Después de cierto tiempo –no puedo decir exactamente cuánto-, obtuve el control de mi misma, de nuevo.
-Soy un desastre, solo a mí se me ocurre hacer semejante…
-En la vida hay que correr riesgos-, me interrumpió el.
-Sí, riesgos que valgan la pena. Debo irme.
Nos despedimos, y sin pensarlo más, entre a mi auto. Ya quería salir de ahí. Necesitaba estar sola.
Iba en la última calle para llegar a casa. Había conducido lentamente desde que salí de casa de Rodrigo.
Fue ahí cuando lo vi.
Jefferson paso corriendo delante de mi auto.
Frene tan de repente, que me estampe con el volante. Estaba segura de que era él, pero mis dudas comenzaron cuando vi a un par de policías seguirlo en un auto.
Arranque detrás las patrullas. No tardaron mucho en darse cuenta, ya que enseguida se pararon e hicieron que me detuviera. Al darme cuenta de esto, me orille y baje para ofrecer una explicación. Una buena explicación.
“Eh, hola, señores policías, verán, creo que al chico que están siguiendo es un amigo mío y quería saber que había sucedido”. ¡Si, que inteligente, Jane! Pensé.
Cuando la pareja se aproximó a mí, enseguida los llame ‘El gordo y el flaco’. Literal. Uno era gordo y el otro flaco.
-¿Existe algún motivo por el que nos esté siguiendo, señorita? –pregunto flaco.
-Es que… Yo… ¡creí que me estaban siguiendo!, si, un automóvil.
-¿No está muy joven, para estar fuera de su casa a estas horas de la madrugada? –Espeto gordo-, mañana debe asistir a la escuela.
-No –conteste inmediatamente. Estaba muy nerviosa-, bueno si… ósea… es que para allá iba, mi papá me dio permiso de ir a la casa de un amigo y…
-¿A estas horas de la noche? –Hablo gordo-, no le creo, deme su teléfono para marcarle.
-Si usted le marca, tenga por seguro que él me mata. Ya está dormido en estos momentos, lo siento. Pero esto ya no se repite…
-Tendré que llevármela señorita –repuso flaco-.
-No… -palidecí de inmediato- yo… ¿Por qué…?
-¿Como sabemos, mi compañero y yo, que usted no quería ayudar a la cucaracha aquella?
-¡Él no es ninguna cucaracha!
-¿Ósea que si lo conoce? –preguntaron ambos, al unísono.
¡Mierda, la cague! Pensé.
-¡No!... yo…
No pude completar la frase. Me agarraron a la fuerza de las muñecas y colocaron esposas en estas.
Ni siquiera intente resistirme porque sabía que era inútil, eran dos policías -uno obeso y otro delgado- contra mí, una personita que apenas y podía dar una patada.
Estaba a punto de subir a la patrulla, cuando escuche un golpe sordo proveniente de atrás de mí. Gire la cabeza para ver quién era.
Era Jefferson.
Había golpeado a un policía con una tabla de madera.
-¡No la vuelvas a tocar hijo de puta! –le grito a gordo, que en acto seguido quedo inconsciente.
-Manos arriba –grito flaco, apuntando con el arma al pecho de Jefferson-, y no se mueva.
Me arme de valor, empuje mi cuerpo hacia donde se encontraba el oficial, derrumbándolo -esto hizo que Jeff tuviera tiempo suficiente para agarrar la pistola del policía que estaba inconsciente-.
-Si usted se mueve, lo mato-, no parecía él, estaba totalmente desquiciado y en sus ojos se reflejaba demencia-. ¡Sube al carro, ahora! –me grito.
Con muchos esfuerzos –aun me encontraba esposada-, subí al vehículo. Me acomode en el asiento del copiloto.
Escuche disparos e imagine lo peor. Pero segundos después, cuando me volví a ver la escena, observe que lo único que había hecho era ponchar las llantas de la patrulla, para que esta no nos siguiera.
Subió a mi coche velozmente y arranco lo más rápido que pudo. Después de haber conducido unos minutos como loco, se paró en el estacionamiento de una casa abandonada.
Volteó hacia mí y me libero de las esposas, golpeándolas muy fuerte con el arma –aun la tenía con él-, tanto, al grado de lastimarme. Aun así, no le preste importancia.
-¿Que hacías afuera, a estas horas, Jane? –estaba enojado. Lo sabía, porque jamás me había hablado así.
-Creo que las preguntas debo hacerlas yo –conteste con valor-, en vista de la situación. ¿Por qué te seguía la policía?
-No te interesa-.
Sentí como si una jarra de agua helada fuera derramada por todo mi cuerpo, en pleno invierno. Jamás me había hablado así.
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RastgeleJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...