Prescription 4: BamBam & Rice Ball

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—Vamos, no seas tímido —su padre insistió pero él no quería volver a pasar a aquel sitio.

—Quiero ir a casa —dijo el pequeño niño mientras se aferraba al pantalón de su padre.

—No podemos hacer eso todavía —su padre se posicionó a su altura y lo tomó gentilmente de los brazos—, no puedo dejarte en casa solo, no te gustan tus niñeras y tampoco puedes quedarte en la escuela tanto tiempo —el hombre picó la mejilla de su hijo y le sonrió—, sé que es difícil hacer amigos pero al menos inténtalo por papá.

Yugyeom miró fijamente a su padre y asintió con firmeza. No se llevaba bien con aquellos niños pero lo intentaría si eso hacía feliz a su padre.

El pequeño y regordete niño entró a la sala de juegos del hospital bajo satisfecha mirada de su padre. Yugyeom debía ir allí cada día ya que no tenían otro lugar a donde ir cuando acababan las clases. Su padre era un importante pediatra y su madre había muerto cuando lo dio a luz así que no había nadie que pudiera cuidar de él cuando su padre trabaja... y aquel hombre trabajaba hasta muy tarde, haciendo que Yugyeom prácticamente viviera en el hospital a pesar de no tener ninguna enfermedad ni problema más que una muy peligrosa dulzura y unas mejillas de infarto.

El pequeño niño caminó hacia donde estaban los demás y se sentó al lado de un grupo de pequeños de su edad, todos parecían muy emocionados con una pista de autos de juguete y aplaudían cuando los automóviles en miniatura completaban el circuito. Yugyeom intentó hacer un esfuerzo por su padre e integrarse al grupo de niños, pero estos simplemente lo ignoraron cuando trató de comentar algo.

Yugyeom pasó el resto del viendo a los otros niños jugar, sentado en una apartada esquina del cuarto de juegos.

Ya era bastante tarde cuando el último niño se fue de la mano de su madre, dejando al pequeño de piel pálida con muchos lunares completamente solo en aquel lugar. Yugyeom se levantó de su sitio y se propuso a recorrer el hospital, normalmente se quedaba allí sentado, sólo esperando a que se hiciera de noche para que su padre pasara y lo recogiera con una enorme sonrisa en su rostro y pudieran irse a casa, pero no le haría daño recorrer un poco, ¿No?

El pelinegro caminó por los pasillos de aquel enorme lugar, dobló a la derecha en el tercer piso, subió al elevador con unas cuantas personas que iban de paso, cruzó tres veces a la izquierda y siguió derecho por otro pasillo al ver las palomas volar a través de la ventana que se encontraba al final y...

—¿Eh?

¿Por dónde había venido?

No lo recordaba.

El pequeño Yugyeom se encontró solo en aquel blanco y espeluznante pasillo de hospital, no sabía por dónde había venido y tampoco sabía en qué piso estaba... ¿Había cambiado de edificio? No recordaba nunca haber estado en ese extraño lugar.

Los mocos comenzaron a bajar por su nariz mientras lloraba fuertemente al darse cuenta de que estaba perdido. Ya no sabía qué hacer y tenía frío. Tenía miedo y no había nadie a su alrededor para ayudarlo.

—Eres ruidoso —una voz dijo aquello con brusquedad y él subió su mirada— ¿Por qué haces tanto ruido...? —aquel niño hablaba con dificultad— ¿Dónde está tu mamá, niño? —preguntó.

—No tengo —hipó.

—¿Y tú papá? —aquel rudo niño preguntó nuevamente y Yugyeom hipó de nuevo.

—No lo sé... —sorbió su nariz.

—Aish... Ya —Yugyeom agachó su cabeza al pensar que lo golpearía pero sintió cómo su mano acariciaba su cabello suavemente—, puedes venir a mi habitación, hay mucho espacio y puedes esperar a que vengan a buscarte, siempre vienen enfermeras a ver cómo estoy, ellas pueden ayudarte a encontrar a tu papá... —aseguró con gentileza y Yugyeom asintió.

Ambos niños entraron a la fría habitación y el más bajo de los dos le ofreció al de piel pálida una porción de su manta al ver que temblaba como batidora eléctrica en última velocidad. No sabían cuánto tiempo había pasado pero, luego de un rato, ambos jugaban sin preocuparse en nada más, Yugyeom ya había olvidado que estaba perdido.

—¿Uh? —una enfermera entró a la habitación y se sorprendió de ver a Yugyeom ahí- cariño, no deberías estar aquí...

—Está perdido —señaló el de más baja estatura y Yugyeom asintió frenéticamente.

—¿Ah, sí? Bueno, te ayudaré a dejar de estarlo, ven conmigo, dulzura...

—Espera... —se volvió a ver al de piel morena— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó.

—¿Mi nombre? —el niño cuestionó- no voy a decirtelo -admitió sinceramente y Yugyeom agachó su cabeza con tristeza-, pero puedes llamarme BamBam, todos mis amigos me llaman así -aportó sonriente.

—¿Tus amigos te llaman así? —preguntó, a lo que BamBam asintió.

—¿A ti cómo te dicen? —preguntó y el pelinegro hizo un puchero. Rebuscó en su mente todo lo que pudo pero no encontró nada, no tenía amigos para que le pusieran apodos— uhm... —BamBam pareció pensar— Te llamaré Bola de Arroz.

—¿Bola de... Eh?

—Eres redondo, blanco como el arroz y tienes muchos lunares en tu rostro, ¡Parecen la semillas de sésamo! —rio y Yugyeom parpadeó confundido— hoy comí una bola de arroz, son mis favoritas —sobó su estómago satisfecho y Yugyeom sonrió.

El pelinegro se despidió de su nuevo amigo y tomó la mano de la enfermera que lo ayudó a buscar a su padre.

—¿Donde estabas? —su padre se acercó a él preocupado— te busqué por todos lados.

—¡Hice un amigo! —exclamó con alegría mientras se aventaba a los brazos de su padre y éste lo cargaba.

—¿Ah, si? —sonrió ampliamente— ¿Cómo se llama?

—No tengo idea, pero me dijo que podía llamarlo BamBam... ¡Y yo soy Bola de arroz! —dijo satisfecho.

—¿Bola de arroz?

—No suena tan bien si lo dices así...

—BamBam, eh... —pareció pensar para luego seguir hablando—, ¿quieres volver a jugar mañana con BamBam?

—¿Puedo?

—Es mi paciente así que te doy permiso de hacerlo, pero hay una condición —lo miró seriamente y Yugyeom escuchó atento—, su madre me pidió cuidarlo muy bien y tú debes ayudarme de ahora en adelante ¿bien?

—¡Lo haré! ¡Lo haré! ¡Lo prometo!

Yugyeom le prometió a su padre que lo ayudaría a cuidar de su nuevo amigo y eso hizo. El coreano visitó a BamBam cada día y éste siempre lo recibía con una amplia sonrisa y muchos juegos para jugar. El pequeño tailandés no tenía permitido salir de su habitación ya que sus débiles pulmones no le permitían esforzarse mucho y perdía el aliento muy rápido, así que Yugyeom se aseguraba de mantenerlo distraído para que no pensara en eso.

Así pasó un año y medio y los dos niños se volvieron mejores amigos. BamBam estaba agradecido de que Bola de Arroz pasara cada día después de la escuela, ¡Incluso los fines de semana! No había un día que pasara sin que el coreano visitara al tailandés.

Pero un día se detuvo. Un poco antes de que le dieran de alta, Bola de Arroz no volvió al hospital, BamBam se preguntaba qué le habría pasado, quizás había tenido un percance... Pero no fue así, Bola de Arroz nunca volvió. No cumplió su promesa de jugar con él en el parque.

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(CheesyNote: Luego de este subiré uno más! Así que aquí tampoco me despido jejeje en fin, espero que les gustara este pequeño capitulillo y nos vemos en una instante) Aishiteru 💚

Rice Ball (GOT7 - YugBam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora