Prescripción 6: Danken

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—No estoy tan seguro de que debas venir a trabajar tan pronto —dijo Youngjae cuando BamBam se sentó frente a él.

—Me volveré loco si paso otro día en casa, lo juro —el tailandés bufó y acomodó las cosas en su escritorio.

—Lindas pegatinas —se burló el mayor al ver las caritas pegadas en la portada de su agenda de trabajo.

—Cállate —se quejó—, sí son lindas.

El tailandés llevó su mano al portaretratos que tenía en su escritorio y sacó el polvo de éste, era una vieja foto de él y su madre hace algunos años. Él siempre mantenía su escritorio inmaculado pero 4 meses de reposo habían hecho que el polvo y la suciedad se acumularan, eso y que Youngjae era un puerco.

Su vista se posó en el pequeño y viejo marco hecho a mano en una esquina y lo levantó, era una foto suya, de cuando era un niño pequeño, junto a su viejo amigo de la infancia, Bola de Arroz. Sonrió al ver la deteriorada foto y limpió el polvo de esta para luego ponerla al frente de su escritorio, aquel era uno de sus pequeños tesoros.

BamBam recordaba a aquel lindo y regordete niño con profundo cariño, había sido como una brillante luz que iluminó sus días más oscuros y él sentía que tenía una gran deuda con él.

De pequeño, el tailandés tuvo muchos problemas de salud que lo llevaron a pasar la mayor parte de su infancia dentro de muchos hospitales. BamBam estaba dispuesto a rendirse con su vida de una vez, estaba cansado de no poder sentir la luz del sol sobre su piel, no poder correr en el parque bajo la lluvia, no poder jugar con los demás... BamBam había perdido toda su voluntad para mejorarse ya que no podía ver luz al final de aquel oscuro y muy largo túnel... Hasta que aquel niño de piel muy blanca, mejillas grandes y muchos lunares llegó llorando a la puerta de su habitación en el hospital y él sintió la necesidad de ayudarlo.

Aquel lindo niño le había dado razones suficientes para querer esperar un nuevo día, sólo para poder jugar con él una vez más.

Bola de Arroz le había dado a BamBam una motivación a largo plazo, le había prometido que tan pronto saliera de ese hospital ambos irían al parque y jugarían hasta que ya no pudieran con el cansancio. Aquello hizo que BamBam quisiera mejorarse, hizo que el tailandés se aferra a su vida como nunca antes lo había hecho... Pero Bola de Arroz no cumplió su promesa.

El chico desapareció, era como si se hubiese esfumado de la faz de la tierra, simplemente no estaba en ningún lado, y es que, bueno... ¿Cómo demonios iba a encontrarlo por aquel nombre?

Bola de Arroz... ¡Ja!

NO HABÍA NADIE LLAMADO ASI EN TODO EL MALDITO MUNDO... NO ERA UN NOMBRE, ERA UNA ESTUPIDEZ.

Por primera vez en su vida BamBam pensó que los apodos eran la peor idea de todas y comenzó a odiarlos con todas sus fuerzas. Rayos.

El tailandés hizo de todo para poder encontrar al de piel pálida, pero nada de lo que hacía funcionaba así que eventualmente se rindió.

BamBam se rindió y guardó a Bola de Arroz como un hermoso recuerdo en lo más profundo de su corazón... Uno tan hermoso que a veces llegaba a pensar que había sido sólo un muy buen sueño.

Más tarde, cuando la adolescencia llamó a la puerta del tailandés, éste se daría cuenta de que aquel lindo niño realmente había significado mucho. Quizás más de lo que pensaba.

Cuando BamBam aceptó que quizás no era igual a sus demás compañeros y que estaba bien ser de esa forma, que no era un delito sentirse atraído por el mismo sexo, se dio cuenta de que sus estándares habían sido puestos allí por el niño que tanto lo había ayudado en su infancia. Aquel había sido su primer amor, y, aunque en aquel entonces era muy joven para saber lo que era, el tailandés de secundaria ahora se encontraba buscando características similares en los chicos con los que salía... Sintiéndose inmediatamente decepcionado al darse cuenta de que los príncipes de los cuentos de hadas realmente no existían... O al menos habían pasado su adolescencia en otro instituto ya que él no conoció a ninguno.

Rice Ball (GOT7 - YugBam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora