Capitulo 40.

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La noche paso en una nebulosa sumamente agradable.

Al día siguiente mi humor era radiante, a pesar de la falta de sueño.

-Buenos días, papás –exclame en el desayuno. Estaban en el comedor.

-Hola, cariño, parece que dormiste bien –respondió papá.

-Si –conteste algo tímida. Algo muy raro en mí.

Mi madre me observo unos momentos, después camino hacia la cocina.

-Sí, ya lo creo –susurro mi padre sarcásticamente, agachando la cabeza para que no lo viera mamá-. Por favor, hija, esas ojeras no van en vano. Ayer me costó mucho cubrir tu salida a media noche con ese muchacho.

Toda la sangre se dreno inmediatamente de mi rostro. Se había dado cuenta, y aun así no me había delatado –ni regañado-.

-No te llevaras el coche –prosiguió, con voz normal ahora-, te llevare yo el día de hoy, y pasare por ti para ir a comer a la salida.

-Está bien –no pude decir más.

-Tu madre va a salir con tu tía a comprar un vestido para Nicole, así que tendremos la tarde libre para nosotros –sonrió.

Siempre que mi prima entraba a un concurso de belleza, tenía bailes, compromisos o fiestas, le compraban un vestido. Mamá acostumbraba a acompañar a mi tía –tal vez para imaginar que Nicole era su hija y era tal y como la había soñado: una Barbie-.

En lo personal no me molestaba tanto. La única parte deprimente, era cuando escuchaba el relato de mi madre al llegar, sobre lo perfecta que era Nicole y como debía seguir su ejemplo, pero en sí, esos días eran geniales. Mi padre se tomaba la tarde libre y nos íbamos al cine, a comer y muchas cosas más. Me encantaban esos días.

-Solo quiero aclarar, que Jane muy bien podría acompañarme –interfirió ella desde la cocina.

-No me interesa nada de lo que vayan a ir a ver, te lo aseguro. Pero gracias –respondí.

-Podrías sacar provecho de los consejos de tu prima.

-Cariño –intervino papá-, basta, ella no quiere.

El resto del desayuno pasó rápido y en silencio. Cuando estuvimos en el auto, a medio camino hacia la escuela, mi padre hablo.

-Espero que por lo menos me digas que ha pasado.

-Tendrás tu explicación, lo juro –reí alegremente, con mi papá tenía mucha confianza. Todo era perfecto entre él y yo, cuando mi madre no estaba.

-Oh, ¿la tendré? –Fingió sorpresa-.

-¡Papá!

-Sé que la tendré, Jane. Ya quiero saber quién es el nuevo ladrón, del corazón de mi princesa.

-No me digas…

-Mi niña, mi hija, mi muñeca, mi pedazo de cielo –lo mire y puse los ojos en blanco, al momento que sonreía- entiende, hagas lo que hagas, o digas lo que digas, siempre serás mi bebe. Y ni tú ni el mundo pueden cambiar eso.

-Me gustaba más cuando me decías bombidiux –espete-.

Él soltó una carcajada.

Cuando era pequeña, solía ser regordeta, como una bomba de chicle bubbaloo. Como resultado de esto, mi padre me apodo bombidiux, pero lejos de molestarme, lo encontré adorable… hasta que mis tías comenzaron a usarlo como una burla. Desde ese momento, mi padre opto por no nombrarlo más.

Perspectiva de una estúpida adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora