Fue un beso tierno, en el que le demostré cuanto lo quería… cuanto lo amaba -sí, para ese entonces me lo reconocí a mí misma. Ya era absurdo negarlo, lo amaba-.
Y lo admiraba, realmente lo admiraba, no me hubiese imaginado que, detrás del chico con hermosa sonrisa y resplandor de niño, se escondía un sujeto abatido por un demonio. El demonio de su pasado.
Me recosté en la banca poco a poco, mientras sujetaba con fuerza su cabello y lo atraía hacia mí, haciendo que prácticamente su cuerpo estuviera sobre el mío. Entre el beso, solo logre susurrarle: “no tienes que pelear esta batalla solo, me tienes a mí, siempre me tendrás a mí”.
Y se detuvo el tiempo, se derritió todo lo que nos alejaba y se hizo más fuerte que nunca esa conexión por las cual éramos amigos. Solo que ser amigos ya no bastaba.
Nos necesitábamos, el uno al otro, más de lo que podíamos imaginar.
Al terminar nuestro acto amoroso –después de un tiempo indeterminado-, nos sentamos correctamente en la banca.
-Besar a una chica –comencé a hablar, al tiempo que intentaba recuperar el aliento-, después de un incidente en el que la policía casi nos atrapa, no es romántico, señor Dequenes. A las chicas no les gusta eso.
-Tu eres diferente a las demás, supuse que lo disfrutarías –bromeó-. Además, tú fuiste la que me beso.
Sonreí de manera radiante, me sentía muy feliz en ese momento, incluso a pesar de las circunstancias. Pero un pensamiento nada agradable fue invocado por mi subconsciente: Ricardo.
-¿Sabes que esto está mal? –pregunte-. No puedo lastimar a la persona que quiero, no puedo engañarlo.
-Te doy la razón, no soportaría que me lastimaras y no me gustaría que me engañaras.
-Hablaba de Ricardo –y a pesar de que era cierto, no pude evitar reír.
-Si así fuera, él estaría aquí contigo y no yo.
Lance otra carcajada, su forma de enamorarme era original.
-Es enserio –dijo y se puso de pie- él tampoco se lo merece, Jane. Es muy malo engañarlo a cada rato, mientras me besas y hacemos cosas indebidas.
-No me has besado tantas veces –grandísima mentira. El color iba subiendo por mis mejillas– y nunca hemos hecho algo indebido –repuse ofendida, porque de eso estaba totalmente segura.
-Tus ojos dicen lo contrario ¿a quién quieres engañar?, hacemos el amor con tan solo una mirada. Déjame decirte, que eso es mucho peor que cualquier cosa que imagines. La peor forma de engañar es con el pensamiento.
-Empiezo a dudar si fue una buena idea seguirte.
-Sabias desde un inicio que no era una decisión correcta, estas aquí porque lo deseas.
-En mi defensa…
-Sabes que me amas, y sabes que te amo, es simple.
Lo dijo con tanta naturalidad que no supe que hacer. Así era él, natural, transparente. Nos miramos fija e intensamente. Sonreí.
-¿Otra vez engañas a tu chico, Jane? Digo, otra vez estamos haciendo cosas indebidas.
-Hacemos el amor con la mirada… Dios.
Ambos sonreímos. Me puse en pie y nos acercamos poco a poco, hasta que nuestras bocas se encontraron, trayendo consigo una promesa desconocida.
-Ya son muchos besos –susurro contra mis labios-. Ve pensando cómo vas a terminar con él, porque yo definitivamente no voy a dejarte ir. Ya no puedo. Tu corazón es mío, me pertenece.
-¿Y tu corazón? –Me separe de él y lo mire- ¿También lo tengo, desde ahora?
-No, mi amor –esbozo una dulce y maliciosa sonrisa-, ese lo has tenido siempre.
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No puedo decir exactamente por cuanto tiempo seguimos ahí, pero en realidad no pasó nada interesante, solo estuvimos ahí, viéndonos con pleno asombro.
Finalmente me acompaño a casa y con un suave beso en la mejilla, se despidió de mí.
-Cuento las horas para verte –susurró.
-Esa frase está más que usada –puse los ojos en blanco.
-No deja de ser romántica.
-No me gustan las cosas románticas.
-Después de lo que paso el día de hoy, lo dudo, buenas noches, Jane.
Dio media vuelta y no volvió a voltear, suspire alegremente –sí, de esos largos y ruidosos suspiros, que por alguna razón todas soltamos cuando estamos enamoradas- y entre a casa.
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Espero que hayas disfrutado mi nuevo capítulo, me ayudarías mucho si lo compartes.
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RandomJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...