-Hola –dije con voz apenas audible.
-Trecientas llamadas, de las cuales doscientas noventa y seis me enviaron a buzón, lo cual significa que mi hija apago su móvil justo después de recibir cuatro llamadas.
¡Dios santo! ¡Mi mamá en modo gruñón! Pensé.
Su cuello estaba tenso y apretaba los dientes como nunca.
-Explícate, Jane –repuso mi papá, de manera tranquila. Pero a juzgar por su voz, el enfado era evidente.
-De acuerdo –comencé a decir-, estaba en mi presentación del proyecto…
-¡Un proyecto del que ni siquiera tuviste la molestia de decirnos! –como siempre, mi mamá me interrumpió, pero por mi propio bien, decidí no reprocharle-. ¡Y quiero que sepas que a partir de esta noche, todos los días, tus cuadernos, tus libros, tu cuarto y tus pertenencias serán revisados!
Eso fue suficiente para volver a hacerme hablar.
-¡¿Qué?!
-Jane, Marta, no es necesario gritar –hablo papá.
-Es que… es que… ¡Es que no puede! ¡No tiene derecho!-, conteste con desesperación.
Nuestros padres pueden checar como van las cosas en nuestra vida, pero una cosa es eso y otra que quieran invadir por completo tu privacidad. Siempre me opuse a la idea de esculcar las cosas de alguien, solo originas que te escondan las cosas -más de lo que ya lo hacen-.
-¡Si puedo, porque soy tu madre!
-¡Por favor, ni siquiera has intentado ser una! –Grite, con una carcajada cargada de amargura-, ¡una madre te apoya, te defiende!
-¡Alto, las dos!-, intervino papá. Y por primera vez, desde hace mucho, alzaba la voz.
-¡Es que siempre es lo mismo, ella nunca ve lo bueno de mí! –reproche.
-Ya basta –dijo de nuevo, recuperando la calma. Ambas intentamos reponernos-. Quiero saber porque te regresaron a casa y porque no viniste directo para acá. Y es que supongo, estás de acuerdo, estas no son horas de llegar.
Di un largo suspiro para poder comenzar y me senté justo enfrente de él. Decidida a enfrentar las consecuencias, a recibir los regaños y a lamentar parte de mis actos.
-Mira –hable con nerviosismo-, la cosa esta así: si no les conté sobre la idea que tenía en mente, es porque sabía que no les interesaría.
>>Con lo del director, bueno, el decidió que no recibiéramos clases el día de hoy porque las cosas en la presentación se salieron de control, gritamos varias cosas, que si me permiten recalcar, en su mayoría son ciertas –mi madre bufo sarcásticamente-. Pero a él no le pareció, así que nos mandó a volar.
>>En cuanto a la hora de mi llegada, simple y sencillamente, no quería tener a mamá encima de mi todo el día, sabía que cuando tu llegaras, podríamos platicar mucho mejor. Ya es muy incómodo vernos la cara, ahora súmale que fui casi expulsada, no sería incomodo, sería pésimo.
-Estás castigada –repuso mamá-, una semana. Sin tu auto, sin móvil, sin televisión, sin libros y sin salidas, ¿está claro?
-No-, dijo papá.
-¿Perdón? –Pregunto ella con incredulidad-. ¿Le vas a solapar todos sus caprichos?
-No-, contesto sereno-, pero no es necesario que le quitemos tantas cosas. Solo las salidas y los libros, Jane es inteligente y estoy seguro que con esto será más que suficiente. Y, Marta, no vas a checar nada que pertenezca a Jane sin su consentimiento.
Me fue muy difícil esconder la alegría. Mi sonrisa era demasiado amplia.
De esas veces que piensas que ganaste una batalla por mera suerte. Y si fue suerte, dado que mi padre pocas veces se ponía los pantalones y enfrentaba a mi mamá.
-Se nos va a salir de control, si desde este momento no empezamos a sosegarla.
-Jane jamás nos había hecho algo como esto, es la primera vez y no pienso ser tan estricto con ella. Confió en que mi hija no volverá a hacer algo así, ¿cierto? –me miro atentamente y sonrió.
-Cierto, papá-, ese día, lo ame más que nunca.
Subí a mi recamara, dispuesta a dormir. Pero recibí una llamada.
-Hola, Ricardo.
-Hola, ¿Cómo estás?-, su voz era tranquila.
-Algo cansada, pero bien.
-¿Mañana si vendrás a la escuela?
-Sí, solo me suspendieron el día de hoy.
-Y bueno, ¿Cómo les fue?
-Nos regañó a todos, nos iba a expulsar pero…
-No, no me refiero a eso. ¿Cómo les fue con lo del correo?, ¿les llegaron mensajes?
Y de repente, caí en cuenta. No habíamos revisado nuestro correo electrónico.
-¡Mierda! –susurre.
-¿Qué pasa? –su voz sonó preocupada, de repente.
-Nada, te veo mañana, ¿sí?, me urge hacer algo.
Colgué el teléfono y baje rápidamente. Papá aún estaba en la mesa, comiendo una rebanada de pastel.
-¿Pasa algo, hija?-, pregunto desconcertado, debido a la prisa con la que camine hasta él.
-¡Necesito ir a casa de Rodrigo! ¡Ahora!-, conteste entre respiraciones profundas. No tenía buena condición física.
-Ya es tarde…
-¡Lo sé, lo sé, lo sé!, pero de verdad…- lo mire con ojos suplicantes.
-Si mañana se te hace tarde, no es mi problema –contesto, segundo después.
-¡Te amo!, ¡Te amo!, ¡Te amo!, ¡Te amo!-, fui a darle un beso en la mejilla y salí a toda prisa.
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RandomJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...