Capítulo 51

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Riley

-Suéltame, por favor.- gemí.

El hombre rió con maldad, disfrutando de las lágrimas que caían de mis ojos. Parecía que aquella imagen le animaba a seguir con lo que estaba haciendo. Sentía sus dedos clavándose en mi piel, arrancando las telas que me cubrían una a una. Me sentía indefensa mientras que mi cuerpo era incapaz de moverse. Estaba congelada y por mucho que lo intentara, no conseguía que mis músculos obedecieran. El hombre consiguió desnudarme por completo entonces. Las lágrimas se me acumularon de tal forma en los ojos que apenas podía ver lo que había delante de mí. Sin embargo, pude oír perfectamente cómo la tela que cubría sus piernas desaparecía.

-¡Por favor!- grité cuando noté cómo sus dedos se cerraban alrededor de mi garganta con facilidad.- ¡Por favor!

El hombre soltó otra grave carcajada antes de agarrar violentamente mis piernas y separarlas. Gritaba a pleno pulmón pero era incapaz de mover un solo músculo. El miedo me comía viva por dentro mientras él me miraba con una sonrisa en el rostro. Entonces, acercó su entrepierna desnuda a la mía lentamente.

-¡No, no, no...!


-¡Riley!

Abrí los ojos de par en par, reconociendo que ya tenía lágrimas en ellos. Me senté sobre la cama de un salto, respirando con dificultad. Apenas fui consciente de la presencia de H a mi lado, mirándome con preocupación.

-Ya está, ya pasó.- me tranquilizó rodeando mi cuerpo con ambos brazos.

Me acurruqué contra su pecho, aún teniendo lágrimas bajándome por las mejillas. No podía dejar de ver la cara de aquel engendro y de sentir el miedo como si lo estuviese viviendo de verdad. Las manos de H me acariciaban la espalda de una manera reconfortante mientras que mis puños se cerraron sobre la tela de su camiseta. Respiré temblorosamente, aún agitada por aquel deformado recuerdo.

-Estás bien, tranquila.- me susurró al oído, subiendo una de sus manos para acariciarme el pelo.- Solo ha sido una pesadilla.

Asentí con la cabeza contra su pecho. Él se tumbó sobre la cama con cuidado, llevándome con él. Odiaba sentirme tan débil como me sentía. Parecía una niña pequeña que necesitaba la constante atención y cuidado de alguien.

-¿Quieres hablar?- me preguntó con suavidad.

Negué con la cabeza.

-Está muerto, Riley.- me sorprendió al adivinar lo que había soñado.- Y nada de eso va a volver a pasar, ¿vale? Ahora estás a salvo.

Asentí levemente.

-Intenta dormir.- me dijo. Los ojos me pesaban, desesperadamente pidiendo que los cerrara de nuevo. Sin embargo, una parte de mí no quería hacerlo. H me obligó a que me diese la vuelta, dándole la espalda. Rodeó mi cintura con su brazo y pegó mi espalda a su pecho. Le agarré la mano, cerrando los ojos mientras apreciaba su cercanía.- Estaré aquí para despertarte si lo necesitas.

-Gracias.- murmuré, besándole el dorso de la mano antes de cerrar los ojos.

Tras eso, me quedé dormida bajo la sensación de sus brazos protegiéndome de cualquier peligro.


A la mañana siguiente, me desperté con el brazo de H rodeando mi cuerpo. Sentía su pausada respiración en la nuca, dejándome saber que seguía dormido. Tracé su antebrazo con la yema de los dedos distraídamente. No pretendía despertarlo, pero no tardó en revolverse detrás de mí.

-¿Qué hora es?- lo oí bostezar.

-Temprano, supongo.- dije, apoyando la cabeza sobre un brazo, aún tumbada sobre la cama.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora