Capítulo 66

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La tensión que nos envuelve puede cortarse con un cuchillo.

Espero durante varios segundos una explicación coherente de su parte, pero ésta nunca llega. El castaño aparta la mirada y la centra en algún punto en específico de la nada, esquivándome.

Necesito respuestas. Necesito saber lo que está ocultándome.

-¿De dónde conoces a mi padre?- inquiero, con voz insistente.

Alec deja escapar una bocanada de aire y se pasa las manos por el cabello, nervioso. Luego, sus ojos suben a mi rostro, para encontrarse nuevamente con mi mirada acusadora.

-Sólo prométeme que no vas a enojarte- pide.

Me cruzo de brazos.

-Eso depende de lo que me digas.

El silencio vuelve a acogernos, antes de que Alec se atreva a confesar.

-Yo...necesitaba conseguir algo de dinero- comienza a decir e inmediatamente centro toda mi atención sobre él- Estaba desesperado, y no sabía qué hacer- sus ojos se cristalizan, pero mi expresión continúa siendo la misma, aunque el nudo en mi garganta se intensifica- Necesitaba pagar unas cosas, entre ellas, saldar la deuda tenía con Hugo y Walter. ¡No sabía qué hacer! Lo que ganaba en el taller no era mucho para todo lo que debía, así que yo...yo...

Espero, con el corazón retumbando contra mis costillas fuertemente, a que termine su oración, pero no lo hace. Nunca lo hace.

-¿Qué hiciste?- presiono.

Puedo sentir el sudor acumularse en las palmas de mis manos, mientras que mi respiración se vuelve pesada.

Necesito escucharlo, necesito saberlo, aunque en el fondo...muy en el fondo, una parte de mí se niega a saber la respuesta de esa pregunta. No quiero volver a ver todas mis esperanzas depositadas sobre él, hacerse pedazos frente a mis ojos. No quiero saber que  detrás de cada beso, cada suspiro y cada caricia, había una mentira dolorosa, apuntándonos a ambos.

-Alguien me dijo que había una chica de buena familia. Ella era un poco tímida e insegura, justo la persona que necesitaba para mi plan. Tenía que acercarme a ella, hacer que se enamorara de mí, y lograr sacarle algo de dinero- una risa carente de emoción brota de su garganta- Jamás pensé que se trataba de la misma chica californiana que durante años, se había esmerado en robarme el corazón- las lágrimas ruedan por sus mejillas, y lo veo tragar saliva con dificultad- No supe qué hacer. Tú estabas clavada con Ashton y apenas sí me notabas, pero entonces, no lograba sacarte de mi cabeza. Creí haberte superado, pero no fue así, por lo que idee otro plan, uno en el que no estuvieras involucrada.

Respiro con pesadez, mientras que las lágrimas me empañan el rostro. Temo moverme o emitir cualquier sonido, por lo que me quedo muy quieta en mi lugar y continúo escuchándolo.

- Estuve investigando a un tipo durante semanas. El pertenecía a una empresa con suma importancia. Era una buena persona, pero también engañaba a su esposa con su secretaria, y yo...no lo sé, me pareció una buena idea, ¿sabes?

Doy un paso hacía atrás inconscientemente. Mí boca se abre ante la horrible revelación y aunque mi mente intenta atar los cabos sueltos, una parte de mí se niega a hacerlo.

¿Realmente está diciendo lo que creo que dice? Él nota mi desconcierto y la decepción que se adueña de mi rostro. Busca tomar mi mano, pero rápidamente logro apartarla. El dolor se instala en sus ojos verdes. Aquellos ojos que siempre habían logrado parecerme hermosos, y que ahora no quiero volver a ver.

-Yo no sabía que era tú padre, así que yo...

- Lo chantajeaste- termino por él.

Alec aparta la mirada de la mía, mientras que yo lucho con las incontrolables ganas de echarme a llorar por completo. No sé que decir. Realmente no sé qué mierda debería decir en este punto.

-Mack, di algo, por favor...- su voz tiembla y cuando vuelve a tomar mi mano, es demasiado tarde para apartarme. El contacto de sus manos me quema la piel, y entonces, un fuerte sollozo abandona mis labios.

Quiero decir algo, lo que sea. Quiero gritarle o simplemente pedirle que se marche, pero nada sale de mí. El mundo parece detenerse y mis pensamientos se sienten ajenos a lo que sucede.

- Ya no sé ni quién eres- consigo decir.

Tiro de mi mano y retrocedo varios pasos. Mi mente empieza a jugarme una mala pasada y el aire libre resulta asfixiante.

- Te pido perdón, Mack. No sabía lo que estaba haciendo. ¡Estaba desesperado! - su voz empieza a quebrantarse, al igual que mi corazón.

-¡No tenías que haber hecho eso!- estallo. La cólera se abre paso por mi sistema, reemplazando el sentimiento de decepción que inunda mi alma.

Avanzo furiosa hasta él, preguntándome a la vez cuánto tiempo estuvo ocultándomelo.

-¿Pensabas decirme?- cuestiono-De no haber sido por lo que dijo mi padre, ¿planeabas decírmelo alguna vez?

Necesito saber que al menos quería intentarlo, saber que no siempre iba a estarme mentiendo descaradamente a la cara. Limpio las lágrimas que empañan mi rostro y lo miro fijamente. Él abre la boca para contestar, pero rápidamente vuelve a cerrarla. Aguardo por su respuesta durante varios segundos, pero esta nunca llega. No sé de dónde me salen fuerzas, pero consigo emitir una risa amarga, porque su silencio también ha sido una respuesta.

Él no pensaba decírmelo jamás, y por muy enamorada que esté, Alec me mintió y me usó, y eso duele más.

-Quiero que te vayas- le pido mirándolo a los ojos. Mi voz es tan sólo un susurro, pero sé que me ha escuchado.

-Sólo no me odies, por favor...

 -Ya lo hacía antes, así que no cambia mucho ahora- miento.

Mis palabras logran producir el efecto que esperaba ver: dolor.

-Te amo, Mackenzie. Jamás mentí respecto a eso.

No respondo.

Alec me sostiene la mirada durante unos largos instantes. Ahora sólo quedan los recuerdos y las cenizas esparcidas de un amor que surgió una vez entre nosotros. Acorta la distancia entre los dos, y cuando toma mi rostro entre sus manos, me obligo a cerrar los ojos. Sus cálidos labios besan mi frente antes de dar la vuelta y empezar a caminar hacía su camioneta.

-Sólo no olvides que te amo, y que eres lo mejor que me ha pasado- dice, abriendo la puerta del asiento conductor.

Y con eso, se marcha finalmente.

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