Capítulo 40

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Alec

El dolor que invadió los ojos de Mack al ver mi rostro magullado hizo que mi corazón se encogiera en culpabilidad. Lo sabía, siempre arruino las cosas. Al parecer, cuando más quiero cuidar de las personas que amo, resulta ser todo lo contrario.

Me apresuro en salir de la cabaña sin la castaña y me quedo en la orilla del mar junto a Adam. Tiene la vista clavada en algún punto en específico, pero sus palabras son tan claras cuando llegan a mis oídos.

-¿Ya lo sabe?

Sé a lo que se refiere.

Pienso en las distintas maneras de mentirle, pero aún así termino por contestarle con sinceridad.

-No.

Un suspiro cargado de frustración se escucha de su parte. Sé que piensa que soy un imbécil por mentirle de ésta forma, y lo más seguro es que lo sea, pero sólo intento protegerla, aunque en el fondo de mí corazón, sé que la lastimaré.

-Sabes que terminará por enterarse, ¿verdad?- cuestiona en un susurro mientras le da un sorbo a la cerveza que tiene en su mano.

-Lo sé- respondo encogiéndome de hombros- Supongo que sólo intento posponer lo inevitable - suspiro.

Lo veo abrir la boca, pero la cierra de golpe al percatarse que las chicas se acercan a nosotros.

Jodido infierno.

Cuando creo que no puede haber algo más que me guste de Mackenzie, ahí está ella para comprobarme que me equivoco. La manera en la que mueve sus caderas inconscientemente, hace que me quede sin aliento. Cuando finalmente llegan a nuestro encuentro, puedo ver la incomodidad en el rostro de Mack al estar expuesta de este modo.

Tuerzo el gesto.

Me levanto de la arena y me acerco a ella para rodear su cintura con mis brazos. Su cuerpo se estremece ante mi tacto y una sonrisa maliciosa se desliza por mis labios casi de inmediato. Me encanta saber lo vulnerable que es ante mi tacto, porque de la misma manera yo soy vulnerable a ella.

La tarde se basa en Mack aprendiendo a nadar. Me es casi imposible no reír cada vez que el agua entra en su boca y lo mucho que se frustra cuando la suelto en el agua.

Jugamos un poco y bebemos cerveza. La brisa cálida me golpe el rostro y el sol comienza a picar en mi piel, pero la sonrisa en el rostro de Mack al escribir nuestros nombres en la arena, hace que este viaje valga la pena.

[...]

Cuando decidimos volver a la cabaña, Madeleine y Adam nos informan que saldrán a comprar provisiones para la semana. Ella le insiste a Mack para ir con ellos, pero la castaña gentilmente rechaza la propuesta. Sé que está lo suficientemente cansada por haber pasado horas en el mar, por lo que tampoco me molesto en hacerla cambiar de opinión.

Adam se despide silenciosamente con un asentimiento de cabeza antes de abandonar el lugar. No hace falta decir con palabras lo molesto que está conmigo, pero aún así decido hacer caso omiso a su actitud. Después de todo para eso estamos aquí, ¿no?
Para olvidar lo que nos atormenta diariamente.

Sé que tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. No importa cuánto me esfuerce, ella lo sabrá. Lo único que puedo hacer, es pedirle a Dios que para cuando llegue ese día, sea mi corazón el que se rompa y no el de ella.

SCARS ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora