Capítulo 30

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El viento que nos pegaba por la fuerza de la moto ayudó a que nos secáramos un poco, la noche comenzaba a ponerse muy fría, los dientes me temblaban junto con todo mi cuerpo.

Jos se estacionó frente a unas ventas ambulantes, se bajó y me ayudo a quitarme el casco.

-Si no te cambias te resfriaras.

-Estoy bien, cuando llegue a casa.

-Ahora, ven -me cargo y me bajo de la motocicleta, tomó mi mano y comenzamos a caminar hacia una venta de ropa.

-En serio no es necesario -hizo caso omiso a mis palabras y siguió caminando, tomo un sudadero con la mano izquierda y luego lo puso frente a mí.

-Te queda bien - rodé los ojos, luego tomo otro y lo llevo hacia la caja, se lo empacaron y me llevo hasta los vestidores -puedes meter aquí la ropa mojada -me dio una bolsa plástica, la tomé junto con el sudadero.

Para ser franca no era feo para haberlo tomado sin ver otras opciones, no estaba mal, era negro con capuchón y tenía un alíen en la parte superior derecha, él tomó uno igual así que creo que estoy usando un sudadero de hombre. Me quité la blusa y me puse el sudadero, es muy abrigador y ahora puedo darle la razón a Jos. Salí y él ya estaba esperándome afuera.

-Casi entraba, para ver si podía ayudar en algo -sonrió con picardía.

-Que gracioso eres -se acercó a mí y paso sus manos por detrás de mi cuello, levanto el capuchón y lo subió hasta ponerlo en mi cabeza.

-Mucho mejor, así no te enfermarás -me deposito un beso en la frente, me tomo de la mano y comenzamos a recorrer el lugar.
Llegamos a una pequeña cafetería. Pedimos dos capuchinos y un pastel de tiramisú

- Aún tengo mojado el trasero -se retorció en su asiento y luego me vio muy apenado -Lo siento a veces olvido comportarme bien -reí ante sus gestos.

-Me gusta que seas tu mismo.

-Quiero ser mejor.

-Eso también es bueno siempre y cuando no pierdas tu esencia y yo también tengo mojado el trasero -reí, y él hizo lo mismo.

-Creo que no soy una buena influencia.

-Pienso que ambos debemos aprender algo del otro.

-No sé que podrías aprender de mí.

-Tal vez tu sentido del humor, tu espíritu aventurero y relajado.

-Eres muy buena.

Llegaron a dejarnos los capuchinos y el pastel.

-Mmm nunca me cansaré de comer este pastel.

-Puedes comerte mi parte.

-No, quiero que tú también lo disfrutes -tome una cucharada y se lo acerque a la boca él la abrió y le introduje el pedazo de pastel -¿Y?

Hasta que las estrellas se evaporen (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora