Cuando llegue, Ricardo ya me estaba esperando en la entrada. Lucia diferente, algo había cambiado en él.
-Hola –salude.
-Hola –se acercó y me dio un beso en la mejilla.
¡Gracias a Dios! Pensé. Si me hubiera besado en los labios, no sé qué hubiera hecho.
Entramos al local y ordenamos un café frio para cada uno. Nos acercamos a una mesa arrinconada y le dimos un sorbo a nuestras bebidas. La tensión estaba en el aire.
-Se perfectamente de lo que quieres hablarme –dijo de repente.
-¿Enserio? –pregunte estupefacta.
-Lo supe desde que me dijiste que querías charlar conmigo.
-Esto es…
-Mira, Jane, no pienso complicar más las cosas. Eres libre si así lo quieres –en su voz se escuchaba dolor y resignación.
-Ricardo…
-Solo contéstame una cosa.
Vacile unos segundos, la idea de que me preguntara algo más allá de lo que me había dispuesto a contestar me aterraba. Finalmente accedí con un asentimiento de cabeza. Era lo menos que podía hacer por él.
-¿Me estas dejando por él? –sus ojos se volvieron oscuros de repente.
Lo mire fijamente y trague, pero ni aun así se me deshizo el nudo en la garganta. Solo atine a asentir nuevamente.
Era estúpido decir que no. Engañarlo y que después se enterara de que mantenía una relación con Jefferson no era justo. Era algo bajo y era mejor ser sincera para evitarme problemas… sobre todo con Renata. Además, era obvio que tampoco iba a estar escondiéndome todo el tiempo con Jefferson, como si fuéramos criminales.
Cerró sus ojos con fuerza y dio un largo suspiro. Cuando volvió a abrirlos, supe que en verdad era el final de nuestra historia. En su mirada se marcaba el antes y el ahora, sus ojos centellando tristeza, pero también un sentimiento desconocido.
-Creo que el error fue mío –murmuro-, me conforme con tus migajas.
-Nunca te prometí nada más –de mis ojos comenzaron a salir lágrimas.
¿Por qué lloraba? Porque sabía que era mentira. Nunca le prometí nada mas con mis palabras, pero si con mis actos. Al retenerlo a mi lado, sin quererlo. Era egoísta de mi parte.
No lo retenía por miedo a estar sola, lo retenía por miedo a que alguien más llegara y ocupara su lugar de verdad. Lo retenía por miedo a que alguien como Jefferson me hiciera cambiar de parecer. Y ahí está el error. Que el amor siempre te va a cambiar, ocupe su lugar o no.
-Ni siquiera intentaste algo más –repuso con ironía-. Nunca me diste oportunidad de nada.
-Perdóname –mí disculpa era realmente sincera.
-Esto ya estaba roto, no hay nada que perdonar. En todo caso, yo también hice de las mías… sabes a quien me refiero –concluyo con amargura.
-Si me dejas darte un último consejo… -limpie mis lágrimas- aspiras a alguien mejor que Renata y a alguien mejor que yo –agache la cabeza.
-Se perfectamente que Renata solo es para un rato –bufo-. Pero tu… contigo estaba dispuesto a todo, no me preguntes porque, ni siquiera yo lo sé.
-Encontraras a la indicada –lo alenté, a pesar de que no creía en nada respecto a las “medias naranjas”.
-Gracias –sonrió débilmente-, porque aunque no fue todo color de rosa, me diste buenos momentos. Mucha suerte en lo que vayas a hacer, sea lo que sea.
Tarde un poco en darme cuenta de que él no estaba llorando. Era obvio que no lo hiciera, se encontraba en paz consigo mismo, ya que él dio todo porque lo nuestro funcionara. Un alma que está en paz, sabe que llorar por algo que no hizo es inútil.
-Por eso te dije que sí –hable de repente-. Siempre deseas lo mejor a la gente, aunque el corazón te diga lo contrario. Eres sincero, y hoy en día no cualquiera lo es, Ricardo, no cambies. La que necesita cambiar soy yo –admití, tragándome mi orgullo- y espero que me disculpes por todo el tiempo que te hice perder.
-Es un mal día, no una mala vida, Cervantes. Pero nada impide que seamos amigos –frunció el ceño-, solo hay que darnos tiempo… bueno, dame tiempo a mí, por lo menos.
-Puedes tomarte el que desees –sonreí.
Y así fue como termine mi relación. No había sido lo planeado, pero se puede decir que no acabamos mal. Ambos entendimos que cometimos serios errores en la relación y hacia mucho que no se podía arreglar lo irremediable, así que era mejor acabar de una vez por todas.
De regreso a casa me encontré con mamá en la cocina, mi padre estaba sentado en la barra.
-¿Todo bien? –pregunto él.
-De maravilla –sonreí.
-¿Algo que ignore? –hablo mamá. Tome un largo suspiro y me arme de valor. La noticia no le iba a gustar.
-Ricardo y yo decidimos terminar.
-¿Cómo es eso? –pregunto horrorizada.
-Ya no nos veíamos como antes y… conocimos otras personas.
-Ese muchachito –dijo ella y le cambio la mirada a una acusatoria-, ¿Cómo dices que se llama? Juferon, ¿o cómo?
-Jefferson, madre, se llama Jefferson –repuse molesta.
-Él vino a estropear su relación…
-¡No! –Proteste-, si te dieras el tiempo de conocerme mejor, te darías cuenta de que no es por él, esto ya estaba roto de todas maneras…
-Ricardo es un buen muchacho –alzo la voz.
-¡Jefferson también! –alegue.
-Ese mocoso…
-Marta –intervino papá-, creo que no debes juzgarlo sin antes conocerlo.
-No quiero conocerlo –espeto con exasperación-, y te aviso que las puertas de esta casa están cerradas para él.
-No te preocupes –fingí indiferencia- seria al último sitio al que lo traería.
-Un día de estos te voy a dar una santa cachetada –advirtió-, que cuando quieras volver a contestarme vas a recordarla.
-¡Pues te estas tardando, madre! –grite. Ella camino hacia donde yo estaba, pero papá la tomo con fuerza de los brazos.
-A tu alcoba –exclamo él con seriedad.
Subí a mi cuarto rápidamente y con enfado. ¿Por qué no aceptaba los cambios en mi vida? Quería llorar de coraje, pero no me lo permití.
Acomode mis cosas de mala gana para el siguiente día. Después me recosté en la cama y antes de siquiera dar un suspiro, me quede dormida.
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Espero que disfrutes este nuevo capítulo, me ayudarías mucho si lo compartes y me dejas tu voto;).
La dedicación está hecha para otra de mis lectoras silenciosas, gracias por estar ahí, leyéndome @Yess19 ;).
Si tienes alguna opinión al respecto –por cruel que sea- eres libre de dejar tu comentario.
¡Gracias por leer!
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RandomJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...