Capítulo 4

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H

-¿Estás loco?- fue lo primero que dije en cuanto Rick me arrastró del comedor. Riley estaba apoyada contra la pared, su mirada en el suelo mientras nosotros discutíamos.

-H.- dijo calmadamente.

-¡No, no me digas "H"!- dije, imitando su tono.- ¿Eres consciente de lo que estás haciendo? ¡Es el enemigo, por Dios Santo!

-No te estoy pidiendo que confíes en ella, te estoy pidiendo que confíes en mí.- me dijo tranquilamente.- Sé perfectamente que la vas a vigilar como si te fuese la vida en ello, si ves algo raro, ven a mí.

-Podría ser una espía.- elevé las manos al aire. Rick tenía esos momentos de "iluminación" como los llamaba yo, cuando hacía cada cosa más extraña que la anterior. Este se llevaba la palma.

-¿Y cómo se va a comunicar con el exterior?- cuestionó.- Te has encargado de quemar su ropa y hemos registrado la mochila que traía. No hay nada. Y encima, voy a tener la precaución de saber dónde está a cada momento hasta que me asegure que es de fiar.

Sacudí la cabeza, resoplando sin creerme lo que estaba oyendo. Una parte de mí sabía que era racional. Si colaboraba y demostraba que no estaba filtrando información, podría quedarse. Pero no me gustaba. Aquella chica no me gustaba un pelo.

-H, sé que no te gusta...- comenzó, apoyando una mano en mi hombro.

-¡No!- la aparté.- ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? ¡Viene de Westfield! Esa gente está mal de la azotea, se les puede ocurrir cualquier cosa.- dije, señalando mi cabeza con el índice.

-H.- volvió a decir mi apodo.- Tranquilízate. Se va a hacer como yo diga y punto. Tú, más que nadie, deberías entender por qué alguien haría todo lo que Westfield dijera.

Encajé la mandíbula, odiando que tuviese razón. Lo entendía. No quería ni imaginarme qué habrían hecho para que la chica viniese aquí, sin ser ni siquiera soldado. Porque aquello era obvio, cómo se movía, cómo me disparó. Incluso llegaría a asumir que vendría de una familia pobre, agricultores.

-Tengo que volver a la oficina, llévala a un apartamento.- dijo, dándome una palmada en la espalda y dando el tema por zanjado.
Rick desapareció de vista y nos dejó a ambos intercambiando miradas. Casi había olvidado que había estado allí todo el tiempo.

-Mira, sé que no confías en mí. Yo tampoco lo haría.- decidió hablar.- Pero estoy diciendo la verdad. Colaboraré en todo lo que pueda, sé cosas que podrían ayudar.

Sin decir una palabra, me lancé sobre ella, cogiendo el cuello de su chaqueta para colocarla contra la pared. Ella abrió los ojos de par en par mientras que mi frente casi rozaba la suya.

-Escúchame bien.- dije en tono amenazador. Sabía cómo modular mi voz perfectamente para dar miedo, y por su rostro, sabía que lo estaba dando.- Esta base es mi vida. Protejo a esta gente cada día sin cuestionarlo, como tú seas la culpable de que esa protección no sea suficiente, me encargaré yo mismo de que no vuelvas a ver la luz del día, ¿entendido?
Riley asintió rápidamente, seguramente rezando por que la soltara. Ingenua.

-Y ahora me vas a decir exactamente qué hacías aquí dentro si no quieres que te haga la vida imposible.- la amenacé. Cualquier mentira que estuviese dispuesta a decir, desapareció en sus ojos. Podía verlo.

Entonces, me contó que Westfield la había amenazado con matar a su padre. Eso podía creérmelo sin ningún problema. Me contó cómo era una de las mejores en informática de la base y la necesitaban para hackear nuestro sistema.

-Decías que no habías conseguido nada.- recordé aun sin soltarla.

-Sí.- lo confirmó, apenas sin respirar.
No pude evitar soltar una pequeña carcajada. Se creía que soy gilipollas.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora