El fin de semana pasa demasiado rápido para mi propio bien. Me encuentro nerviosa y al mismo tiempo aterrada de tener que irme una semana entera a la cabaña de los padres de Madeleine, aún así, el cosquilleo que recorre por toda mi espina dorsal me hace sentir emocionada. Antes, le había dicho a mi madre que papá se sentía muy triste por haberse ido de casa sin despedirse de su pequeña-cosa que es verdad por varios mensajes que recibí de su parte- y que le hacía ilusión pasarme una semana junto a él.
Pensé que no me creería, o peor aún, que me prohibiría verlo, pero para mi sorpresa lo entendió. Según ella, él tiene todo el derecho del mundo en vernos cuando le plazca y que no pondrá objeción alguna sobre eso.
Así que aquí estoy, sentada a un extremo de mi cama a punto de armar una maleta con todo lo que necesitaré para el viaje.
Un sonido a la puerta me obliga a despegar la mirada del bulto de ropa que se encuentra esparcida en el suelo. Mi madre, quien está de pie frente al umbral, mantiene una expresión serena. Me inquieta lo tranquila que se ve después de descubrir la infidelidad de mi padre, pero así es ella; siempre tratará de mostrarse fuerte aunque por dentro se esté desmoronando en pedazos diminutos.
-¿Aún no tienes lista la maleta?- pregunta con cautela mientras se adentra en la habitación y toma asiento a mi lado.
-No, apenas iba a empezar…
Mis ojos bajan hasta sus manos temblorosas, moviéndose en un gesto tan familiar cuando algo la mantiene inquieta. Vuelvo a buscar sus ojos y las siguientes palabras salen de mis labios con total sinceridad.
-Mamá, si no quieres que vaya no hay ningún problema. Sabes que prefiero quedarme contigo... -le digo porque es verdad. No estaría nada tranquila yéndome y dejándola mal en casa. En su trabajo le han dado sólo un par de días para procesar todo esto, pero sé que estar en la casa para ella es algo desesperante y que cuenta las horas por volver a su trabajo y sumergirse allí, sin que sus pensamientos la atormenten.
-No, te aseguro que estoy bien, mi cielo. Tú ve y si puedes, hazle la vida imposible a la arpía con la que se fue tu papá. Y cuando vuelvas, nada me haría más feliz que escuchar que es más fea que tener resaca en un día de trabajo.
Asiento mientras ambas reímos.
-Está bien, mamá. Prometo que la haré sufrir tanto como pueda- levanto mi mano y la pongo sobre mi pecho, justo donde late mi corazón para agregarle dramatismo a la situación.
[…]
La furgoneta de Adam estaciona una calle antes de mi vecindario para no levantar sospechas. Adam me ayuda con mi equipaje y mi vista recae sobre los asientos traseros en donde Alec se encuentra descansando. Madeleine me da una cálida sonrisa y cuando ya todo está listo, me adentro en el interior del auto y tomo lugar junto a el chico que hace latir mi corazón.
Adam no pierde tiempo y nos pone en marcha.
Una suave melodía inunda el interior.
Han pasado alrededor de diez minutos y Alec aún no ha girado el rostro para mirarme y mucho menos me ha dirigido la palabra, ¿qué le pasa? Por la forma en la que sus párpados se mueven, sé que no está dormido, así que le digo:
-¿Estás bien?- susurro tan bajo para que sólo él pueda escucharme.
No responde, pero lo veo tragar saliva y eso me hace estar aún más inquieta que antes. Sólo el lado izquierdo de su rostro está expuesto ante mis ojos y eso es aún más frustrante, ya que está recargado sobre una pequeña almohadita. Un suspiro cargado de frustración se me escapa antes de girar mi rostro hacía el lado contrario, en donde no pueda ver cómo me ignora la única persona por la que estoy haciendo todo esto.
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SCARS ✔
Teen FictionMackenzie Jones ha sido víctima del Bullying por cuatro años consecutivos. Cursando ya su último año escolar, el chico roto de ojos verdes parece despertar su curiosidad y todo lo que le rodea. Negativo. Eso eran ambos. ¿Y qué si las leyes de la m...