Capitulo 1.

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Desahogue mis penas esa noche, todo estaba en esa hoja. Es increíble cómo puedes desahogarte con tan solo escribir un fragmento de lo que sientes, en realidad, siempre he sido de las que plantan sus sentimientos en papel.

Crecí sola, soy hija única y estoy acostumbrada a afrontar mis cosas, sola. Lloro para mí, rio para mí, gozo para mí, agonizo para mí, disfruto para mí. TODO ES PARA MÍ. Suelo ser muy egoísta. Primero voy yo, y si hay espacio para los demás son bienvenidos, si no es así, después veré por ellos. Antes creía que podía cambiar esto, pero después de lo que he pasado, puedo decir que no, no puedo, el egoísmo es parte de mí y siempre lo será, por lo menos hasta que llegue la hora de mi muerte.

El motivo de mi descarga sentimental esa noche fue simple y sencillamente que ya no aguantaba más. Me pelee con mamá, debido a que no me quiso llevar a su “espectacular reunión” -un estúpido encuentro con cada una de sus amigas de la universidad para conocer a sus respectivas familias-. Todo  sucedió por querer ir con jeans sueltos de color azul, camiseta blanca y mis amadas botas timberland, color negro.

Para mamá ser una señorita de 17 años significa tener ropa 100% femenina y portarla con: estilo, delicadeza y elegancia.
Yo nunca había tenido nada de las tres.

-No iras así, y es mi decisión final-, dijo mamá con irritación, cuando me vio bajar de las escaleras.

-No tiene nada de malo vestirse diferente- puse los ojos en blanco, ya sabía lo que se venía.

-¡Ayúdame con esto, Ernesto! -exclamo, dirigiéndose a mi papá, que se encontraba en la cocina-, no pienso discutir y tu hija no ira vestida como si se juntara con un montón de… vagos, buenos para nada.

-Hay gente muy trabajadora que se viste así, quítate los prejuicios, madre. Esto es ser diferente y yo…    

-Ve a cambiarte, cariño, por favor -me interrumpió papá, mientras iba saliendo de la cocina.

Por el tono de dulzura en su voz, sabía que me lo decía por que le causaba pavor que hubiera un pleito. Él es de esos tipos que hacen todo lo que sus esposas les digan, con tal de evitarse problemas. Es uno de los famosos ‘mandilones’.

-Por favor-, volvió a decir-, tu madre quiere presentar a la familia de la mejor manera.

-¿Y qué mejor manera de presentarme, que siendo yo misma?-, pregunte con desesperación.

-Las hijas de mis amigas son todas unas señoritas-, recalco demasiado esta última palabra-, vete a cambiar porque se hace tarde. No pienso discutir más contigo, muy claramente te dije ayer que te había comprado un vestido y tacones cómodos para la ocasión, inclusive me ofrecí a maquillarte, pero como nunca dijiste nada, pensé, estúpidamente, que tú lo harías por tu cuenta…

-Si mamá-, interrumpí-, pero jamás me pediste opinión sobre si en verdad quería ir vestida de esa manera.

-Sabía que no lo querrías, nunca haces nada por arreglarte, parece que tengo…

-Un chico en casa -complete por ella la oración, con evidente aburrimiento. Ya sabía que lo diría, me lo dice cada vez que puede-, ¡ya lo sé!, ¡me lo repites siempre!

-No le hables así a tu mamá -dijo papá de manera tranquila-, ella solo quiere lo mejor para la familia, quiere que tu…

-¡Sea como las demás chicas!-, grite con enojo.

-¡No nos grites, Jane! -contesto mamá, totalmente exasperada-, ¡ahora, tienes exactamente veinte minutos para subir y arreglarte con…!

-¡No soy una Barbie para que decidas como vestirme…!

-¡No iras si no te cambias en este instante!

-¡¿Tú crees que muero por ir a tu evento de mierda, madre?!-, estaba furiosa. No quería decir eso, pero simplemente explote y justo como lo pensaba, vi su mano dirigiéndose a mi mejilla.

Cuando recibí la bofetada de mi mama, pensé que la iba odiar por siempre. ¿Darme una bofetada, solo porque no quería ir a su reunión?

-¡Marta!-, grito papa horrorizado, como si ella hubiera matado a alguien-, ¡no era para que le pegaras así!

-¡Bien merecido se lo tiene por esas palabri…! ¡¿A dónde vas?!-, volvió a gritar, mientras me veía subiendo las escaleras hacia mi recamara-, ¡Jane, vuelve acá en este instante!

Me pare justo en el último escalón para subir, voltee hacia donde se encontraba y le dije:

-Si tanto te avergüenzo madre, lárgate sola –contuve con esfuerzo el llanto. La rabia había hecho que se quebrara mi voz. Salieron lágrimas de mis ojos, pero las limpie inmediatamente, no le quería dar el gusto de verme llorar.

Ella no dijo nada, solo se quedó ahí, viéndome, petrificada. Por su silencio, asumí que podía ir a encerrarme a mi cuarto. Pasaron aproximadamente diez minutos en absoluto silencio -se perfectamente que mamá los uso para calmarse y retocarse el maquillaje-, yo estaba sentada en mi cama, con los brazos y piernas cruzadas, reprimiendo el impulso de mandar todo al carajo –como todo adolescente, en estos casos-, cuando escuche la camioneta arrancar. Cruce la habitación y me asome por la ventana, que tiene una vista perfecta al patio de entrada, y los vi irse.
Solo entonces, pude explotar en llanto.

Empecé desacomodando mi cama, mientras gritaba con una rabia inexplicable. Avente almohada por almohada, sabana por sabana, hasta que el colchón quedo desnudo, hasta a mi gran oso de felpa avente al hacer el desastre. Este último, lo tengo desde bebe, le apodo ‘oso bonachón’.  

Seguí con mi escritorio -queda justo enfrente de mi cama, debajo de la ventana de la cual me asome para ver la partida de mi papa y de esa ‘mujer’ que no me aceptaba-, empecé a tirar todos mis libros de texto, mis plumas y mis libretas. Sollozaba cada vez más fuerte.

No pare mi destrucción hasta que me encontré con un paquete de hojas blancas, me quede ahí, mirándolas, y de pronto, levante una pluma, agarre una hoja, fui por ‘el oso bonachón’, mi almohada de seda y me acurruque en un rincón.

Así fue como comencé a desahogarme. Así fue como nació ‘el gran pensamiento’ de Jane Cervantes.

Perspectiva de una estúpida adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora