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Como de costumbre, me pasé toda la tarde en el gimnasio. No me tocaba ni guardia ni entrenamiento, por lo que podía hacer lo que me diese la gana. Antes, me gustaba mucho correr. Solía salir del campamento y perderme por el bosque siempre que podía. Aun lo hacía, pero debido al peligro que suponía y a que no podía salir siempre que quería, encontré otro hobby. Ahora el saco de boxeo era uno de mis mejores amigos. Sentía cómo toda la tensión de mi cuerpo y todo lo que estuviese sintiendo, salía por mis puños y se estrellaba contra la goma. No me gustaba usar guantes porque no podía descargarme todo lo que quería. Normalmente, simplemente me vendaba las manos, pero entonces tenía que tener cuidado y descansar de vez en cuando si quería volver a utilizar las manos. En aquel momento, mis puños chocaban con el saco con fuerza, el sudor bajándome por la frente, recorriéndome la cara. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero eso era lo que me gustaba; el tiempo se detenía. Aquella zona del gimnasio solo la utilizaba yo, apartado de las pesas y demás máquinas que utilizaban los otros soldados.
-¡Styles!- escuché un grito detrás de mí.
Me di la vuelta, jadeando y apartando el sudor de mi frente con el antebrazo. Encontré a Liam, sus ojos marrones mirándome de arriba a abajo.
-Llevo buscándote un cuarto de hora.- alzó los brazos a sus costados.
-¿Qué quieres?- pregunté, esperando que se fuera para poder continuar. Liam entrenaba conmigo a veces, él mismo me introdujo en aquel deporte, pero su aroma a recién duchado me hacía saber que no pensaba hacerlo ahora.
-Es hora de cenar.- dijo.- Estamos esperándote.
Fruncí el ceño, ¿ya?
-Oh... Id sin mí, no tengo hambre.- respondí, dándome la vuelta y empezando a botar sobre la punta de mis pies, evitando enfriarme.
-Tío, ven a comer algo.- insistió Liam.
Resoplé, sabiendo que no me dejaría tranquilo hasta que fuese.
-Estaré allí en un rato.- cedí. Volví a dar puñetazos, ignorando la sensación de tener la mirada de mi amigo clavada en mi espalda.
-Está bien.- refunfuñó. Escuché sus pasos alejándose de mí.- No tardes.
Sus palabras se esfumaron de mi cabeza tan rápido como abandonó la sala. El aire salía de mis pulmones en resoplidos cuando un nuevo golpe era lanzado contra el material del saco. Daba igual si llevaba unos días tranquilo, si no pasaba nada en especial que me cabreara; siempre tenía el ansia de descargarme. Era una necesidad.
Sin embargo, esta vez sí que pasaba algo. Llevaba todo el día tenso y estresado, sin poder parar de darle vueltas a la llegada de la chica.
Pasó un buen rato hasta que recordé que tenía que ir a cenar. Me limpié el sudor de la frente con la toalla que reposaba en el banco que había junto a la pared, donde también se encontraba mi botella de agua, la cual tardé segundos en vaciar. Me dirigí a los vestuarios, dispuesto a ducharme. Era un cuarto, pequeño, conectado a la nave que era el gimnasio. Había varias filas de taquillas y cinco duchas al final de la estancia. Abrí mi taquilla, sacando la ropa limpia a la que iba a cambiarme cuando Jace, un compañero que nunca me había caído demasiado bien, se colocó junto a mí.
-Styles.- me reconoció.- ¿No deberías estar en el comedor?
Lo miré. No era ningún secreto que no nos llevábamos bien. Él me había detestado desde el día en el que llegué y, en consecuencia, yo había hecho lo mismo.
-Podría decir lo mismo.- continué con lo que estaba haciendo.
-O por lo menos vigilando a la niña esa.- gruñó.
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Gunshot [h.s]
FanfictionSobrevivir. Esa es la única preocupación que puedes tener en un mundo como en el que vive Riley. Tras la guerra que arrasó Inglaterra, nada ha vuelto a ser igual. La vida de Riley gira en torno a la seguridad de su padre y la suya propia, pero todo...