Capítulo 56

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Nuestros ojos siguen estando fijos y todo a mi alrededor parece deshacerse. Mi corazón martillea a un ritmo tan rápido que temo que él pueda escucharlo. Mis manos sudan y definitivamente soy un manojo de nervios, pero no pienso permitir que vea lo mucho que me afecta tenerlo frente a mí.

Actúa normal, Mackenzie.

Actúa como si ya no lo quisieras.

Como si nunca te hubieras enamorado de él, y nunca te hubiera roto el maldito corazón.

Al fin logro salir del trance y me apresuro en tomar mi cartera, pero Alec es mucho más rápido que yo y la toma primero. Nuestros dedos se rozan cuando me la devuelve y una corriente eléctrica desciende por todo mi cuerpo. Ni siquiera me atrevo a agradecerle por el gesto.

- Mack, ¿qué haces aquí?- la duda es palpable en su voz.

- Yo... ya me iba.

Paso por su lado para alejarme, pero su mano en mi brazo no me lo permite.

-¿Cómo has estado?- pregunta.

¿Qué cómo he estado? Tiene que estar jodiéndome. ¿Cómo cree que he estado después de nuestra ruptura? Quiero gritarle que no he estado nada bien. Que el dolor me consume desde que decidió marcharse y me dejó, sin embargo, sólo me limito a responder como cualquier persona lo haría.

-Muy bien, la verdad.

No le devuelvo la pregunta y me libero de su agarre. Demás que se la ha pasado de maravillas follando con la chica que estaba cuando recibí la llamada. De sólo pensarlo me dan ganas de vomitar. Trago saliva y empiezo a caminar por el pasillo, alejándome de él.

Mi respiración se ha acelerado. Por un momento creí que la voz me traicionaría, pero por suerte no fue así.  La mente me empieza a jugar una mala pasada recordándome todos nuestros momentos.

Nuestro primer beso.

Nuestra primera cita.

Nuestra primera noche juntos.

Aquellos recuerdos hacen que un nudo se instale en mi garganta y me detenga. No soy capaz de darme la vuelta para saber si aún sus ojos están sobre mí, pero presiento que es así. No puedo simplemente verlo como si nada hubiera pasado. No puedo quedarme y tener una conversación trivial con alguien que me destrozó sin piedad. No puedo... así que sólo continuó caminando.

¿Qué hace aquí? ¿Qué lo hizo volver?

Salgo del edificio y tan pronto el viento azota mi cabello me permito respirar. De repente quiero llorar. Quiero gritar. Quiero volver al apartamento de Adam sólo para abofetear a Alec y hacerle sentir un poco de dolor, aunque nada se comparará con el dolor que él me causó en el corazón.

¿Adam también sabía que volvería?

¿Por eso me había citado?

Mierda, tantas preguntas que se han formado dentro de mi cabeza y a ninguna le he dado contestación. Suelto un suspiro pesado y me paso las manos por el rostro como si eso ayudara en algo. Necesito dejar de pensar. Nada cambia lo que hizo. Nada cambia lo mucho que me lastimó. Desde luego no me esperaba verlo, y por la forma en la que sus ojos se abrieron al verme, él tampoco esperaba verme a mí.

Sin saber qué hacer exactamente, sacó mi celular de la cartera y marcó el número de Connor.

Necesito distraerme.

[...]

Camino por el usual parque en el que solía entrenar recordando la vergonzosa noche en la que mi madre nos pilló a Connor y a mí. Desde aquella vez me he encargado en ignorar cada uno sus mensajes y llamadas, a pesar de que la única culpable soy yo.

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