Capítulo 42

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Los rayos de sol que se cuelan por las delgadas cortinas de la habitación me dan directo en el rostro y me obligan a abrir los ojos. La luz cegadora me deja aturdida durante unos cortos segundos, por lo que cierro los ojos con fuerza antes de volver a abrirlos para acostumbrarme a la intensidad de la luz.

Mi vista recorre el lugar en donde me encuentro. Mi cuerpo está cubierto por una fina sábana blanca y los recuerdos de la noche anterior llegan a mi cabeza como flashes.

Alec besándome con sus labios.

Alec tocándome con sus dedos.

Alec amándome con cada centímetro de su piel.

Mi rostro se siente caliente.

No hay rastros de él en la habitación, así que me apresuro en recoger mi ropa del suelo y volver a vestirme, seguido a eso, me precipito al baño de la habitación para lavarme el rostro y quitar los restos de sueño que hay en mis ojos.

Cuando termino de hacer mis necesidades primarias, salgo de la habitación y en la cocina me encuentro con un atractivo y descamisado chico de cabello castaño.

Llego hasta él y le rodeo las caderas con mis pequeñas manos.

Alec se sobresalta.

-Buenos días - susurro contra su espalda.

-Buenos días, pequeña dormilona- musita. Gira sobre sí mismo y cuando queda frente a mí, soy plenamente consciente de la diferencia de estaturas que hay entre nosotros.

Una sonrisa se adueña de sus labios.

-Estaba por preparar el desayuno para todos, pero parece que Adam y su novia regresaron muy tarde anoche, y aún siguen dormidos- comenta mientras toma mi rostro entre sus manos y atrae mi boca a la suya para plasmar un corto beso sobre mis labios - Adam me comentó que hay una cafetería muy cool a una hora de este lugar, así que pensé que sería ser genial ir allí sólo los dos, ¿qué dices?- pregunta elevando una de sus espesas cejas.

Asiento con la cabeza mientras sonrío.

-Eso sería perfecto- respondo.

-¡Entonces no se diga más!- exclama con voz animada.

-Iré a ducharme, entonces.

Me alejo de él para dirigirme al baño, pero Alec es mucho más rápido que yo y me estrecha entre sus brazos. Sus ojos bajan a mis labios y el pulso se me acelera ridículamente al volver a recordar en cómo me hizo sentir la noche anterior.

Intento esquivar su mirada, pero su pulgar sobre mí mentón me lo impide. Sus ojos brillan, haciendo que las mariposas revoloteen en mi estómago. Acerca su rostro al mío y me besa con lentitud, tanto que resulta ser una tortura para mí y mi pobre corazón.

[...]

Un bonito vestido amarillo es mi mejor elección para salir, junto a unas sandalias playeras. Mi cabello húmedo cae a ambos lados de mi rostro, haciendo contraste con la palidez de mi piel. No quiero abusar del maquillaje, por lo que opto por usar un poco de rubor en mis mejillas y un bálsamo labial.

Los ojos de Alec están fijos sobre la carretera y aunque son sólo unos pocos segundos en los que voltea a mirarme, me encanta la forma que lo hace.

No sé en que momento llegué a sentir todo esto que siento por él. No sé en que momento este chico logró robarse mi corazón, pero me alegro de que lo haya hecho. Alec conoció la versión más frágil de mí, aquella de la que no me siento orgullosa. Conoció a una chica débil y sin armaduras, pero aún así, él decidió quedarse para amarme de la forma en la que yo nunca pude hacerlo.

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