Capítulo 38

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Riley

Me desperté sintiendo más calor del que debería. Abrí los ojos lentamente, percatándome del cuerpo que estaba presionado contra mi espalda. Recordé rápidamente la noche anterior, evitando así sobresaltarme al encontrar los brazos tatuados de H rodeando mi cuerpo.

Podía acostumbrarme a aquello.

Me di la vuelta suavemente, intentando no despertarlo. Se me había quedado un brazo dormido y necesitaba moverme. Sin embargo, tan pronto como cambié de posición, el ritmo de la respiración de H cambió y emitió un leve gruñido. Estaba encarándolo ahora, por lo que pude ver cómo sus ojos se abrían levemente. Me miró a través de sus ojos entornados, volviendo a cerrarlos perezosamente.

-Buenos días.- le dije con diversión. Él murmuró algo que no llegué a entender, pero no parecía muy contento por haberse despertado.

H no me dio tiempo a que reaccionara cuando estrechó mi cuerpo contra el suyo, envolviéndome con sus brazos, y acurrucó la cabeza en el hueco entre mi hombro y mi cuello. Sentí cosquillas cuando su cabello rozó mi piel, pero más que nada, me quedé paralizada. No sabía a qué venía aquel repentino afecto, pero no iba a quejarme.

-Tengo frío.- murmuró H contra mi piel.- Abrázame.

Rodé los ojos ante su infantil pero coqueto comportamiento. Rodeé su cuerpo con ambos brazos, manteniéndolo cerca de mí. Nunca nos habíamos abrazado así, completamente entrelazados con el otro, pero podía decir que era una de las mejores sensaciones del mundo. Estaba completamente relajada y cómoda. Nos quedamos en silencio durante un rato, pero no era tenso ni nada parecido. Simplemente sentíamos la compañía del otro. La yema de mis dedos recorrían inconscientemente el bíceps de H, mientras que él parecía estar en proceso de quedarse dormido de nuevo. No lo culpaba; anoche debíamos de habernos dormido a eso de las tres, y por la luz, podía decir que por lo menos...

-Joder.- me incorporé de un salto en la cama, causando que la cabeza de H cayera hacia a un lado.

-¿Qué?- se quejó, adoptando la misma postura que yo. Se frotó un ojo con la mano mientras bostezaba, pareciendo diez años más pequeño.

-¿Qué hora es?- pregunté.

-Las diez y cuarto.- dijo, mirando el reloj por encima de su hombro.

-Tenemos que ir a desayunar, todos...

-Qué más da, ya se habrá acabado.- se encogió de hombros, rodeándome la cintura de nuevo para que me tumbara.- Vamos a quedarnos un rato más.

Obedecí sin oponer mucha resistencia. No tenía hambre y pasar un rato tranquila con H a solas sonaba mucho mejor en mi cabeza. Volvimos a nuestra previa posición, solo que ahora la cabeza de H estaba colocada un poco más abajo, sobre mi pecho. No pensé cuando levanté el brazo que lo rodeaba y llevé la mano a su pelo, enredando mis dedos entre sus rizos. H pareció tan sorprendido como yo, por lo que aparté la mano rápidamente. A la misma velocidad, H me atrapó la muñeca, devolviéndola a su previa posición.

-Sigue.- me pidió en voz baja.

Continué con mis movimientos, pudiendo ver cómo se relajaba por completo bajo mi tacto.

Me gustaba aquello. Me gustaba lo que fuese que teníamos. Me gustaba estar tumbada en mi cama con él sin hacer nada y me gustaba haber pasado la noche con él. No había habido nada sexual en la noche anterior más que habernos enrollado un poco y me complacía el sentimiento de satisfacción que suponía eso. Me había demostrado que no quería mi compañía solo por placer físico.

-¿Cómo te hiciste eso?- no me había percatado de que H había levantado la cabeza levemente y estaba mirando mi cadera, revelada por mi camiseta ligeramente levantada y donde se podía ver un pequeño corte.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora