Capítulo 51

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La graduación puede saborearse y sentirse cada vez más cerca. Para ser sincera, no me encuentro tan nerviosa como pensé que lo estaría, de hecho, siento algo de nostalgia al saber que algo que parecía ser tan lejano y ajeno a mí, finalmente está a sólo dos meses.

Gracias a Dios el día escolar ha terminado y ahora me encuentro guardando algunos libros que no necesitaré al regresar a casa. Cuando cierro el casillero me sobresalto al ver aquellos penetrantes ojos azules mirándome fijamente.

-Buuuu.

Ruedo los ojos.

-¿Qué quieres, Genny?- pregunto mientras vuelvo a poner mi mochila sobre mis hombros.

-Quiero hablar contigo- confiesa de repente, tomándome por sorpresa.

Frunzo el ceño.

-¿Te sientes bien?- pregunto para cerciorarme que no he escuchado mal.

La rubia suspira y me lanza una mirada asesina.

-Hay una cafetería cerca de aquí, vamos- despega su cuerpo del casillero y empieza a caminar. No pasa mucho cuando parece notar mi ausencia, y al ver que no la sigo, se da vuelta y dice- ¿Qué esperas? ¡Muero por un descafeinado! 

Mi mente parece debatir entre la idea de ir con ella o simplemente pasar por su lado y dirigirme a casa, pero la curiosidad de saber qué es lo que tiene para decirme termina ganándome y para cuando quiero responderle, ya me encuentro caminando hacía ella.

Ambas salimos del instituto y caminamos en completo silencio por el resto del camino.

Veinte minutos después nos adentramos a la cafetería más cercana e inmediatamente el olor a cafeína inunda mis fosas nasales. Nos ubicamos en una de las mesas del fondo y una joven mesera nos atiende. 

-¿No te pedirás nada?- pregunta Genny tan de pronto la mesera se retina de la mesa con la orden de su descafeinado en la agenda.

-No me apetece, pero gracias.

El silencio vuelve a abrazarnos. Mis ojos recorren el lugar y se posan sobre una pareja que se encuentra jugueteando con la bebida. La chica intenta poner crema batida en los labios del chico y luego se inclina para besarlo. Un nudo se instala en mi garganta. No sé cuánto tiempo más me quedo observándolos, pero soy consciente que una lágrima se desliza por mi mejilla derecha y el sabor salado toca mis labios. Rápidamente intento borrar el rastro, pero es demasiado tarde, Genny se ha dado cuenta.

-Vaya, sí que te ha pegado fuerte eso del amor, ¿eh?- comenta con admiración.

- Que va...- trato de restarle importancia y empiezo a pensar en muchas diversas maneras de cambiar la conversación y centrarla en otra cosa que no sea mi vida amorosa, pero no se me ocurre nada.

- No tienes que fingir, Mackenzie. A veces está bien permitirnos estar mal, es ley de vida. 

¿Ley de vida? ¿Y ella qué carajos sabe lo que es tocar fondo y estar realmente mal?

-¿Y tú qué sabes del dolor?- mi voz suena más dura de lo que pretendo, pero no me importa- ¡Espera, ya sé! Lo único que sabes es cómo provocarlo.

Aquellas duras palabras consiguen dejar a Genny en completo silencio durante unos segundos. Su mirada luce afligida, pero rápidamente se recupera.

-Entiendo que ahora quieras comportarte como una perra conmigo, al final de cuentas, lo merezco- su voz es suave, pero todos mis sentidos están en alerta- Pero también quiero que sepas que deseo empezar desde cero contigo. Ya no soy aquella persona sin corazón que tanto daño te causó, Mackenzie. No es que ahora quiera convertirme en tu mejor amiga ni nada por el estilo, sólo que me des la oportunidad de demostrarte que aquella horrible versión de mí quedó en el pasado- explica.

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