Capítulo 54

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Alec

Los días siguieron pasando y yo estaba volviéndome loco al no saber nada sobre la castaña. Joder, me sentía como un completo idiota. Haber encontrado la felicidad, para luego dejarla escapar sí que era ser un verdadero idiota. Pero tenía qué, yo sólo era un tipo con una vida de mierda y Mack ya había tenido suficiente de eso. No quería arrastrarla conmigo y mi miseria. 

Esa misma noche entré a un bar. No era el típico chico que ahogaba sus penas en alcohol, y mucho menos quería parecerme a la porquería de mi padre, pero en aquél instante, aquello parecía ser lo único capaz de aliviar mi dolor.

Lo que primero comenzó como un trago tranquilo, poco a poco fue aumentando. Mi cuerpo dejó de estar conectado con mi mente, así que empecé a actuar por inercia. El alcohol corriendo por todo mi sistema me hizo sentir eufórico y aumentaba los latidos de mi corazón. Entonces, pasó algo que me dejó petrificado en mi lugar.

Cerré los ojos con fuerza y volví a abrirlos para asegurarme de que no se trataba del alcohol haciendo efecto sobre mi cuerpo ante lo que estaba viendo, porque en aquél momento, justo a pocos metros de distancia, una chica de largo cabello castaño se encontraba de espaldas bailando al ritmo de la música contra un tipejo lleno de tatuajes.

Pero no era cualquier chica, era mi chica.

Rápidamente me levanté y la cabeza empezó a darme vueltas. Comencé a caminar hacía ellos a pasos torpes y tan pronto tomé el brazo de Mack, la alejé de aquél sujeto. Ella intentó protestar, pero no la escuché con atención, ya que ni siquiera me detuve a pensarlo cuando impacté mi puño contra el rostro del tipo que se estaba aprovechando de mi castaña, ¡Y en mis narices, joder!

-¡¿Qué carajos te pasa?!- gritó Mack a mi lado.

Giré el rostro para asegurarme de que se encontraba bien, y en ese momento  la realidad cayó sobre mí como un balde de agua fría. El rostro de Mack se desvaneció frente a mis ojos y fui consciente de que todo se había tratado de una alucinación, sin embargo, el hombre al que le había propinado el gran golpe en el rostro se encontraba enojado hasta la mierda y casi que echaba humos por las orejas.

-Mierda...¡perdón!- empecé a decir e intenté caminar para alejarme, pero me tambalee torpemente. El hombre consiguió llegar hasta a mí y no lo pensó dos veces en devolverme el puñetazo con mucha más fuerza de la que yo había ejercido en él.

Mi cabeza dio vueltas y todo a mi alrededor pareció ir muy rápido. Después, todo se volvió negro y ya no supe más nada...

Volví a entrar en razón cuando una de mis extremidades empezó a doler en exigencia. Mi vista recorrió lentamente el lugar en el que me encontraba. La habitación estaba en completo orden y un ligero olor a vainilla se coló por mis fosas nasales.

Sí, definitivamente esa no era mi habitación.

Había una mesita de noche con la fotografía de una chica que nunca había visto antes en mi vida. Llevaba el cabello muy rubio y llevaba brackets en sus dientes. Mi vista se detuvo en la ropa que estaba a un lado de la fotografía y mi ceño se frunció.

Tragué saliva y mi corazón retumbó fuertemente contra mi pecho al ver que se trataba de mi ropa.

Aquello me hizo incorporarme rápidamente pese a cada dolor que sentía. Cada pregunta que formulaba mi cabeza era peor que la anterior. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y la chica de la foto quedó frente a mí.

-Veo que ya te despertaste- habló con un aire burlesco en su voz.

A diferencia de la foto, ya no usaba alambres en la boca y su cabello-ahora tinturado de rojo- estaba atado en una alta coleta de caballo.

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