Capitulo: 77 No puedo creer que me haya olvidado por completo de mario

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- Kookie... -no había nada que hacer, era inevitable que no tuviéramos sexo en su oficina, no opuse más resistencia- Me rindo...

- Bien -sonrió triunfante- Ahora mi querida esposa, si me lo permites... necesito resolver unos temas pendientes contigo.

No esperó más tiempo y me besó con fogosidad, era uno de los besos más atrevidos y apasionados que me había dado hasta ahora, sus manos fueron velozmente a mis muslos para acariciarlos a la vez que su boca se posicionaba sobre mi cuello, las sensaciones que sentía en mi cuerpo eran infinitas, me encantaba esto y no podía negarlo de ninguna manera. Me llevó a su escritorio y continuemos ahí, pude percatarme de la enorme erección que traía cuando la frotó contra mí, me puse nerviosa en el momento en que me volteó quedando a espaldas a él y recostada sobre su escritorio, sabía perfectamente lo que estaba por venir. Corrió hacia un costado mis bragas y dio inicio a la función, las embestidas iniciaron con fuerza desde un principio, puse mis manos sobre mi boca ahogando el fuerte gemido que acababa de soltar, Kevin fue brusco y no tuvo piedad, gemí con vigor, sus movimientos pélvicos eran bastante violentos y rápidos, la penetración paulatinamente me estaba originando un desmesurado placer indescriptible, se sentía tan jodidamente bien que por un instante pensé que me iba a venir, subió una de mis piernas a la mesa y le pedí que parara pero hizo caso omiso a mi petición, se lo repetí en varias ocasiones y lo único que logre fue que aumentara la intensidad tomando mi cintura, lo que se resumió en hacer más profundas las estocadas. Estuvimos de esa forma por varios minutos hasta que por fin cedió y se detuvo al ver que tuve mi primer orgasmo, mis piernas temblaban y mi cuerpo estaba exhausto, Kevin se quedó en silencio por un momento observándome sobre su escritorio, con delicadeza me ayudo a levantarme de allí, cogió mi mano y me llevó con él a donde se encontraba su silla, primero se sentó él en su lugar y se recostó para que yo me sentara sobre él, todo estaba en calma y ahora estábamos mirándonos mutuamente con ternura.

- ¿Puedes seguir...? -me preguntó con voz ronca mientras acariciaba mi mejilla-.

- S...Si puedo -me afirmé de su pecho- quiero... seguir...

- Prometo... no ser tan brusco esta vez -al terminar de hablar se acercó a mi rostro y depositó en mis labios un cálido beso que me dejó en las nubes, no quería que esto terminara, él era el único que despertaba este sentimiento en mí-.

Me sentía tranquila y el agotamiento presente en mi cuerpo desapareció totalmente, una vez más introdujo su miembro dentro de mí, pegó un jadeo ronco producto de la excitación, me penetró lentamente haciéndome sentir detenidamente cada movimiento que me proporcionaba, era realmente satisfactorio hacerlo de esta forma, francamente me prendía aún más tenerlo en frente. No pasó mucho tiempo y gradualmente fue aumentando sus movimientos haciendo que las embestidas fueran más seguidas, no quise quedarme atrás y me incorporé al juego, me levanté de su pecho y tomé la postura dominante meneándome sobre él, sus ojos estaban perdidos en mi cuerpo, tenía el cabello desordenado sobre mi rostro y mis pechos se movían al compás de mis caderas, Kevin llevó sus manos a mi trasero para ayudarme a impulsarme, me agarraba con firmeza sin apartar su mirada de mi labor. Todas nuestras fuerzas las utilizamos en ese momento, los gemidos por parte de ambos se incrementaron y la penetración ya estaba por dar frutos.

- Mmm... no a... aguanto más preciosa -cerro sus ojos con fuerza-.

- K... kookie aahh... -gemí fuerte- estoy por irme... v.. vente dentro...

- E.. Estoy muy cerca... -su respiración se encontraba muy entrecortada-.

- ¡Aahh!... K.. Kookie...

Sus manos recorrían mi cuerpo, sentí ese ardor y placer en mi entrepierna, estaba llegando a mi limite, el aire empezó a faltarme y una sensación eléctrica me invadió todo el cuerpo, automáticamente arqueé mi espalda al máximo y solté mi ultimo gemido, alcancé una vez más el tan esperado orgasmo. Instantáneamente después de mi espasmo Kevin jadeo con energía y me jaló hacía él, me sobresalté, en ese instante pude percibir aquel liquido llenarme completamente, finalmente terminó por correrse dentro de mí. Caí sobre su cuerpo, ambos teníamos la respiración entrecortada y estábamos muy exhaustos, pude sentir al latido de su corazón acelerado tras todos los minutos de satisfacción que nos dimos, Kevin me abrazó y levantó mi cara de su torso para unir nuestros labios en un cálido y húmedo beso.

- Es... Eso ha estado increíble -me vió a los ojos- ¿estás muy cansada?

- Si -mi cuerpo estaba tan relajado que no quería dejar mi posición- un poco...

- Bien -me sonrió de medio lado- no es para menos, llevamos bastante tiempo haciéndolo.

- Si, es cierto -observé el reloj de su oficina- solo quedan algunos minutos para tu reunión, lo mejor es que te arregles para ir.

- Me siento sucio en este momento -rió- tengo un perfume aquí, pero no sé que tanto oculte nuestros aromas.

- Verdad, no se me había pasado eso por la cabeza -reí por su comentario, estábamos en una oficina y no podíamos bañarnos aquí- Yo igualmente llevo uno conmigo en el abrigo, espero que logre ocultarlo un poco.

Nos pareció divertida la situación, sinceramente ninguno de los dos tenía contemplado en sus agendas tener sexo en la oficina el día de hoy, pero posiblemente fue una buena forma de inaugurar su nueva oficina, creo que ahora entiendo esa adrenalina y excitación al hacer este tipo de cosas en un lugar como este. Me salí de mi sitio dejando a Kevin libre para levantarse de su silla, fui por mi camisa y mi brasier para colocármelos nuevamente, él por su parte se roció en perfume y desodorante el cuerpo entero antes de abotonar su camisa y arreglarse, fue la mejor mañana que he tenido hasta ahora y al parecer no soy la única en pensar así, al ponerme mi abrigo y terminar de colocarme el perfume que traía Kevin me aprisionó entre sus brazos depositándome un tierno beso en la frente.

- ¿Necesitas que te llame un taxi?

- No, no es necesario -por el amor de Dios, ¡Mario!- Yo veré como llegaré a casa, Mario está por aquí así que podría llamarle y pedirle que venga a recogerme -mentí-.

- Bueno, es buena idea ya que así quedo más tranquilo -tomó mis manos- no me gustaría que te pasase algo malo.

- Tranquilo, sé que no debo exponerme al peligro, pero no creo que me pase nada -reí- se pedir un taxi de todas formas.

- De acuerdo -me besó- en ese caso nos vemos en casa.

- Si -caminé hasta la puerta para abrirla y lo vi desde el marco- recuerden no sobre exigirse en el trabajo, ¡Tu puedes!

Y finalizada nuestra conversación salí de su oficina. "No, no, no, no, no, no" repetía una y otra vez mientras caminaba/corría por los pasillos y bajaba las escaleras, "¡No puedo creer que me haya olvidado por completo de Mario", estuvimos tan ocupados en nuestro candente encuentro que lo último que se me vendría a la cabeza sería la imagen de Mario, pasaron bastantes minutos desde que me dejó aquí, ¿se habrá entretenido en algo?, ¿se habrá aburrido de esperarme tanto tiempo?, "Aaaaah voy a explotar". Apenas llegué a la recepción fui directamente a la salida de la empresa, al estar fuera busqué como pude con la mirada a mi objetivo, me tomo unos cuantos segundos y pude divisar por enfrente el auto de Mario, corrí hasta él por el lado del copiloto y abrir de un tirón la puerta... lo que provocó que la alarma del auto comenzara a sonar despertando al querido bello durmiente que yacía en su interior.

- ¡AAAAAH! ¡ROBO! -dijo el chico despertando de su placido sueño- ¡AYUDA, UN LADRÓN!

mi peligrosa obcecionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora