Las horas siguientes pasaron muy rápido.
Comimos, nos despedimos, me fui a mi casa -Rodrigo me llevo-, hice toda la tarea que tenía para mañana. Me bañe y después me acosté en el suelo de mi recamara.
Justo estaba pensando en la presentación, en todo lo que tendría que trabajar para que resultara. Y en todo lo que pasaría, si a pesar de mis esfuerzos, el proyecto no resultara.
En todo lo que pensaría mi madre cuando se enterara de lo que estaba llevando a cabo.
Mi madre.
No había hablado con ella, solo la veía y me subía a la alcoba. La ignoraba por completo, pensando que, mágicamente, con eso se acabarían nuestros problemas.
Sabía que en algún momento tendría que dirigirle la palabra. Pero ese día, no estaba lista para hacerlo.
Mi punto de vista siempre ha sido que, a veces, es mejor dejar a los padres con su enojo. Llega un punto en el que de verdad te sientes tan cansada, que lo único que haces es dejarlos en paz. Dejas que piensen lo que quieran sobre ti, total, las cosas siguen igual o peor si te dispones a hablar con ellos.
Obviamente, tenía claro que no iba a poder aguantar por mucho tiempo más si seguían las discusiones. En algún momento iba a acabar estallando, eso era seguro.
El sonido de mi celular interrumpió mis pensamientos, al ver quien llamaba, no me dieron ganas de contestar, sin embargo lo hice.
-Hola -dije con voz baja.
-Hola-, contesto Ricardo-, ¿Cómo estas, bebe?
-Cansada, hoy hice mucha tarea.
-¡Ah, sí!, me entere de su castigo.
-El primero y el último, eso lo prometo.
-Te hablo para invitarte mañana a cenar, en mi casa.
-No lo sé, estoy castigada, ¿recuerdas?, ni siquiera tengo auto.
-Yo hablo con tu madre, seguro que te deja y del carro no te preocupes, paso por ti y te voy a dejar.
-Bien. ¿Por qué es la cena?
-Gracias, preciosa –contesto con alegría-. Bueno, mi hermana, la menor, cumple años.
-Creí que tu hermana estaba estudiando fuera de la cuidad, al cuidado de tus abuelos.
-Sí, pero viene mañana, es una cena familiar y mis abuelos quieren conocerte, les hablo mucho de ti, siempre.
-En vista de que, casi no salimos y no soy interesante, no hay nada que les puedas contar de mí-, repuse con aburrimiento. No quería seguir hablando con él.
-Yo veo muchas cosas en ti, pero eso no importa, solo quiero que me acompañes mañana.
-¿A qué hora pasaras por mí?
-Siete y media, te regreso a las nueve y media a tu casa. Mañana ponte hermosa, más de lo que ya eres.
-No voy a usar un vestido ni me voy a maquillar –dije tajante. Ya sabía el rumbo que tomaría nuestra charla-, si a eso te refieres.
-Un poco de polvo no hace daño.
Considere la idea unos segundos. Nunca hacia nada por él y un día no me haría daño.
-Pero solo eso-, respondí, finalmente-, sin vestido. Iré como soy realmente.
-Te veo mañana, princesa.
-Deja de decirme así, es muy… hostigoso, por favor –repuse molesta.
-Muchas mueren por un hombre como yo.
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Perspectiva de una estúpida adolescente.
RandomJane es una adolescente que se sigue por solo una regla: “Consigue todo a costa de todo”. Sin embargo, para lograr lo que uno desea, siempre se debe de pagar un precio muy alto. ¿Jane será capaz de pagarlo? Ella estaba segura de que así seria. Es...