Capítulo 36

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Cuando la puerta se abre frente a mis ojos, soy consciente de cómo sus cejas se fruncen ligeramente al verme. Está más que claro que no esperaba a que un algún día tocará a su puerta, y a decir verdad, yo tampoco lo hacía. Ella, junto a las otras dos arpías de sus amigas se han encargado de hacerme la vida imposible durante años, sin embargo hay algo me hace pensar que ella es diferente.

Me permito respirar con más calma antes de emitir cualquier palabra y para mi entera sorpresa, es ella quién rompe el silencio primero.

-Mackenzie, ¿qué haces aquí?- pregunta, sorprendida. Sus ojos miran detrás de mí, seguramente esperando encontrar a mi hermano, pero tuerce el gesto cuando se da cuenta de que éste no aparecerá mágicamente.

-He venido a hablar contigo- respondo segundos después.

Ella luce sorprendida por mis palabras y le toma más de un segundo hacerse a un lado para permitirme pasar. Su casa no es tan grande como lo esperaba, y es justo eso lo que la hace sentir mucho más cálida y acogedora. Es una sensación extraña pero agradable al mismo tiempo. Ambas nos dirigimos hacía el sofá más cercano y nos dejamos caer sobre él.

Sus ojos esmeralda me miran con bastante curiosidad, tanta que me hace sentir algo incómoda. Antes de hablar me aseguro en buscar dentro de los bolsillos de mi pantalón la deteriorada e intrigante fotografía para luego tenderla en su dirección. Laila la toma entre sus manos y la expresión que se queda en su rostro mientras la observa me confirma que ella también lo sabía.

-Estaba en la habitación de Chad- explico- Todo esto me resulta muy raro. No entiendo de dónde se conocían y hay tantas preguntas sin respuestas dentro de mi cabeza que siento que voy a explotar en cualquier momento- me sincero. Ella dobla la fotografía y me la devuelve. Su rostro luce tenso, pero aún así lucha por sonar amable cuando pregunta:

-¿Qué quieres saber exactamente?

-Todo- respondo- Si dices que amas a mi hermano, sé que no me mentiras.

Laila traga saliva y se remueve un tanto nerviosa sobre el sofá. Suelta aire pesadamente por la nariz y su mirada se pierde unos instantes en el vacío, o tal vez en algún recuerdo doloroso antes de volver a asentir con la cabeza.

-Está bien. Si es lo que quieres, voy a contártelo todo, pero debes saber Chad ya no es aquella persona que un día fue.

Mi cuerpo se siente como gelatina, sin embargo me mantengo erguida en mi posición mientras ella comienza a contarme la verdadera historia detrás de aquella fotógrafa...

NARRADOR OMNISCIENTE

Eran finales del dos mil quince y la lluviosa que se escuchaba en el exterior no era nada en comparación con la discusión acalorada que mantenían los padres de Genny en la planta superior.

No era nada raro que esos dos estuvieran en desacuerdo aunque fuera por la cosa más estúpida e insignificante del mundo, como tampoco lo era que la chica de largo cabello dorado estuviera en su habitación con los audífonos encendidos con tal de dejar de escuchar los gritos detrás de la puerta.

No era la primera vez que escuchaba a sus padres pelearse, aún así no podía acostumbrarse a la idea de vivir con sus padres riñéndose como perros y gatos después de todo lo que habían pasado juntos. Genny aún guardaba una pequeña esperanza dentro de sí misma en volver a ser la familia feliz que un día habían sido, sin embargo ella sabía mejor que nadie que eso era algo casi imposible, pues dos semanas atrás su madre había perdido al bebé que llevaba en su vientre tras caer de unas escaleras, y para su padre aún le costaba reponerse de aquella tan inesperada pérdida...

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