-¿A dónde quieres ir a comer, bombidiux? –mi padre me saco de mi ensimismamiento.
-A donde tu prefieras –sonreí- te toca elegir a ti.
-¿Pizza?
-¡Pizza!
Todo el camino fue silencioso, un silencio cómodo y agradable, de esos que no quieres que terminen. Medite acerca de todas las cosas que me habían sucedido desde que me encontré con ese cretino –mi querido Jeff- en la puerta de la biblioteca.
No eran muchos cambios, pero si eran notables, aunque no tanto. Es difícil de explicar. Pero eso sucede cuando algo bueno llega a tu vida, cambia algunas cosas, pero no lo suficiente. Solo viene a modificar los aspectos que hacen falta, quitar los que están de sobra y poner los que son necesarios.
Cuando menos lo espere, ya estábamos en la pizzería. Ambos bajamos y entramos al local, enseguida percibí el olor del pepperoni y queso derretido.
-¿Lo de siempre? –pregunto papá. Asentí entusiastamente.
Fui en busca de una mesa y espere con ansias la comida y a mi padre.
Tardo unos diez minutos, regreso con refresco, desechables, pan de ajo, aderezos y mi pizza preferida: mitad pepperoni y mitad hawaiana, con queso en el borde. Lo ayude a acomodar todo y en cuanto nos sentamos, tomamos nuestra respectiva porción.
-¿Qué tal tu día? –preguntó y dio un mordisco a su pedazo.
-Algo aburrido, ya sabes lo de siempre –respondí, imitando su acción.
-¿Algo que quieras añadir? –arqueo una ceja.
-Sí, esta noche iré a tomar un café con Ricardo.
-Espero que no llegues a altas horas de la madrugada –bromeó.
Me atragante y tosí un poco, bebí un sorbo de refresco y lo mire dudosa. Estaba sonriendo, no estaba molesto. Eso me dio valor para hablar.
-Respecto a anoche… tiene que ver con él –explique-. Mira, es una larga historia.
-Tenemos tiempo de sobra, cariño.
-Desgraciadamente…
-¡Jane!
-Es una broma, papá, amo pasar tiempo contigo y contarte mis cosas, lo sabes. La cosa esta así…
Por raro que esto se escuche, confiaba demasiado en mi padre, así que le conté todo, sin omitir algún detalle. Hubo partes en las que su mirada era, evidentemente, reprobatoria, pero también se rio de algunas cosas –como la presentación-. Cuando al fin acabe, su mirada derrochaba cariño y sus ojos estaban iluminados con amor.
-Me recuerdas tanto a alguien –dijo con una sonrisa.
-¿A quién? –pregunte curiosa.
-A mi hermana.
-¿La tía Magda? –Pregunte asombrada- ¡Santo cielo, si ella es toda una diva papá!
Era, creo yo, la única tía que quería. Odiada hasta la muerte por las hermanas de mi madre y también por esta última.
Ella había logrado todo con lo que yo soñaba, la tenía en un altar sumamente alto. Era una mujer independiente y sin compromisos –literal, sin compromisos, no estaba casada y sus parejas iban y venían-, hacia viajes por todo el mundo, recolectando ideas nuevas para sus proyectos –era diseñadora de modas, la mejor si puedo presumir-.
Se la pasaba disfrutando de su trabajo y vivía a sus anchas, venía a visitarnos de vez en cuando y no se quedaba más de dos días con nosotros, pero siempre que llegaba, me llevaba a pasear o me traía cosas bonitas, pero que sabía que me gustaban.
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RandomJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...