Capítulo 44

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Mackenzie


Desde que Adam avisó que había ocurrido algo muy malo con Kendall, un nudo se instaló en mi garganta y el sentimiento de culpabilidad invadió todo mi cuerpo. ¿Cómo había podido dejarme llevar por los celos? ¿Cómo pude haber hecho algo como eso?

Mi corazón late con fuerza y el sudor se acumula en la palma de mis manos haciéndome sentir peor que antes.

Los ojos de Alec siguen estando fijos sobre los míos mientras aguarda por una explicación ante lo que he dicho previamente. No sé por dónde empezar, y para ser sincera, temo por su reacción.

-¿Qué sucede, Mackenzie?- su voz es lenta y pausada.

-He sido yo...-  comienzo a decir con la voz envuelta en nerviosismo.

- No entiendo lo que dices...

Bajo la mirada hasta mis manos para no ver la desilusión adueñarse de sus ojos en cuanto sepa la verdad. Mi boca se siente seca y un ligero dolor me atraviesa el pecho.

-Yo soy la razón por la que tu teléfono jamás sonó...- confieso entonces.

Me apresuro a levantarme e inconscientemente comienzo a caminar por el pequeño espacio de la cafetería del hospital. Una fuerte mano rodea mi brazo y tira de mí para hacerme quedar frente a aquellos penetrantes ojos verdes de los que tanto me gustaría huir en este preciso momento.

-¿De qué estás hablando?- su voz suena exigente.

-Yo...- mi voz empieza a quebrarse y pequeñas lágrimas ruedan por mis mejillas- ¡Lo siento! No pude evitarlo. Ella te estaba llamando y yo sólo me dejé llevar. No pensé en lo que estaba haciendo, ¡debes creerme!

Las facciones de su rostro cambian por completo al escuchar mis palabras. Sus cejas se fruncen en confusión y la ira comienza a desatar una batalla en su interior.

-¿Ella?- inquiere.

-Sí, ¡Gemma! -exploto sin poder evitarlo- ¡Ella siempre está ahí buscando el momento perfecto para arruinar nuestra relación!

Sé que hay personas mirándonos, pero no me importa. La única persona que realmente me importa es la que está frente a mí y que ahora me mira como si fuese una completa desconocida para él. Su agarre pierde fuerza y me libera lentamente cuando une las piezas dentro de su cabeza.

-¿Así que todo esto se trata de Gemma?- su voz es baja, casi como un susurro. Se pasa las manos por el rostro es un acto desesperado antes de volver a fijar los ojos sobre mí. Luce cansado y decepcionado, aún así, asiento con la cabeza.

Alec suelta una gran bocanada de aire y tira de las hebras castañas de su cabello, pero no dice nada.

-Di algo, por favor...- suplico.

- No sé qué decir, Mackenzie. Esto lo supera todo- confiesa- ¿Te das cuenta lo enfermo que suena? ¿Te das cuenta de que algo grave le pudo haber pasado a Kendall mientras tú actuabas como una psicópata? - cuestiona elevando el tono de su voz- ¡Ya no sé qué hacer, Mackenzie! ¡Maldición, realmente ya no sé qué hacer! Intento darte una y otra vez toda la seguridad que necesitas para que entiendas que solamente me importas tú, pero nada parece ser suficiente para ti y ya estoy cansado de esto.

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