Recogí mis cosas, me di la vuelta y comencé a caminar a la salida. Ya estaba cansada de escucharlo, y eso que ni siquiera lo conocía bien, pero me caía mal.
Estaba a punto de salir cuando escuche el sonido de unas llaves, regrese la vista a la entrada de la biblioteca y note que esta ya estaba abierta, Jefferson ya no estaba ahí.
Me quede parada, sin saber si ir, o no. Finalmente camine de regreso y entre a la biblioteca, lo vi sentado en una mesa leyendo.-¿Por qué no me dijiste que tenías las llaves? -, espere unos segundos, pero no hubo respuesta-. Es de mala educación no contestar a la gente-, añadí molesta.
-Porque nunca preguntaste -bajo su libro y me miro-, y en todo caso, deberías saber que también es de mala educación irse, sin despedirse. O peor, darse la vuelta e ignorarte -regreso a su libro sin más que decir.
-¿Porque tienes tú, las llaves?
-Porque he venido tantas veces a leer en la mañana, que don Chuy decidió confiármelas, así ya no lo molesto-, contesto sin alzar la vista.
-Te refieres a que… ¿siempre vienes a esta hora? -no pude ocultar mi sorpresa.
-Siento decepcionarte -hubo una larga pausa-, pero sí.
-¡No!, no fue mi intención…
-¿Pensaste que era otro idiota, que solo le mira el trasero a las mujeres?, ¿pensaste de verdad que lo que te dije fue para intimidarte o para lograr gustarte? -pregunto mientras alzaba la vista de nuevo y arqueaba las cejas-, te dije lo que merecías, si te enojaste, te incomodaste, o algo por el estilo, es tu problema. Tú fuiste la grosera al inicio, por eso fui un patán contigo.
-Jefferson yo…
-No me explique nada, señorita-editora-en-jefe, no me importa.
-Yo no…-, quería pedirle una disculpa, realmente me había creado un mal concepto de él. Pero no me dejo.
-¿Puedes dejarme leer por favor? -sentí que su mirada me perforaba-, enserio, no te molestes en explicarme, porque en lo absoluto me interesa.
-Solo quería que supieras, que lo siento-, tragarme el orgullo no fue sencillo, pero él merecía una disculpa-, no estoy acostumbrada a malos tratos y estalle.
Me había sorprendido su actitud. Es raro que un chico lea y es más raro que se disguste de esa manera por ser interrumpido.
Lo deje en paz, fui a los escritorios que estaban enfrente de la mesa donde él estaba y encendí la computadora. Pase a limpio mi trabajo. Cuando termine, lo imprimí y fui a la copiadora, iba a programarla para sacar doscientas imitaciones de mi escrito, pero escuche que Jefferson resoplo.
-¿Algún problema? -pregunte sin mirarlo.
-¿De verdad vas a repartir eso? -escuche que abandonaba su silla y avanzaba hacia mi lugar.
-¿Lo leíste?- cuando termine la pregunta, él ya estaba a mi lado.
-¿Creíste que no? –su tono de voz era tranquilo.
-Estúpidamente sí. ¿Por qué no debo de repartirlo?, ¿no soy buena escritora? -no sabía porque, pero temía que dijera que no.
-Lo eres, de hecho, se puede decir que eres mi complemento perfecto, tú escribes, y yo te leo -sonrió ligeramente. Al parecer, ya no se encontraba enojado.
-¿Enserio me lees?-, algo dentro de mi sentía gratitud, pero también sorpresa.
-Desde siempre, me gusta tu forma de ver las cosas, solo que, no entiendo por qué quieres repartir eso…
-Quiero que todos se identifiquen…
-…Cuando puedes hacerlo en la sala audiovisual.
-¿Eh? -estaba pasmada con lo que me había dicho.
-Puedes hacer una presentación, te apuesto a que irían solo por ser tú.
-Le caigo mal a muchas personas, no sé si te has dado cuenta pero, no encajo mucho con las chicas de aquí, no soy tan extraordinaria como ellas.
-Pero aun así te hacen caso, te escuchan. Yo nunca he encajado, es más… ni siquiera he intentado hacerlo y créeme que aun así te iría a ver, además… las ordinarias son ellas, tu solo eres diferente. Y solo se basta ser diferente, para ser extraordinario -sentí un gran aprecio hacia él cuándo dijo esto último.
¿De verdad me escucharían más haciendo una presentación que dando una hoja?, pensé, mientras miraba mi escrito.
-¿Porque debería hacerlo?-, pregunte con curiosidad
-No todos aprecian la lectura, no muchos leen el periódico escolar... y lo sabes- se precipito a añadir cuando vio que iba a objetar-. Si haces esto a base de palabras, ellos te escucharan, se motivaran y escribirán, y si de verdad públicas sus historias, empezaran a leer, solo por ver que tan horrenda es la vida de otros. Harías mucho: promover la lectura, les darías la forma de expresarse, harías popular al periódico escolar.
Él tenía razón. Era mil veces mejor su idea, que la mía. Pero no iba a poder sola, iba a necesitar ayuda, solo que no quería que fuera de él.
-Supongo que… gracias –le dedique una pequeña sonrisa.
-Supongo que de nada -no me volvió a sonreír, solo nos miramos fijamente. Momentos después, regreso a su mesa y se hundió en el libro.
Apague todo, tanto la computadora, como la copiadora y regrese a mi carro, ya eran las seis cuarenta para entonces. Había algunos estudiantes subiendo escaleras y autos estacionados.
No abrí el auto, solo me quede allí, recargándome en la cajuela, esperándola a ella. No tardó en llegar.
-Hola, Jane-, dijo sonriente la chica-, ¿a quién esperas?
-A ti, me ayudaras en algo. Es urgente.
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RandomJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...