Capítulo 25

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Alec tira de mí y guía mi cuerpo de modo que quedo sentada bajo la dureza de su cuerpo. Sus labios se mueven urgentes sobre los míos, y lo único que sé es que no quiero dejar de besarlo. Paso mis brazos alrededor de su cuello y lo atraigo más a mí. Cuando gruñe sobre mi boca envía escalofríos por todo mi cuerpo, y sin previo aviso, pasamos de un momento nostálgico a uno lleno de pasión en cuestiones de segundos.

El corazón me late con fuerza y temo que él puedo notar lo nerviosa que me encuentro. Pone ambas manos en mis caderas y me empuja hacía abajo suavemente hasta que ya no queda espacio entre nosotros. Su pulgar consigue levantar el borde de mí camisa y de mis labios se escapa un pequeño jadeo cuando sus fríos dedos hacen contacto con mi piel caliente.

Da pequeños mordiscos a mis labios quitándome el aliento por completo. Soy consciente del calor que irradia su piel junto a la mía. Mis manos se encuentran con las hebras de su cabello y tiran de él suavemente haciendo que un gemido se le escape de los labios.

Mi respiración es agitada y la forma tan exigente en la que me besa hace que me sienta aturdida por unos momentos. No quiero que se detenga, pero me veo obligada a abrir los ojos cuando él es quien decide romper el contacto de nuestros labios.

Alec aleja su rostro unos pocos centímetros y me mira. Tiene las pupilas dilatadas, las mejillas encendidas y el cabello revuelto por mis manos. Sin duda alguna es lo más sexy que he visto. Su pecho sube y baja a grandes respiraciones. 

Pone una de sus manos en mis mejillas y da pequeñas caricias sobre mi piel.

-No sé que hice para merecerte- susurra, su respiración chocando bruscamente contra mis labios- Pero juro que mientras estemos juntos voy a hacerte feliz- promete.

-Ya me haces feliz- consigo decir.

Sus fuertes brazos me rodean y yo dejo caer la cabeza sobre su hombro mientras nos abrazamos. Me doy cuenta que no hay lugar más seguro que estar entre sus brazos. Es como si después de mucho tiempo volviera a recuperar una parte de mí que no sabía que había perdido, y que ahora que lo he recuperado no pienso permitir volver a perderlo.

Alec es todo lo que necesito, y yo soy todo lo que él necesita.

Mis párpados pesan y me encuentro exhausta. Alec murmura que también está cansado y ambos nos levantamos del sofá para dirigirnos tomados de la mano hasta llegar a su habitación. La tenue luz de la noche se cuela por las finas cortinas y evitan que tropiece torpemente.

Me quedo de pie en el marco de la puerta mientras veo como el castaño se deshace del broche de su pantalón y tiran de él para quitárselo. Sé que debería apartar la mirada, pero me encuentro totalmente hipnotizada con los movimientos de su cuerpo. Trago saliva cuando noto que lleva puesto un bóxer negro ligeramente ajustado. Se quita la camiseta, la pone sobre la cama y su pecho tatuado salta a la vista.

Me lanza una mirada que apenas sí logro descifrar.

-Póntela, no creo que esa ropa pesada que llevas puesta sea muy cómoda para dormir- dice.

El rubor se apodera de mis mejillas pero él no parece notarlo. Alec se acerca al armario y se viste con unos simples pantalones de pijama. Se mete en la cama y deshace el edredón perfecto con sus manos.

Sé que tiene razón. Llevo puesto un jean ajustado y un suéter de lana hasta el cuello que ha conseguido darme comezón. Hago una mueca con mis labios y me deshago de mis zapatos.

Me acerco a la cama y tomo la prenda con mis manos. Espero a que se de vuelta o cierre los ojos para que pueda cambiarme, sin embargo, se apoya sobre sus codos y me mira fijamente con atención.

Me siento nerviosa bajo el peso de su mirada, pero me armo de valor y comienzo a desvestirme. Respiro hondo, me quito la blusa por la cabeza y luego saco el jean por mis piernas. Los ojos de Alec se han oscurecido considerablemente y aquella parte insegura que pensaba que tal vez no sería lo suficientemente sexy para él desaparece en el momento en que lo veo tragar saliva con dificultad.

Cojo su camiseta y me la pongo aspirando el olor a loción masculina antes de acercarme a la cama y acurrucarme a su lado sintiendo las mariposas en el estómago.

[...]

La mañana me sonríe cuando despierto junto al chico que consigue hacerme temblar. Alec me prepara el desayuno y se niega cuando le pido ayudarle. A eso del mediodía me deja en mí  casa y promete pasar a verme después.

Han pasado casi cinco horas desde entonces. Me detengo junto al sofá de la casa en el momento justo cuando un Chad bien vestido desciende por las escaleras. Frunzo el ceño porque hay un solo motivo por el cual él se preocupe en verse tan bien: Fiesta, salvo que en esta ocasión se ve....¿nervioso?

-Pulga, ¿no te haz vestido?- pregunta mientras me observaba.

-Estoy vestida- respondo obvia encogiéndome de hombros.

-Te dije hace días que mi novia vendría hoy y que la presentaría con ustedes.

¡Mierda! Había estado con la cabeza en las nubes que olvidé por completo que me lo mencionó hace tan sólo un par de noches. Se le veía tan feliz y entusiasmado porque finalmente había podido arreglar las cosas con su chica y yo apenas sí lo estaba escuchando.

-Ah...yo, iré a vestirme- respondo y sin rechistar subo los peldaños hasta llegar a mi habitación.

Decido usar un vestido sencillo de flores junto a unas sandalias planas acompañado de un maquillaje liguero. Mamá y papá no tardarán en volver del trabajo, puesto que ambos prometieron llegar a tiempo sin importar qué. Aún fingen estar bien delante de mí sin importar el hecho de que sé que pronto se van a separar.

El timbre suena mientras bajo a la sala principal.

-¡Yo abro!- anuncio con una sonrisa burlona cuando veo a Chad acomodar la mesa y notar que la comida se le ha quemado un poco.

Giro el pomo de la puerta y casi por acto de reflejo la sonrisa se me borra de la cara al ver a la rubia que se encuentra delante de mí.

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