Capítulo 61

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Riley

Media hora después, no nos habíamos movido del pasillo. Tenía el estómago tan revuelto que no sabía cómo no había vomitado. Cuando volvimos a salir, me sorprendí cuando Kat me abrazó y no me soltó hasta que me había calmado por completo.

No podía dejar de repetir en mi cabeza el momento en el que la máquina había dejado de pitar, como si hubiese sido mi corazón el que se hubiese parado. Podía sentir el miedo comiéndome el cuerpo cuando lo rememoraba. Creía haberme convencido de que, en aquel lugar, cuando alguien se iba de la base, podía significar que no se le volvería a ver, pero no lo había sentido tan real hasta aquel instante.

El corazón me latió con fuerza cuando vi a Ian abrir las puertas de la enfermería.

Todos nos giramos hacia él expectantes de una respuesta. Su mirada se posó en cada uno de nosotros antes de responder.

-Está estable.- dijo.- Por ahora.

Dejé escapar una bocanada de aire que no sabía que estaba conteniendo, encontrando alivio en la cara de todos cuando los miré. Sin embargo, cuando volví a mirar a Ian, no me permití alegrarme del todo. Tenía el gesto cansado, pero no parecía completamente relajado.

-Pueden pasar muchas cosas todavía.- nos advirtió con un tono severo.- Todo depende de cómo pase la noche.

-Y si la pasa.- murmuró Kat con una expresión sombría.

Aparté la mirada al suelo y respiré hondo, concentrándome en que de momento estaba bien.

-¿Podemos verlo?- pregunté.

-Sí, venid conmigo.- Ian asintió y nos dirigió a todos a la enfermería.

El tal Ryan y el otro enfermero estaban terminando de limpiar el desastre que se había formado, pero por lo menos, ahora H descansaba sobre una camilla con las sábanas limpias e inmaculadas. Tenía el rostro aún cubierto por una máscara de oxígeno y seguía conectado a un montón de máquinas. Me acerqué a él lentamente, procesando su apariencia en general. Tenía el torso desnudo, un gran vendaje rodeándole la parte baja del abdomen, dejando a plena vista el tatuaje de la mariposa. En el interior del codo tenía clavada una vía conectada a lo que parecía una bolsa de suero mientras que el bíceps lo tenía rodeado por una banda de color negra, también unida al monitor que mostraba su frecuencia cardiaca. Tenía los ojos cerrados, sus largas pestañas oscuras rozando sus pómulos mientras que un rizo rebelde le caía sobre la frente. Alargué la mano y se lo aparté con delicadeza, dejando que mis dedos acariciaran su frente lentamente. Lo más importante de todo, es que su pecho se elevaba y descendía sin parar.

-Ha tenido mucha suerte.- nos dejó saber Ian, llamándonos la atención a todos.- Ha sido un tiro limpio, no le ha tocado ningún órgano.

Volví a mirar a H, sin querer apartar la vista de él. Sentía que si lo hacía, iba a desvanecerse.

-Solo queda esperar y rezar por que el paro cardiaco y la transfusión de sangre no le hayan supuesto ninguna consecuencia.- dijo Ian, cruzándose de brazos.- Deberíais ir a por algo de cenar, ha sido un día largo.

Vi cómo los demás asentían y se disponían a dirigirse hacia la puerta.

-Vamos, Riley.- oí decir a Niall, tomándome la mano para que lo siguiera hacia la salida.

Eché un último vistazo por encima del hombro hacia H antes de seguirlo.

Todos nos encaminamos en silencio hacia la cafetería, siendo todo lo que había pasado aún una nube negra sobre nuestras cabezas. Ni siquiera tenía hambre, pero los acompañaría al comedor por tal de despejarme un poco la cabeza. El olor a antiséptico que reinaba en la enfermería estaba empezando a ponerme nerviosa.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora