Capítulo 41

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Riley

Conseguí escabullirme del firme agarre de H y llegar hasta el cuarto de baño para lavarme las manos. Sin embargo, no tardé en sentir el brazo de H rodeándome el estómago mientras sus labios se posaban en mi mejilla. Le sonreí a través del espejo frente a nosotros.

-Debería ducharme.- dijo él, encontrando mi mirada en el reflejo.

Reí un poco, sonrojándome al contemplar nuestra apariencia. Ambos estábamos sin camiseta y teníamos las mejillas ruborizadas.

-O podrías ducharte conmigo.- propuso.

Me sonrojé aún más, sacudiendo la cabeza repetidas veces.

-Venga.- me pidió, plantando una mano sobre uno de mis pechos cubierto por el sujetador para apretarlo, a la vez que hundía la cara en mi cuello. Empezó a besarlo sutilmente, haciéndome cosquillas más que nada.

-Para, para.- reí, intentando apartarlo de mí. Él insistió, esta vez rozando mi cuello con su nariz para hacerme más cosquillas a propósito.- ¡Para!

Reí, tirando de su pelo no demasiado fuerte para moverle la cabeza. Él obedeció finalmente con una sonrisa divertida en la cara. Me gustaba aquel H. Juguetón, divertido, relajado.

-Dúchate ya, anda.- le dije, saliendo del baño.

Él me siguió, causando que me girara sobre los talones, alzando ambas cejas.

-Que voy a coger ropa limpia, tranquila.- se excusó, levantando ambas manos en el aire.

Rodé los ojos y me senté en su cama, cogiendo mi camiseta del suelo para ponérmela de nuevo. Era solo una camiseta de tirantes blanca, con un escote recto, pero no tenía frío. H fue fiel a su palabra y tan pronto como sacó ropa limpia del armario, se metió en el cuarto de baño, cerrando la puerta tras él. Intentó convencerme una vez más para que entrara con él, pero no coló. Unos segundos después oí el agua correr. Me relajé sobre la cama de H, apoyando la espalda en la pared. Me mentalicé de que el descanso se había terminado y las cosas iban a ponerse serias, por mucho que me pesara. Necesitaba hablar con él acerca del otro día, y aún más importante, quería decirle la verdad. Tenía que estar repitiéndomelo constantemente para no echarme para atrás. No podía seguir posponiéndolo. Iba a enfadarse, lo sabía, e iba a hacerle daño; pero cuanto más tardara, más daño le haría.

Unos cinco minutos después, H salió del cuarto de baño solo con unos pantalones. Estaba secándose el pelo con una toalla, dejándome ver cómo algunas gotas que no había secado bien caían por su tonificado cuerpo. H se percató de mi mirada, pero no dijo nada. Su rostro ya no parecía tan juguetón como antes. Seguramente el agua le había aclarado la cabeza tanto como a mí los minutos que habíamos estado separados. Sin embargo, se sentó junto a mí en la cama, siendo rápido en buscar mis labios. Se lo permití, es más, quería que lo hiciera. Quería besarlo una última vez antes de que el infierno se abriera. Lo dejé tumbarme sobre la cama. Agarré el crucifijo que colgaba de su cuello y lo acerqué a mí, saboreando sus labios lentamente. Él, por otro lado, estaba segura de que solo estaba intentando hacerme olvidar la razón por la que había venido. Separé mis labios de los suyos con lentitud, deseando no tener que hacerlo.

-Tenemos que hablar.- repetí en un murmullo.

Él me miró con fastidio, diciéndome con los ojos que no estaba dispuesto a hacerlo.

-Dijiste que lo harías.- le recordé.

Ante eso, él asintió, tomando una larga respiración. Se apartó de encima de mí y se sentó de nuevo sobre el colchón. Lo seguí, imitando su posición.

-No sé qué quieres que hablemos.- se encogió de hombros.- Soy yo. Sí, ¿y qué?

Su tono se había vuelto un poco más frío y duro, completamente distinto a como era hacía unos minutos. Respiré hondo, sabiendo que era un tema muy delicado. No iba a presionarlo; no iba a obligarlo a decir algo que no quisiese decir.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora