras la guerra que arrasó Inglaterra, nada ha vuelto a ser igual. La vida de Riley gira en torno a la seguridad de su padre y la suya propia, pero todo...