Capitulo 43.

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Contesto al primer timbre.

-¿Señorita Cervantes? Me honra con su llamada.

-Que ridículo –puse los ojos en blanco.

-¿Qué te indujo a llamarme? –a pesar de que no lo podía ver, supe que sonreía.

-No lo sé –y en verdad, no sabía.

-Que sincera. Hoy me hiciste falta.

-¿Paso algo? Se me hizo rarísimo que no fueras.

-Nada importante, solo tenía que ordenar unos asuntos con mi madre. Mañana me presentare sin falta, lo prometo.

-¿Seguro?

-No podría soportar dos días sin verte.

Solté una carcajada y cerré los ojos. Me lo imagine haciendo su cara de: “eres tan mala”. El simple pensamiento me hizo sonreír.

-Parece que alegre tu día -comento con poco entusiasmo.

-No puedo con esto, lo sabes. Perdón, no era mi intención.

-Me gustas así. Te quiero con todo y tu fobia al amor.

-No sé cómo puedes quererme.

-Te quiero porque así lo decidí. Soy decidido, ya sabes.

-Me gustan los chicos decididos –sonreí nuevamente.

-Espero que por el momento, sea solo yo el que te guste.

-Yo creo que sí. ¿Tendríamos serios problemas de no ser así? –quería provocarlo. Quería saber de qué sería capaz, si llegara alguien más.

-No –dijo tranquilamente-. Sé que nunca en la vida te gustara otro como yo.

-¿Cómo estas tan seguro? –bufe con indignación.

-Porque nadie estará dispuesto a quererte más que yo.

Y vino el silencio.

Era de suponerse que no esperaba esa respuesta, por lo tanto, no supe cómo reaccionar. Pensé: Nota mental, no lo provoques de nuevo.

Mucho tiempo después, él hablo.

-¿Sigues viva?

-Hola.

-Hola.

-Oye, necesito que dejes de hacer eso –me sincere.

-¿Hacer qué? –sonaba perplejo.

-Dejarme sin palabras. No me gusta, siempre tengo algo que decir pero cuando tú llegas… todo cambia.

-A veces las palabras están de sobra.

-¡Genial!, lo hiciste de nuevo, me dejaste sin habla.

-No parece, estoy escuchando tu voz –se burló.

-No es gracioso.

-Oye, tengo que irme, preciosa.

-No me llames…

-Preciosa –recalco.

-¡Jefferson!

-Te veré mañana, Jane. Cuento las horas para verte.

-Eso dijiste ayer y ni siquiera fuiste a la escuela –conteste amargamente.

-No he dejado de contarlas, eso pasa.

-Adiós.

-Te quiero.

-Yo no.

-Algún día lo harás. Adiós, preciosa.

Él colgó. Antes de cerrar mi teléfono y sabiendo que no podría escucharme, susurre: “Ya lo hago”.

Después de la llamada, mi ánimo y decisión mejoraron notablemente. Baje a ver la tele con papá y espere a que diera la hora determinada.

Cuando llego el momento, me despedí.

-Si no vuelvo antes de las nueve, llama a la policía, porque seguro me habrán matado.

-Suerte, mi bombidiux, sabrás que hacer.

-Eso espero.

Y sin preámbulos, salí de casa.

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Capítulo dedicado a una de mis lectoras silenciosas. A pesar de que nunca comenta, agradezco infinitamente que me lea. Gracias @Mayer16.

Perspectiva de una estúpida adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora