BamBam se abrazó al cuello del más alto, besando sus labios entre jadeos y suspiros que escapaban de su boca cada vez que Yugyeom rozaba su cuerpo con sus manos. El más alto comenzó a avanzar por el pasillo, obligando al tailandés a retroceder hasta chocar con una de las puertas, no estaba seguro de cuál era, pero pudo averiguarlo cuando el menor le dio vuelta a la perilla, provocando que él casi cayera al piso ya que estaba apoyado de esta, y retrocediendo más y más a la vez que él iba avanzando. Sus piernas chocaron contra la extensa cama, haciéndolo perder el equilibrio y cayendo sobre esta, no sin antes tirar de la camisa de Yugyeom y haciéndolo caer con él.
BamBam sintió cómo su mojada ropa se pegaba más a su cuerpo y cómo mojaba las sábanas debajo de él, no pudo evitar que una sonrisa se abriera paso por sus labios y apretó más la camisa del menor.
—¿No vas a pedir tu deseo? —susurró contra su boca, sintiendo múltiples escalofríos subir por su espalda debido al roce con los labios del coreano.
—Estoy bien así... —besó rápidamente el labio inferior del tailandés y volvió a verlo con una sonrisa—. Debes estar decepcionado por haber desperdiciado el tuyo en ir al parque sólo para perder... —rio levemente, BamBam sólo negó con su cabeza.
—Pasar tiempo contigo jamás será un desperdicio —pronunció bajo y Yugyeom lo miró fijamente.
Sus ya rosadas mejillas se había sonrojado incluso un poco más, el único problema es que ahora sus propias mejillas también ardían fuertemente. Yugyeom apoyó su frente sobre la del mayor, apretando sus labios, tratando de impedirles seguir curvándose, ya que pensaba que si seguía de esa manera jamás podría parar de sonreír.
A BamBam le había bastado sólo una pequeña frase para hacerlo perder el control de su cuerpo, no podía calmar su emocionado corazón ni su enrojecido rostro, el cual se sentía cada vez más caliente, como si en su cabeza hubiera un enardecido incendio, tampoco podía controlar el nerviosismo de sus manos y sus revoltosos pensamientos, era como si su cerebro se hubiese rebelado en su contra y lo obligara a actuar estúpido y a trabarse en cada palabra... ¡Y no hablemos de los pterodactilos revoloteando en su estómago!
El coreano ocultó su enrojecido rostro en el cuello del mayor y lo escuchó reír levemente mientras trataba de separarlo, intentado que dejara de ocultarse; Yugyeom depositó un gentil beso sobre la piel del tailandés y se levantó un poco para mirarlo por unos segundos antes de volver a tomar sus labios entre los suyos.
La manos de BamBam tiraron rápidamente de los extremos de la negra camisa del menor y la sacó sin pensarlo dos veces, aventándola al piso. Yugyeom tiró de las piernas del mayor, acercándolo incluso más a su cuerpo mientras él se arrodillaba en la cama y se sentaba sobre sus propias pantorrillas, levantándolo y haciéndolo sentarse sobre él, recorriendo su torso con sus manos mientras levantaba el holgado suéter que llevaba puesto, exponiendo la tersa piel del mayor al frío aire de la habitación, sonriendo con satisfacción al deshacerse definitivamente de la molesta prenda y llevando sus labios a la clavícula del tailandés, disfrutando de la suavidad de su piel y la deliciosa sensación que provocaba en sus labios, extendiendo el húmedo camino de sus besos al pecho de éste, sintiendo como las manos del mayor se aferraban a su espalda, dejando pequeñas y rojas marcas con sus uñas cuando Yugyeom se detuvo en su abdomen y depositó un corto y suave beso sobre éste, haciéndolo temblar un poco, volviendo a sus labios después de un par de segundos, abrazándose al tailandés mientras éste llevaba sus delgadas manos a su rostro, acercándolo más al suyo y dando pequeños y repetidos besos en sus labios, sacando pequeñas sonrisas en la boca del coreano.
Fuertes golpes en la puerta principal interrumpieron al tailandés de depositar otro beso en los labios del coreano y éste frunció su ceño, ¿quién demonios podía estar intentando derribar la entrada de su departamento de aquella manera tan salvaje?
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Rice Ball (GOT7 - YugBam)
FanfictionDonde BamBam es trasladado a emergencias pero no deja de golpear a los doctores y deben llamar a alguien para controlarlo. -¡Aquí está!. -Hola, pequeño... -aquel alto hombre le dedicó una blanca y perfecta sonrisa- Soy el doctor Kim, de pediatría. ...