Capitulo: 94 ¿Te das cuenta de que eso suena mal? parece manipulación

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-¿Q-QUÉ? -no podíamos creer lo que acabábamos de escuchar-.

- A-Amor no estoy entendiendo esto, ¿P-Por qué no lo dijiste antes?

- Es que nunca se dio la oportunidad, había estado con mi periodo de exámenes y el tiempo que teníamos era poco, con tu trabajo y el mío en lo único que pensaba era en compartir juntos no en andar chismorreando.

- Si, la verdad tienes razón -cayó como costal de papas al sofá junto a mí- No puedo procesarlo aún.

- B-Bueno, piénsalo por este lado -intente ponerme en el lugar de él- su esposa falleció hace años y en algún momento necesitaría compañía, puede que lo tenga en secreto ya que igualmente es fuerte decirles a sus hijos que conoció a una mujer.

- Según algunos chicos que trabajan hace mucho allí, dicen que el señor Jonas ha sido visto con esta mujer en varias ocasiones durante algunos años, puede que sean dos.

- Igual es mucho tiempo -hizo una pausa para pensar- Ahora que me doy cuenta el señor Jonas no está nada mal teniendo en cuenta que se casó jovencito y tuvo su primer hijo ese mismo año, yo creo que esta bien que él haya conocido a alguien.

- Yo igual lo apoyo, con sus hijos creciendo y haciendo sus vidas es probable que se sienta solo, con tanto trabajo es un milagro que conociera a una mujer -miré al chico que estaba en frente de mi- ¿Y cómo es la chica?

- Para ser sincero, la chica es joven como de nuestro rango de edad, atractiva a simple vista, pelo rubio con un par de ondas y buen físico.

- ¿Pelo rubio?, que injusto, ¿por qué los grandes empresarios eligen a las rubias y no a la morena? -hizo un puchero que causó una gran carcajada de parte de los dos-.

- Oye no te amargues -le di unas palmaditas- Eres muy linda siendo morena, así que nada de reclamos, ¿bien?

- ¿A qué va esa carita Deborah?, no te fijes en esos detalles, tu eres completamente hermosa tal y como eres.

- De acuerdo, les voy a creer a los dos -rió. Estuvo unos segundos así hasta que su cara se tornó seria- Tn, ... ¿le contarás a los chicos?

- No lo creo, si alguien tiene que decirle a los chicos es el señor Jonas, es su vida.

- Yo opino lo mismo, las cosas pasan por algo y si él quiere estar con su chica a escondidas es su problema.

- Es lo más justo, la verdad es que nadie manda a los empleados a espiar en el Hotel, lo bueno del señor Jonas es que es un cliente habitual y al parecer un hombre muy respetado allí, todo lo que ocurre en ese hotel se queda allí, así que ustedes no escucharon nada de mis labios, ¿Ok?

- ¡No seas exagerado! -le gritamos al unísono-.

- Es un buen chisme, me puede costar mi trabajo -rió- Solo no lo divulguen.

Debo confesar que me tomó por sorpresa la noticia de que el señor Jonas se citara con una mujer en su habitación de hotel en variadas ocasiones durante bastante tiempo, creo que es justo que si quiere comenzar algo lo haga, pero ¿será que oculta la identidad y existencia de la chica por la diferencia de edad?, sea cual sea la razón es mejor que no me meta en ese asunto. Seguimos hablando y riéndonos de las anécdotas que contábamos, sin darnos cuenta, de un momento a otro se nos terminaron los trozos pizzas, miré la caja sobre la mesa y fui por ella, la tenía en mis manos cuando sentí que mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo, les pasé la caja con la comida y miré el mensaje que acababa de recibir.

"Tn te necesito, ya no aguanto más. Sé que soy un grandísimo idiota y que soy pésimo tomando decisiones cuando tengo problemas. Te llamé antes, pero no me entraron las llamadas, ahora voy rumbo a tu hotel, por favor déjame verte, te lo suplico."]

- "... Este mensaje...Kevin..."

Me sorprendí al leer el contenido del mensaje, no tardé mucho en procesarlo y miré a mi amiga para decirle que ya tenia que irme al hotel, ella comprendió y se levantó del asiento para despedirse de mí, la abracé y luego me despedí de Christopher. Al salir de su apartamento caminé calle abajo para tomar un taxi, para mi buena suerte pude encontrar uno con facilidad, me subí en el y rápidamente partimos hasta nuestro destino, aproveche de mandarle un mensaje a Kevin diciéndole que estaba en casa de Deborah y que ya me encontraba en el taxi rumbo al hotel, no obtuve respuesta al mensaje pese a que fue leído, me sentí preocupada y llegué a pensar que quizás se fue a casa por la hora, no esperaba que me hablara y mucho menos diciéndome aquello, nuevamente sentí que me mareaba y mis mejillas se ponían rojas, cuando llegamos le pagué la tarifa al taxista y salí de allí desesperada por respirar aire fresco, comencé a sentirme mejor así que apuré mi caminar al entrar al lugar, corrí hacia el elevador ansiosa por lo que fuera a pasar, al sonar el timbre bajé en mi piso y al ver fijamente al frente pude percatarme que había un chico sentado en el suelo escondiendo su cabeza entre sus piernas frente a mi habitación. Me quedé congelada al ver esa escena, lentamente fui caminando hacia él y a medida que estaba más cerca me sorprendí al ver que se trataba de Kevin

-Hey... -solté casi en un susurro a la vez que me ponía a su altura- ¿Kee...vin?

Cuando escuchó mi voz levantó su cabeza provocando que me quedara completamente en silencio, una punzada enorme me dio directamente al corazón, al levantar su mirada logré ver a Kevin con su rostro mojado por las lágrimas, con su nariz roja y con sus ojos hinchados, lo primero que atiné a hacer fue lanzarme sobre él y abrazarlo... fue algo automático. Comenzó a llorar nuevamente, él correspondió mi acción abrazándome con fuerza, su llanto era desgarrador. No quería que alguien saliera y lo viera así, velozmente busque la llave de mi habitación para poder entrar, cuando abrí Kevin entró limpiándose las lagrimas de su rostro, se sentó en el pequeño sofá que había y se quedó mirando el suelo, no sabía que hacer, estaba en blanco nunca pensé que llegaría al hotel en ese estado, me senté junto a él y tomé aire para  tranquilizarme, debía decir algo para saber que le ocurría, si solo me quedaba callada lo único que obtendría seria ver sus lágrimas.

- Kevin... necesito saber lo que pasa, por favor mírame -toqué su rostro captando su atención- ¿qué te ocurre? -no obtenía respuesta de su parte, me estaba preocupando, no se atrevía a mirarme a los ojos- Por favor... Kookie... -en ese instante cambió de posición apoyando su cabeza en mi regazo, pude ver que seguía llorando, pero pese a eso quiso hablar-.

- Tenías razón, soy un idiota, siempre pienso las cosas mal -seguía apretando sus puños- si hubiese sido más precavido con mi relación con Annie nada de esto estaría pasando... el bebé no tiene la culpa, pero odio el hecho de que haya quedado embarazada porque... por esa razón perdí la cabeza.

- ¿Perder la cabeza?, no entiendo muy bien, ¿en qué sentido lo dices?

- En que quise ver el lado positivo de todo esto tapando la realidad -suspiró- Tn acertaste en todo lo que dijiste, traté de hacer todo por el camino fácil con tal ahorrarme problemas y terminé haciéndolo todavía peor, pensé que si estaba con Annie podía ayudarla con su embarazo, no quiero que le pase nada malo al bebé y por lo mismo no quise dejarla sola decidiendo quedarme con ella cuando me lo propuso.

- Espera, ¿Ella fue la que te propuso volver?

- Si, me dijo que era lo mejor para nuestro hijo por ahora, luego podríamos ver que pasa más adelante, pero que por el momento lo mejor era intentarlo como pareja una vez más por su bienestar.

- ¿Te das cuenta de que eso suena mal?, parece manipulación.

mi peligrosa obcecionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora