Capítulo 30

3.5K 193 42
                                    

H

Me llevé toda la noche sentado en la parte de atrás del gimnasio. También se me acabó el tabaco que me había dado Niall. No sabía qué me pasaba o por qué. Era la primera vez en mucho tiempo que me quedaba atrapado en un sueño así. No hacía mucho había soñado con lo que pasó, pero fue mucho más rápido. Empezaba a temblar solo con pensar en el realismo del sueño. Era como si todo se repitiese de nuevo.

Me pasé la noche mirando al horizonte, pensando en qué significaba aquello. Poco a poco, estaba haciendo las paces con la idea de seguir adelante y dejar lo que había pasado en el pasado. Pero eran momentos así los que me demostraban que no podía, que por mucho que quisiese, no iba a poder escapar. Me había costado aceptarlo, pero estaba haciéndome a la idea de que tenía que dejarlo ir.

No podía negar lo que me pasaba con Riley. Era un completo iluso si lo hacía. Lo sentía cada vez que estaba cerca y cada vez que hablaba con ella. Había algo ahí que no podía explicar.

Pero después, todo volvía a Maddie una y otra vez. 

Sabía que no habría querido que me hubiese quedado anclado en el pasado, lo sabía, pero no era fácil.

Poco a poco, estaba sintiéndome más preparado para intentar seguir con mi vida, o para empezar a vivir de nuevo, mejor dicho.

Sin embargo, tenía miedo de hacerlo. Si algo me asustaba en el mundo, era el olvido, y es algo completamente inevitable. Hacía nueve años que mis padres habían muerto y había momentos en los que no recordaba cómo sonaba la voz de mi padre con exactitud, o se me olvidaba cómo se transformaba el rostro de mi madre cuando reía. Y no quería que eso me pasase con Maddie. Ella había significado tanto para mí que solo la idea de olvidarla hacía que las rodillas me flaqueasen. Y a veces me pasaba, me pasaba que no recordaba alguna expresión que decía en concreto o algunas palabras que solía utilizar. Eso me asustaba muchísimo. Sabía que dejar que Riley se acercara a mí no iba a afectar a cómo recordaba a Maddie, pero era un comienzo.

Volví a mi cuarto cuando todos estaban desayunando. Niall no estaba en la habitación y lo agradecí profundamente, no sintiéndome en mis capacidades emocionales para hablar con nadie. Lo primero que hice fue ir directo a mi cama, levantando la almohada para buscar lo que me tranquilizaba en momentos así. 

Pero no estaba.

Sacudí la almohada, esperando que cayera de la funda, pero no lo hizo. El corazón empezó a latirme más fuerte cuando empecé a tirar las sábanas al suelo, esperando desesperadamente que estuviese debajo. Cuando no la encontré allí tampoco, empecé a abrir los cajones de la cómoda y los armarios, tanto el de Niall como el mío. No me importó que la ropa terminara tirada por el suelo ni que algún que otro cajón la siguiera. Miré alrededor de la habitación frenéticamente, observando el desastre que había montado. La habitación no era muy grande, ¿dónde coño estaba? Negando con la cabeza, volví a la cama, esta vez levantando el colchón y mirando bajo la cama.

No estaba.

Lo único que tenía de ella no estaba.

-Pero, ¿qué coño ha pasado?- oí la voz de Niall en la puerta de la habitación, observando la leonera en la que se había convertido nuestro dormitorio.

-No está.- dije, acalorado por el esfuerzo que había supuesto moverlo todo.- Niall, no está.

-¿El qué?- entró cuidadosamente, procurando no pisar la ropa que había por el suelo.

-¡La foto! ¡No está, Niall!- exclamé, tirándome del pelo. Señalé mi cama.- ¡Siempre está ahí! ¡Siempre! ¡No está por ninguna parte!

-Vale, vale...- asintió él, mirándome con calma.- ¿Has mirado detrás de la cama?

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora