Capítulo 46

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Riley

Me desperté temblando. Respiré pesadamente, percatándome de que el aliento que salía de mi boca se transformaba en una nube de vapor por el frío. Durante la noche, había dejado de llover, dejando el ambiente más frío y húmedo de lo que ya estaba. El gato no había vuelto a aparecer y con él lo único que me quedaba de H. Me levanté lentamente, siendo consciente de cómo me temblaban los músculos y lo débiles que sentía las piernas. Necesitaba comer, beber y calentarme. Me arrastré hasta la ventana, observando la calle desde allí. Como era lógico, no había nada que indicara que hubiese comida cerca. Me sentía un poco mareada, pero no tenía la energía suficiente como para preocuparme demasiado por ello. Salí de la habitación, llevándome la mochila vacía conmigo. Bajé las escaleras con cuidado de no caerme, viendo cómo algunos escalones se movían en mi mente de vez en cuando. Una vez estuve abajo, comencé a caminar hacia el centro de la ciudad. No era la mejor idea adentrarse en aquel lugar, pero no me quedaba otra opción. Lo único que se me ocurría era robar la comida de alguien. Era obvio que cualquier lugar que hubiese en la ciudad con comida habría sido saqueado hace mucho tiempo. Eché un vistazo a unos cuantos bidones que alguien había utilizado para hacer fuego y pensé en llevarlos hasta mi refugio. Sin embargo, la idea abandonó mi cabeza cuando pensé en que no tenía fuerza suficiente para transportarlos. Tampoco tenía nada con lo que iniciar el fuego.

Continué caminando, entrecerrando los ojos cuando los rayos del sol me golpearon la cara. Resultaba agradable sentir el calor del sol, pero en cuanto se levantaba un poco de viento, el gélido aire me cortaba la piel. Oí cómo algo se caía a unos metros de mí, sobresaltándome. No podía ver de dónde había provenido el sonido, pero imaginaba que venía de una estrecha calle a unos metros de distancia. Mi instinto me decía que corriera, pero tampoco tenía la energía para eso. Las piernas me pesaban y todo parecía estar pasando a cámara lenta. Antes de que pudiera siquiera pensar en qué estaba pasando, tenía un fino alambre alrededor del cuello y sentía la presencia de alguien en mi espalda.

-Pero bueno, ¿qué hace una jovencita como tú por aquí?- un aliento rancio me golpeó la mejilla.

Me quedé paralizada, siendo consciente de que no podía moverme sin que el alambre me rajara la garganta.

-¿Te has perdido?- preguntó con tono burlón.- Las bases están bastante lejos de aquí, chica.

Tragué saliva con dificultad, sintiendo cómo el alambre me raspaba la piel.

-Solo... Solo buscaba algo de comida.- murmuré, rezando por que el final de aquella historia no fuese como el que me estaba imaginando en mi cabeza.

-¿Comida?- rió. La voz era la de un hombre.- Todos estamos así aquí, cariño.

Ahogué un sollozo cuando sentí sus sucios labios rozar mi oreja.

-Puedo marcharme.- dije, deseando que H me hubiera enseñado cómo librarme de un psicópata que tuviese mi cuello rodeado por un alambre tan fino como una cuchilla.

-Oh, no te preocupes.- chasqueó la lengua.- En realidad, me alegro mucho de haberte encontrado.

Su tono era suficiente para causar que me dieran escalofríos. Se acabó. Iba a morir a manos de aquel hombre.

-Ven conmigo.- me dijo, empujándome para que avanzara, sin apartar el alambre de mi cuello. Me obligó a caminar hasta la calle de la que había provenido el ruido antes.- Te vi llegar ayer y no te he podido quitar el ojo de encima.

Sentí cómo algunas lágrimas se almacenaban en mis ojos, presa del miedo. No sabía cuáles eran las intenciones de aquel tío exactamente pero sí sabía que no serían buenas. Me hizo seguir caminando unos metros más hasta llegar a una puerta de metal.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora