Capítulo 64

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Después de mucho tiempo, vuelvo a sentirme en calma.

Los brazos de Alec me rodean la cintura y me atraen mucho más a su cuerpo, sintiendo su calor. Sus labios se encargan de brindarle toda la atención a mi boca, y entonces comprendo que no hay otro sitio en el que quisiera estar, más que con él.

Es irónico la manera en la que intenté interponer barreras entre nosotros después de romper, y durante las noches en las que me encontraba sobre la cama, constantemente me preguntaba qué habría pasado sí tan sólo en aquella clase de matemáticas con el profesor Méndez yo no hubiera dejado mi preciado cuaderno de escritos.

¿Aún así él también me habría seguido hasta los baños del instituto?

¿Se hubiera preocupado por saber cómo me encontraba?

No lo sé.

Lo más probable es que nunca nos hubiéramos conocido, o tal vez no habríamos cruzado palabras, y de no ser porque Kiara me arrastró muy a pesar de mi descontento hacía aquella fiesta en la que di a parar en la parte trasera de la camioneta de este chico, nuestras vidas jamás se habrían cruzado de la forma en que lo hicieron, y los años seguirían pasando.

Yo me haría mayor y tal vez un día, desempacando cosas viejas, encuentre las fotos del anuario y vea al chico de ojos verdes y sonrisa dulce posar para la cámara. Verlo me haría sonreír a mi también, eso lo sé bien. Me preguntaría quién habría sido y si en algún punto de mi vida llegué a conocerlo.

Pero lo conocía, claro que lo hacía.

Y le había entregado algo más que simples palabras. Le entregué mi corazón y mis más sinceros sentimientos. Le entregué mi tiempo, mis sueños y deseos, muy a pesar de que al final las cosas no resultaron como quisimos.

Tal vez no supimos amarnos, y por eso nos hicimos mucho daño. Tal vez lo nuestro debió ser así, sin embargo, quiero aferrarme a la idea de que aún no es el final para nosotros.

Y sí, yo me equivoqué, pero él también lo hizo.

Quise creer que Alec era como una especie de antídoto para mi dolor, pero fallé al hacerlo porque al igual que yo, él también tenía problemas con los que liderar y cicatrices en su alma que aún debían sanar.

Todos aquellos pensamientos se desvanecen frente a mis ojos tan pronto sus labios dejan de tocar los míos y su rostro queda a una distancia prudente.

Nuestras respiraciones son pesadas y veo la intensidad con la que sus ojos me observan. Tiene las pupilas dilatadas, el cabello alborotado por mis manos y las mejillas ligeramente sonrojas.

La comisura de sus labios se elevan en una pequeña sonrisa al ser consciente que lo estoy detallando más de lo normal, por lo que una de sus manos sube hasta mi rostro y acaricia mi mejilla derecha.

-Extrañaba esto su voz es tan sólo un susurro.

Aún puedo sentir mi respiración pesada y el corazón martilleando contra mi pecho a un ritmo antinatural.

-Yo también- confieso.

Tiempo después, me toma de la manos y juntos salimos de la pequeña cabina fotográfica, no sin antes tomar la tirilla de fotos que nos hemos hecho antes. Sin duda alguna la primera ha sido mi favorita, y debo confesar que lo es porque ha capturado el momento perfecto de nuestro beso.

[...]

Alec y yo hemos estado recorriendo la feria tomados de las manos como si aún fuéramos una pareja. Resulta casi imposible creer que esta persona que ahora me sostiene con firmeza, es la misma que se atrevió a romperme el corazón.

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